Contrapunteo de la inmigración franco-hispana en región histórica de Cienfuegos. 1819-1899
El 22 de abril de 1819 se funda la colonia Fernandina de Jagua, que en muy poco tiempo se transformará en Villa de Cienfuegos. La colonia fue fundada por Luis De Clouet, de ascendencia francesa y procedente de la Luisiana, con la anuencia del Capitán General de la Isla, el asturiano José Cienfuegos Jovellanos, con 36 franceses por él contratados en Burdeos, Francia, y algunos españoles y criollos que se le incorporaron. [1]
La situación geográfica es un elemento importante en la fundación. Bien situada respecto a las ciudades de Trinidad al este y Villa Clara al norte, con sus respectivas jurisdicciones, jugará un papel decisivo en las relaciones comerciales con las mismas. Tiene además magníficas condiciones naturales para el fomento económico; un excelente puerto, abundantes tierras fértiles y una aceptable red fluvial que propiciará la comunicación de las zonas del interior con el puerto.
Cienfuegos fue una urbe cosmopolita y receptora de emigrantes desde su misma fundación. Son precisamente esos emigrantes, primero los franceses y décadas más tarde, los españoles, quienes forjan, desarrollan y colocan a Cienfuegos en el estatus de una de las principales ciudades del país, tanto en lo económico como en lo social.

El desarrollo de los flujos migratorios franceses a la región histórica de Cienfuegos durante el período comprendido entre 1818 y 1868 formó parte de un proceso de carácter nacional, vinculado directamente con la presencia de Francia en América y sus relaciones con España. Podemos decir entonces que el proceso migratorio de origen francés fue el resultado de la gestión del poder colonial para el desarrollo de las migraciones de hombres libres y blancos a Cuba. [2]
La idea de colonizar el entorno de la bahía de Jagua con franceses procedentes de Burdeos y otros traídos por Luis De Clouet fue bien acogida por el Gobierno colonial español. En 1819, entraron en Jagua un total de 231 pobladores repartidos en cuatro viajes, dos de Burdeos, uno de Nueva Orleáns y otro de Filadelfia. [3]
Gráfico I.

Al inicio del asentamiento se presentaron algunas discrepancias entre el fundador y los colonos que propician la fuga de un número considerable de inmigrantes a La Habana y regiones vecinas a Jagua. Los fugitivos en enero de 1820 acusaron al fundador por ejercer violencia física e injusticias contra ellos. El número de colonos evadidos de Jagua hasta el 18 de febrero de 1820 asciende a 76; la mayoría son franceses aunque se incluyen algunos ingleses y americanos que le informan al Gobierno Superior que hay otros 15 preparados para salir y que no lo han hecho por temor a las amenazas de De Clouet. [4]
El intento de evasión de esos colonos, traería a De Clouet graves problemas pues se incumplían los términos de la contrata de colonización. Además, no podía demostrar la existencia de una colonia estable de franceses que correspondiera a los esfuerzos e inversiones realizadas y también representaría la pérdida de los honores y beneficios que la categoría de fundador conllevaba según las leyes de Indias.
Por orden del Capitán General de la Isla Francisco Dionisio Vives se realiza un padrón en 1826, dirigido por Félix Lemaur, donde se expone la precaria situación económica y demográfica de la colonia.
