El Premio Celestino de Cuento, en su 26 edición, fue entregado, en el espacio “Abrirse las constelaciones”, realizado en la Casa del Joven Creador de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Holguín, al libro Donde se marchitan los olivos, del matancero Raúl Piad.

De los 23 cuadernos en concurso, el jurado que presidió Reinaldo Montero e integraron Roberto Méndez y Martha Acosta, decidió por unanimidad otorgarle el Premio a Piad por “la solidez de su propuesta narrativa, la sensibilidad con que aborda conflictos humanos universales y la precisión estilística con que construye sus atmósferas”. Además apuntó que este libro constituye “un conjunto maduro, coherente y sugestivo, que deja una impresión duradera”, según consta en el acta. Igualmente decidió conferir mención especial a Preferimos la noche, de Sadiel Acosta Machado, de Ciego de Ávila, por “su fuerza evocadora, la originalidad de sus imágenes y la eficacia en el manejo del lenguaje”.

El Premio Celestino de Cuento es uno de los eventos literarios más prestigiosos no solo del sistema de premios y becas de la AHS, sino de los más cotizados por los jóvenes narradores en la isla.

Raúl Piad es egresado del Curso de Técnicas Narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y ha obtenido premios como el David 2017, el Calendario 2021, Aldabón 2022 y la Edad de Oro 2023. Entre sus libros publicados se encuentran La marca de Kahim por Editorial Guantanamera, de España, y por Ediciones Aldabón, Matanzas; el libro de historietas Albahoa y la maldición de las tataguas, por Reina del Mar Editores, Cienfuegos; Lo mejor es soñar, por Ediciones Unión, A la sombra del Mundo Hogar, por Ediciones Abril y Embajador sin Retorno, por Gente Nueva.

Sirva la premiación, con la que culmina el certamen, como punto de partida para un recorrido por uno de los eventos literarios más prestigiosos no solo del sistema de premios y becas de la AHS, sino de los más cotizados por los jóvenes narradores en la isla.

El XXVI Premio Celestino de Cuento —organizado por Ediciones La Luz y la Sección de Literatura de la AHS bajo el lema “Celestino muerto por la rosa”— se realizó del 10 al 13 de junio y tuvo tres dedicatorias que centraron sus actividades: el centenario del nacimiento del narrador japonés Yukio Mishima —del que, precisamente, parte el lema de este año— y de la publicación de la novela El proceso del checo Franz Kafka, así como los veinte años del fallecimiento de Guillermo Cabrera Infante, merecedor del Premio Cervantes de Literatura 1997 y uno de los más importantes autores de nuestro país.

El Premio fue otorgado a Piad por “la solidez de su propuesta narrativa, la sensibilidad con que aborda conflictos humanos universales y la precisión estilística con que construye sus atmósferas”.

En la primera jornada se realizó un panel dedicado a la obra de Mishima, moderado por el escritor y periodista Erian Peña Pupo, con la participación de Mariela Varona, Eugenio Marrón y Rubén Rodríguez, quienes abordaron aspectos de la vida y obra del autor de las novelas Confesiones de una máscara (1949) y El pabellón de oro (1956), uno de los escritores más relevantes no solo de las letras niponas sino de la literatura del siglo XX.

Marrón se refirió, a partir de un ensayo de Margarite Yourcenar, a elementos como la fascinación por la muerte en Mishima y, al mismo tiempo, la búsqueda constante de la belleza y la vida; así como el erotismo, específicamente el homoerotismo, además del interés (al punto de llevarlo al accionar político) en el Japón imperial y los códigos de honor del samurái. “Mishima puso en práctica tres veces su muerte, dos en su obra narrativa y una cuando realizó el seppuku o muerte ritual en 1970, luego de alentar un golpe de estado para colocar nuevamente al emperador al frente de Japón”, añadió Marrón.

Por su parte, Mariela Varona abordó la tetralogía El mar de la fertilidad, considerada parte importante de su amplia producción y compuesta por las novelas Nieve de primavera, Caballos desbocados, El templo del alba y La corrupción de un ángel (editada póstumamente), que constituye una especie de testamento ideológico del autor, rebelado contra una sociedad que veía sumida en la decadencia espiritual y moral posterior a la derrota de Japón en la II Guerra Mundial y una occidentalización de la sociedad que conllevaba a la pérdida de las tradiciones que consolidaban la cultura japonesa.

Finalmente, Rubén Rodríguez realizó un repaso, en el que no faltaron sus primeros acercamientos como lector a Mishima y el humor y la ironía en la prosa, de la vida de un escritor que fue varias veces nominado al Premio Nobel de Literatura, que obtuvo su mentor Yasunari Kawabata, y cuya obra se caracteriza por mezclar la estética moderna y el tradicionalismo japonés con enfoques en la sexualidad, la muerte y el cambio político.

La novela El proceso del checo Frank Fafka en su centenario fue el punto de partida para abordar la literatura del narrador checo Frank Kafka, autor de una de las obras más influyentes de las letras universales. Un panel, moderado por Peña Pupo, se realizó en el Centro de Comunicación Cultural La Luz y contó con la participación de los escritores Manuel García Verdecia y José Luis Serrano, junto al profesor y ensayista José Rojas Bez, quienes reflexionaron sobre el autor de La metamorfosis (1915) y El castillo (1926).

