César Jazz Club: El sonido de un sueño
El próximo sábado 26 de julio se estrena al público, en vivo y en directo, el César Jazz Club. Emplazado en la Avenida del Puerto y Obispo, justo frente al Malecón de La Habana, este centro está llamado a ser el Templo del Jazz en Cuba.
El entusiasmo por la noticia de su apertura motivó esta conversación con la arquitecta Mónica Jiménez, “arreglista” principal de esta obra constructiva y que sin duda le supo impregnar ese swing tan característico del estilo Empresa RESTAURA/Oficina del Historiador de la Ciudad.

Dada la naturaleza de la restauración arquitectónica como especialidad, ninguna obra es igual a otra. En el caso particular del proyecto del César Jazz Club, ¿cuál fue el reto constructivo más difícil a solventar, teniendo en cuenta el “tono menor” previo del inmueble?
En general, la estructura portante del inmueble se encontraba en buen estado: muros de sillar que hubo que restaurar sólo en algunas zonas muy puntuales y ese buen estado de conservación fue el que me hizo tomar la decisión de dejar a vista la piedra, los arcos de medio punto de ladrillo y algunos muros de mampuesto, siendo uno de los grandes atractivos del espacio, sumado al doble puntal de casi 6 metros de altura, que acentúa el disfrute de la arquitectura interior.

Lo que realmente complejizó la obra fue el mal estado del entrepiso de viga y tablazón que, en algún momento, de los disímiles usos que tuvo el local, se tomó la decisión de hacer un reforzamiento con vigas de acero y que al comenzar la obra ya no era suficiente porque había nuevas vigas de madera y tablazón en mal estado, a punto de colapsar, por lo que se tomó la decisión, por parte de la inversión, de fundir una losa en toda el área que ocuparía el Club. Esta decisión, necesaria, fue un reto dentro de todo el proceso constructivo ya que en el nivel superior existen apartamentos y que, con el apoyo de la Oficina del Historiador, hubo que albergar familias el tiempo que se ejecutó esta etapa y mover toda la fuerza laboral en función de terminar, en el menor tiempo posible, esta obra inducida.
Se incorporó un entrepiso, a la mitad del puntal total después de la primera crujía, para lograr más capacidad de público, proyectado en estructura metálica lo cual permitió que el mismo avanzara 2 metros en voladizo para dejar libre de columnas el espacio bajo éste y así desarrollar una gran barra de 6 metros para la zona del bar. Otro reto fue a la hora de encontrar en Cuba la cantidad de vigas metálicas necesaria para lograr ese resultado final que felizmente se logró.

Las vigas de madera en el techo que se pueden apreciar actualmente son las originales que se restauraron y dejaron para mantener la imagen real del espacio, son solo decorativas, no están haciendo función estructural.
Su proyecto redefine la obra con un estilo ecléctico por el uso de materiales en estado natural y acabados pétreos originarios del edificio, en combinación con un diseño de interior contemporáneo con ciertas notas que evocan elementos propios de la cultura nipona. ¿Qué detalles arquitectónicos, pictóricos o sensoriales le sugiere usted al visitante prestar especial atención?
La imagen interior lograda es una mezcla de materiales naturales como la piedra, el ladrillo y la madera, el mampuesto propio del local combinado con lo nuevo que se incorpora: los pisos de mosaico y mármol, barandas de metal, carpintería de madera y aluminio, mobiliario contemporáneo, que en su conjunto armonizan en un espacio atemporal donde la iluminación juega un papel fundamental; crea ambientes diferentes, acentúa detalles y materiales originales, enmarca circulaciones, forma parte de la decoración al seleccionar luminarias de diseño de fabricantes reconocidos como es el caso de las luminarias de techo del salón principal (lámpara mediterránea del fabricante español Bover), y logra unificar el conjunto volviéndolo cálido y elegante.


Incorporar elementos visuales que transporten al visitante a la presencia de la cultura japonesa han sido toques muy sutiles dentro del espacio y quise hacerlo para de alguna manera celebrar el trabajo de Seiko, esposa de César, ambos inversionistas principales de la obra, y que ha sido la persona que llevó la dirección de esta compleja inversión. Fue un acto bien valiente conociendo las complejidades con que se construye en Cuba, y pienso lo logró gracias a su origen japonés donde impera la disciplina y hacer bien el trabajo.
De ese guiño a la cultura nipona me gustaría destacar las propias luminarias del Salón principal, antes mencionadas, que recuerdan la “wagasa”, tradicionales sombrillas japonesas, o la incorporación en carpintería de barras de madera o aluminio en toda la verticalidad de puertas y ventanas que además de funcionar como protección, sugieren las mamparas japonesas usadas para separar espacios. Donde se siente esa racionalidad típica de la cultura nipona es en los servicios sanitarios públicos; se optó por estucar paredes buscando la impermeabilidad necesaria para el uso del local, prescindiendo del tradicional enchape, y seleccionando un único tono de color (gamuza) en paredes, techos y piso que crea una sensación de limpieza tanto sensorial como formal, “menos es más” siguiendo la frase de Mies Van der Rohe.
El nombre César Jazz Club, es el sonido de un sueño de uno de los más célebres y respetados maestros del panorama jazzístico cubano actual, César López. Por ende, la música ―a dueto con la gastronomía de la tierra del sol naciente― será protagonista. ¿Qué soluciones específicas se tuvieron en cuenta para lograr una agradable experiencia acústica?
Contar con una nueva losa de hormigón en el entrepiso solucionó muchos problemas existentes en el inmueble; alarga su vida útil, soluciona un problema social ya que garantiza una convivencia segura para las familias implicadas y ayudó grandemente con el aislamiento acústico del Club, reforzado por la colocación de material aislante entre la losa y el falso techo final y el uso de cortinas en todos los vanos de carpintería.

Actualmente el espacio cuenta con un excelente sistema de iluminación al escenario y de audio, me atrevería a decir que uno de los mejores de La Habana, y evidentemente marca una diferencia a la hora de escuchar la música con la calidad requerida dentro de la experiencia musical que será el Cesar Jazz Club, haciéndolo un referente fundamental en el panorama musical de la ciudad.