“(… ) solamente han quedado algunas familias extranjeras, las que se ocupan en el comercio y las artes (…), cuyo número existente en principio de este año no llegaba, entre varones y hembras de todas las edades a 170, siendo los más que han ido a establecerse allí españoles y naturales de las Islas Canarias, llevados unos por los bajos precios de las tierras y otros porque les dieron gratis las que abandonan los extranjeros”. [5]
El flujo migratorio de la región cienfueguera continuó desarrollándose de manera heterogénea y lenta en los años siguientes, con altibajos en la población de la misma, debido a las deserciones de colonos franceses que se trasladaban hacia regiones aledañas, como la trinitaria. En informe del capitán Bernardo Prieto al Capitán General de la Isla Francisco Dionisio Vives, escrito el 20 de septiembre de 1826, [6] en cuanto a la población de Fernandina de Jagua refería que: “En población es una miseria lo que ha obtenido, porque en las caballerías de tierras concedidas apenas habrá una docena de extranjeros o colonos (…) este referido establecimiento está formado por habitantes de la Isla, que descubriendo otros puntos, cubren este”. [7]

Según el comentario de Bernardo Prieto, la colonización blanca inicial de la Colonia realizada con franceses, en 1826, no había surtido los efectos deseados y la población creció a partir de la inmigración interna. En tal sentido, es que se puede comprender la situación demográfica que se presenta a continuación:
Tabla 1
Estado de la población de Fernandina de Jagua en septiembre de 1826
(Según el informe del capitán Bernardo Prieto)
| Hombres | Mujeres | Niños | Total | % | |
| Extranjeros | 73 | 38 | 43 | 154 | 22,41 |
| Españoles* | 131 | 113 | 139 | 383 | 55,74 |
| De color libres | 14 | 19 | 27 | 60 | 8,73 |
| Esclavos | 42 | 33 | 15 | 90 | 13,10 |
| Empleados militares | 4 | 3 | 7 | 0,99 | |
| Id. Real Hacienda | 9 | 5 | 14 | 1,98 | |
| Total | 273 | 211 | 224 | 704 | 100 |
*El autor del informe considera a los naturales de Cuba como españoles.
Fuente: Violeta Rovira González, “Apuntes sobre la organización de la economía cienfueguera y significación de los franceses fundadores en ella. Introducción a la historia de Cienfuegos, 1819-1826”, en: Revista Islas 52/53, septiembre 1975-abril 1976, p.31.
La población de la colonia es aún escasa, conformada básicamente por naturales del país llegados de diversas regiones cercanas como: Remedios, Trinidad, Santa Clara y de poblados ubicados en la llanura Habana-Matanzas y otro pequeño grupo compuesto por colonos extranjeros.
Desde los tiempos fundacionales la Colonia Fernandina de Jagua fue considerada por los pobladores de los pueblos vecinos, especialmente Trinidad, como una colonia francesa. [8] Así nace la leyenda de “Cienfuegos la ciudad más afrancesada de Cuba”, leyenda incentivada por algunos autores que sobrevaloran la presencia francesa en la fundación y posterior desarrollo de lo que hoy es la ciudad de Cienfuegos. Diversos investigadores en sus tesis de diploma, y Laura Cruz Ríos en su tesis doctoral, consideran a los hijos de los inmigrantes naturales de Francia nacidos en América como franceses, y así los contabilizan en las estadísticas. Craso error, pues de considerar esa hipótesis tendríamos que decir que todos los hijos de españoles nacidos en América son españoles.
¿Acaso Cienfuegos no es más hispano-criolla que francesa? Es cierto que De Clouet, su fundador, era descendiente de franceses, y que estableció la colonia con franceses provenientes de la Luisiana, Nueva Orleáns y Burdeos, Saint-Domingue, etc., como ya se ha visto; pero ¿cuántos de ellos quedaban en la villa en 1829?, ¿quiénes fueron los que hicieron prosperar a la recién fundada villa? No fueron otros que los capitales de los hacendados criollos procedentes de Trinidad, Villa Clara y sobre todo del occidente de la isla, así como el capital de los comerciantes e inmigrantes españoles provenientes de los más recónditos parajes de la Península y de otros lugares de la propia Cuba. [9]
“En 1830 la colonia Fernandina de Jagua obtiene el título de Villa de Cienfuegos y su población comienza a crecer de manera acelerada debido, entre otras causas, al rápido desarrollo de la plantación esclavista azucarera”.
Cienfuegos como ciudad portuaria es una urbe con vocación cosmopolita que desde su fundación mantuvo sus atractivos para los emigrantes, tanto para la inmigración externa como para la interna. En 1830 según el padrón de ese año, los naturales de España se encontraban a la sazón en escaso número (canarios en su mayoría). [10] Por esta fecha la población blanca supera a la negra ampliamente, el 70,77% pertenece a los colonos blancos y un 34,20% corresponde a la suma de los esclavos con los negros y mulatos libres. Se hace notar que los españoles y franceses están en minoría respecto a la población negra y mestiza, lo que nos revela que desde el punto de vista cuantitativo, franceses y españoles no son relevantes en la población cienfueguera en los primeros 20 años de la colonia Fernandina de Jagua.