García Verdecia abordó, particularmente, El proceso, publicada de manera póstuma en 1925 por Max Brod, amigo del autor, basándose en el manuscrito inconcluso de Kafka, escrito entre 1914 y 1915. En el libro, Josef K. (de alguna manera una especie de alter ego del autor) es arrestado una mañana por una razón que desconoce. Desde este momento, el protagonista se adentra en una pesadilla para defenderse de algo que nunca se sabe qué es y con argumentos aún menos concretos, tan solo para encontrar, una y otra vez, que las más altas instancias a las que pretende apelar no son sino las más humildes y limitadas, creándose así un clima de inaccesibilidad a la justicia y a la ley, añadió.

Rojas Bez recorrió los diferentes abordajes y miradas críticas, desde interpretaciones filosóficas y políticas, que ha recibido la obra de Kafka, un autor vinculado posteriormente al existencialismo, con una literatura que tiene como principales temas los conflictos paternofiliales, la ansiedad, el propio existencialismo, la brutalidad física y psicológica, la culpa, la filosofía del absurdo, la burocracia y las transformaciones espirituales. Aunque existen varias adaptaciones cinematográficas como la realizada por Orson Welles de El proceso en 1962, la amplitud de interpretaciones y la complejidad de lo kafkiano, han hecho que estas no se acerquen al alcance de sus libros, anotó el ensayista.

Mientras José Luis Serrano se refirió a la relación con lo onírico en la obra de Kafka a partir de la lectura de sueños descritos (en su obra, así como en cartas) por el narrador nacido en Praga en 1883 y fallecido en Austria en 1924 (el pasado año La Luz había dedicado la peña “Oda a la joven luz” a la impronta del autor de la novela América y de relatos que han influido a varias generaciones de escritores de diferentes partes del mundo).

Finalmente, el XXVI Premio Celestino de Cuento llegó hasta Gibara porque “se lo merece” (como se lee en el pedestal de la estatua de la Libertad ubicada en el parque Calixto García de la Villa Blanca). Así, en su tercera jornada, participantes e invitados arribaron a esta ciudad holguinera para homenajear, a propósito del aniversario 20 de su fallecimiento, en Londres, a Guillermo Cabrera Infante, quien nació allí el 22 de abril de 1929.

La terraza del Hotel Ordoño acogió un panel, moderado por Erian Peña Pupo, con la participación de Eugenio Marrón y Rubén Rodríguez, junto al profesor y ensayista Lino Ernesto Verdecia Calunga, interesados en reflexionar sobre la vida y obra del autor de novelas cardinales como Tres tistes tigres (1967) y La Habana para un infante difunto (1979).

Marrón realizó un recorrido por la vida de Cabrera Infante, desde su infancia gibareña, pasando por las críticas de cine publicadas en la revista Carteles que firmaba como G. Caín y reunió luego en libros como Un oficio del siglo XX (1963) y Cine o sardina (1997), que lo convirtieron en un renovador, desde las posibilidades de la escritura literaria, de la crítica de cine; hasta la “construcción” de La Habana en su narrativa y el discurso (donde subraya su influencia cervantina) de aceptación del Premio Cervantes 1997.

El Premio Celestino de Cuento fue entregado en el espacio “Abrirse las constelaciones”, realizado en la Casa del Joven Creador de la AHS en Holguín Foto: Andrés Zaldívar

Por su parte, Lino Verdecia abordó su relación con la obra de Cabrera Infante, desde sus años universitarios, y su interés por estudiarla y hacer partícipe de ella a sus alumnos. Destacó el trabajo de rescate de su obra realizado por investigadores como Carlos Velazco y Elizabeth Mirabal en libros como Sobre los pasos del cronista (Premio de Ensayo de la Uneac) y Buscando a Caín, como meritorios acercamientos que suman el mérito de salvar varios testimonios valiosos para comprender al autor, su literatura y su época.

Finalmente, Rubén Rodríguez leyó un texto donde se detuvo, además de su cercanía con la obra del autor de Así en la paz como en la guerra, en aspectos de su estilo, ese que hizo que el investigador Enrico Mario Santí llegara a declarar que Cabrera Infante encarnaba, como ningún otro, el estilo literario de la nación cubana, ya que su sentido del humor, el “choteo”, reflejaba un modo de ser arraigado en la literatura y la vida de la isla.

El Premio Celestino de Cuento, que incluyó también lecturas y presentaciones de libros, surgió en 1999 por iniciativa del narrador y poeta Ghabriel Pérez, y su primera edición lo recibió el joven periodista Rubén Rodríguez con el cuento “Flora y el ángel”. Entre los escritores que lo han obtenido se encuentran Rafael A. Inza, Marvelys Marrero, Alcides Pereda, Serguei Martínez, José Alberto Velázquez, Yordis Monteserín, Liany Vento, Rafael de J. Ramírez, Abel Fernández-Larrea, Ariel Fonseca, Lourdes Mazorra, Robert Ráez, Elaine Vilar, Martha Acosta y Nathaly Hernández. Por su parte, importantes jurados lo han integrado, como Eduardo Heras León, Guillermo Vidal, Mario Bellatin, Eduardo Manet, Ana Lidia Vega Serova, Nelton Pérez, Jorge Ángel Pérez, Lourdes González, Emerio Medina, Alberto Garrandés, Félix Sánchez y Dazra Novak.