Tabla 2
Población de la Villa de Cienfuegos en 1830
| Nacionalidad | Número | % |
| Españoles | 116 | 8,03 |
| Franceses | 70 | 4,84 |
| Cubanos (Blancos) | 764 | 52,90 |
| Pardos y morenos libres | 234 | 16,20 |
| Esclavos | 260 | 18,00 |
| Total | 1 444 | 100 |
Elaboración Propia.
Fuente: Padrón de la Villa de Cienfuegos 1830, Museo Provincial de Cienfuegos, Sección de documentos.
En 1830 la Colonia Fernandina de Jagua obtiene el título de Villa de Cienfuegos y su población comienza a crecer de manera acelerada debido, entre otras causas, al rápido desarrollo de la plantación esclavista azucarera. El censo de 1846 nos permite estimar el crecimiento demográfico de la villa y el origen de la misma, demostrando que para esa fecha se ha incrementado la presencia de inmigrantes españoles con respecto al resto de los extranjeros establecidos en la región.
Tabla 3
Población de la jurisdicción de Cienfuegos por nacionalidad. 1846
| Naturalidad | Hombres | Mujeres | Total |
| Península | 622 | 74 | 696 |
| Canarias | 318 | 70 | 388 |
| Puerto Rico | 3 | 1 | 4 |
| Sto. Domingo | 11 | 0 | 11 |
| EE:UU | 39 | 22 | 61 |
| América (Otros) | 50 | 20 | 70 |
| Francia | 66 | 30 | 96 |
| Gran Bretaña | 17 | 6 | 23 |
| Europa (Otros) | 23 | 3 | 26 |
| Cuba | 7852 | 6984 | 14836 |
| Total | 9001 | 7210 | 16211 |
Elaboración propia:
Fuente Cuadro Estadístico de La Siempre Fiel Isla de Cuba correspondiente al año 1846, Imprenta del Gobierno y Capitanía General, 1847, p.195.
Si bien en los primeros años de la Colonia Fernandina de Jagua la inmigración hispana fue relativamente escasa y de lento crecimiento, en 1861 la población blanca de la región alcanza el primer lugar debido, en gran medida, al movimiento migratorio tanto interno como externo. Tal incremento de la población blanca y en particular, de la española, no es un fenómeno regional. En toda Cuba y en específico, en la gran región occidental, se produce un incremento apreciable de la recepción de inmigrantes españoles, proveniente en su gran mayoría de las regiones españolas de la cuenca del Cantábrico.
El incremento del flujo migratorio español a partir de los años 50 del siglo XIX se debe en gran medida a las modificaciones de las leyes migratorias realizadas por el Gobierno colonial. Las facilidades otorgadas por el Gobierno de Madrid permitieron que su incremento fuera en constante ascenso hasta llegar a planos superiores en el período denominado emigración en masa. [11]
La Real Orden del 16 de septiembre de 1853 liberalizó la emigración a América y fue una condición necesaria para racionalizar el éxodo masivo puesto en marcha a partir de 1860. [12] La ley anterior fue ratificada por Real orden de 12 de enero de 1865, que estableció la facultad de emigrar que tenían todos los españoles. [13]
Según Jacobo de la Pezuela en 1861 la villa cabecera de la jurisdicción de Cienfuegos contaba con una población de 7 355 habitantes de ellos 3 920 eran considerados blancos, tres yucatecos, 177 asiáticos y 3 255 negros y mulatos.
Tabla 4
Población de la Villa Cienfuegos. 1861
| Habitantes | Varones | % | Hembras | % | Total | % |
| Blancos | 2371 | 60,4 | 1549 | 39,7 | 3920 | 53,2 |
| De color libres | 963 | 46,7 | 1107 | 53,47 | 2070 | 28,1 |
| Esclavos | 524 | 44,2 | 661 | 55,7 | 1185 | 16,1 |
| Asiáticos | 177 | 100 | 0 | 0 | 177 | 2.4 |
| Yucatecos | 1 | 33,3 | 2 | 66,6 | 3 | 0,04 |
| Totales | 4036 | 3319 | 7355 | 100 |
Elaboración propia.
Fuente: Jacobo de la Pezuela. Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba, Madrid, 4 ts., Imprenta del Banco Industrial y Mercantil, Madrid, 1863- 1866, T.1, pp. 390-391.
La inmigración externa en la región cienfueguera va a ser protagonizada por españoles, lo cual queda plasmado en los datos que ofrece el historiador español Jacobo de la Pezuela. En 1863 Pezuela plantea que la población total de la villa de Cienfuegos es de 5 451 habitantes, de ellos 1 031 eran españoles lo que representa un 18,91%, presentándose un incremento de la población de origen español, en lo tocante al padrón de 1830, de 1 000 personas en un lapso de 31 años.
Ese incremento de los naturales de España, iniciado aproximadamente en los años 40 del siglo XIX, fue haciéndose cada vez más numeroso y mantuvo un ritmo constante hasta 1930, año que es considerado como el del fin de la emigración masiva. Todo lo contrario sucede con la inmigración de origen francés que fue mayoritaria, con respecto a la migración externa desde la fundación de Fernandina de Jagua hasta 1846. Los flujos migratorios de franco-inmigrantes se detienen en 1868, dando paso al de procedencia española.
“Ambos flujos migratorios, el francés y el español, son muy diferentes, aunque se pueden descubrir ciertos puntos en común o regularidades inherentes”.
En 1861 el ascenso de la población de origen español es notable. Se evidencia la disminución de la inmigración francesa y el aumento de la población de la región, a expensas en primer lugar del crecimiento natural de la misma, aparejado a la introducción de negros esclavos en los predios cienfuegueros a través de la trata ilegal o traídos por sus dueños de las regiones vecinas, todo ello vinculado al desarrollo de la plantación azucarera esclavista y al siempre ascendente flujo migratorio de españoles.

Población extranjera en la región de Cienfuegos. 1846-1861
Pie: Elaboración Propia.
Fuentes: Cuadro Estadístico de la Siempre Fiel Isla de Cuba correspondiente al año 1846, Imprenta del Gobierno y Capitanía General, 1847, p.195 y Jacobo de la Pezuela, Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la isla de Cuba, Madrid, 4ts., Imprenta del Banco Industrial y Mercantil, Madrid, 1863-1866. T.1, p.396
La población de la jurisdicción en 1861 alcanzaba la cifra de 54 511 pobladores, de ellos 29 714 blancos (54,51%) y 24 797 negros (45,48%). La población considerada como blanca estaba compuesta por 28 326 nacionales (de ellos 1 620 eran naturales de España), 319 extranjeros, 1 053 asiáticos y 16 mejicanos (yucatecos) [14]. Dentro de los naturales de España se destacan por su número los procedentes de Canarias, Asturias y Cataluña, tal como se aprecia en la siguiente tabla.
Tabla 5
Población de origen español en la jurisdicción de Cienfuegos.1861
| Región de España | # de inmigrantes | % entre los españoles |
| Andalucía | 122 | 7,53 |
| Aragón | 19 | 1,17 |
| Asturias | 236 | 14,56 |
| Islas Baleares | 42 | 2,59 |
| Islas Canarias | 399 | 24,62 |
| Cataluña | 218 | 13,45 |
| Castilla | 134 | 8,27 |
| Extremadura | 14 | 0,86 |
| Galicia | 168 | 10,37 |
| Murcia | 17 | 1,04 |
| Navarra | 103 | 0,35 |
| País Vasco | 137 | 8,45 |
| Valencia | 11 | 0,67 |
| Total de Españoles | 1 620 | 100 |
Elaboración propia.
Fuente: Jacobo de la Pezuela, Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la isla de Cuba, Madrid, 4ts., Imprenta del Banco Industrial y Mercantil, Madrid, 1863-1866. T.1, pp. 168-170, 227, 261,397.
Se evidencia que en la población de origen español establecida en la región cienfueguera asciende en 1861 a 1 620 individuos. En dicha inmigración los canarios forman el grupo más numeroso representando el 24,6%; mientras que el grupo asturiano ocupa el segundo lugar con un 14,5% seguido de cerca por los catalanes con un 13,4% mientras los gallegos ocupan un cuarto lugar con un 10,37%. Si se revisan los por cientos de asentamiento en el centro jerarquizante de la región, es decir, en la Villa de Cienfuegos, se puede apreciar cómo los canarios son relegados al tercer lugar (13,1%), mientras que los asturianos (15,4%) se mantienen en el segundo y los catalanes (16,9%) ascienden al primer lugar. Todo ello confirma la teoría de que el inmigrante canario se asienta mayoritariamente en las áreas rurales y catalanes, asturianos, vascos y gallegos prefieren establecerse en las áreas urbanas.
A principios de la década de los sesenta la inmigración externa en la región histórica de Cienfuegos se ve protagonizada por españoles (1 722), en detrimento de la francesa (102) incluso los asiáticos superan ampliamente a los franceses (1 053). Ambos flujos migratorios, el francés y el español, son muy diferentes, aunque se pueden descubrir ciertos puntos en común o regularidades inherentes.
La primera diferencia estriba en el periodo histórico en que se desarrollan y las causas que lo generan.
El francés ocurre, para Cienfuegos, en un lapso de 50 años, entre 1818 y 1868. El flujo migratorio español se extiende desde 1819 hasta 1930 alcanzando su máxima expresión en el periodo denominado migración en masas que si bien es comprendido entre 1880 y 1930, tiene sus antecedentes en 1850.

Las causas de la inmigración francesa son principalmente políticas, varios acontecimientos compulsan a colonos franceses establecidos en América a emigrar a Cuba. En primer lugar la Revolución Haitiana, en segundo lugar la Revolución Francesa, las guerras napoleónicas y la restauración borbónica y en tercer lugar la adquisición de la Luisiana por los Estados Unidos, a estas causas súmesele en el último flujo migratorio francés el considerable crecimiento demográfico en Francia, específicamente en la región de Aquitania, de donde procede la mayoría de los franceses que emigraron a Cienfuegos en ese lapso de tiempo.
A diferencia de la francesa, la inmigración española se produce por causas económicas, justificada por la búsqueda de recursos de apoyo para una explotación familiar rural económicamente inviable por sus reducidas dimensiones, en un contexto de sobrepoblación relativa y de oferta limitada de trabajo. La situación económica, geográfico-natural y social en las principales regiones emisoras de emigrantes de España, sustentada en crisis agrarias y de subsistencia, junto a la explotación del campesinado y la creciente contradicción con la nobleza y el clero (propietarios de la tierra), motivaron un proceso migratorio como alternativa social, económica y familiar. Aunque no es menos cierto que numerosos españoles emigran en edades tempranas para escapar del servicio militar. [15]
El flujo migratorio de origen francés radicado en Cienfuegos se puede calificar de mixto es decir arriban individuos provenientes directamente de Francia, Burdeos mayoritariamente y a la vez se incorporan franceses y descendientes de franceses provenientes de las antiguas colonias francesas del Caribe y del continente Americano (Saint Domingue, N. Orleans, Filadelfia, Boston, entre otras. Los franco-emigrantes pueden ser blancos, negros y mestizos, predominando los primeros (97,3%). Si bien prevalecen los hombres libres, también se pueden encontrar esclavos. Por su parte los españoles provienen mayoritariamente de la Península e Islas Canarias por lo que se puede decir que es una migración directa, todos son hombres libres y de piel blanca.
Muchos de los inmigrantes franceses estaban alfabetizados a diferencia de los españoles entre los que predomina el analfabetismo, o el bajo nivel de instrucción. Es notorio el número de inmigrantes de origen francés que al arribar a territorio cubano están en posesión de capitales que les permiten emprender negocios propios y rápidamente convertirse en propietarios, hacendados (azúcar–café), comerciantes polivalentes, incluso algunos de ellos llegaron a tierras cubanas en posesión de esclavos. Por el contrario los de origen hispano llegan a Cuba en su mayoría desprovistos de recursos, llamados por un pariente cercano o amigo de la familia que le garantiza hospedaje y alimentación a cambio de largas jornadas de trabajo y salarios ínfimos.
“Las causas de la inmigración francesa son principalmente políticas (…) A diferencia de la francesa, la inmigración española se produce por causas económicas”.
A pesar de las diferencias se pueden hallar puntos de contacto o coincidencias en las regularidades migratorias de ambos grupos. Franceses y españoles constituyen una inmigración donde predominan los hombres blancos, jóvenes, solteros, con tendencia a asentarse en zonas urbanas y dedicarse a oficios y profesiones propios de ciudades como albañiles, carpinteros, artesanos, panaderos, marmoleros, zapateros, sastres, etc. Se advierte en ambos casos una polivalencia mercantil de comerciantes, industriales. La diferencia entre ambos grupos relativo a este aspecto radica en que los franceses al asentarse en Cienfuegos ya vienen formados con sus oficios y provienen del sector urbano en su país de origen, mientras que los españoles en su mayoría son de origen campesino y aprenden el oficio en Cuba o de campesinos pasan a ser dependientes del comercio y luego comerciantes.
El último cuarto del siglo XIX se encuentra marcado por el proceso de centralización y concentración de capitales y un acelerado desarrollo socioeconómico. Diferentes factores se combinaron y apuntaron hacia la necesidad de adoptar una política inmigratoria y de colonización satisfactoria con la que cubrir la demanda de braceros con los salarios fijados por hacendados y colonos. La abolición de la esclavitud y el crecimiento productivo azucarero crearon nuevas condiciones económicas y sociales en las que el emigrante, estacional o no, era una de las piezas claves para que continuara creciendo la principal industria del país.
Se produce entre 1861 y 1899 un acelerado crecimiento de la población determinado por las favorables condiciones económicas que presenta la región dada la importancia que adquiere ésta en la exportación de azucares y la importación y distribución de mercancías lo que atrae a un considerable número de inmigrantes mayoritariamente de origen español, si bien debemos destacar que dicho incremento se debe básicamente al aumento natural de los habitantes de la región.
La población de la región de Cienfuegos creció a pasos acelerados entre 1861 y 1887, principalmente la blanca que tiene un saldo positivo de 27 300 individuos en un lapso de 26 años, no así la población negra y asiática que presenta un decrecimiento paulatino entre 1877 y 1887 de 4 042 los primeros y de 49 los segundos. Al cerrar el siglo XIX, en 1899, la población de región cienfueguera alcanza los 108 612 habitantes para un incremento con respecto a 1887 de 22 726 individuos. [16]
“Franceses y españoles constituyen una inmigración donde predominan los hombres blancos, jóvenes, solteros, con tendencia a asentarse en zonas urbanas y dedicarse a oficios y profesiones propios de ciudades”.
Cienfuegos en apenas 61 años transita de colonia (1819) a villa (1830) y a ciudad (1880). En 1887 la ciudad de Cienfuegos como cabecera de distrito judicial es una de las urbes más importantes de Cuba, debido a su desarrollo socioeconómico. Pasa a ser la polis más poblada de la macro región de Las Villas con 40 964 habitantes. Supera a Remedios en 25 490, a Sagua la Grande en 22 634, a Sancti Spíritus en 11 686, a Trinidad en 11 516 y a Santa Clara, 8 473. [17]
Al concluir el siglo XIX los naturales de España asentados en la región histórica cienfueguera alcanzan la cifra de 13 114 inmigrantes lo que representa el 9,40% de la población total de la región. Al hacer un análisis del asentamiento español en Cienfuegos, vemos como se incrementó vertiginosamente la misma en el último cuarto del siglo. De 116 españoles en 1830, registrados en el padrón de la villa, la población cienfueguera, según el censo de 1899 alcanza la cifra de 13 114 españoles, para un incremento de 12 998 inmigrantes en un lapso de 69 años.
La población de origen español fue en ascenso en la medida que avanza el siglo XIX. Todo lo contrario a la presencia francesa en la región cienfueguera, que si bien fue de cierta manera importante en los primeros años de siglo, va disminuyendo a punto de casi desaparecer, tornándose insignificante desde lo cuantitativo. En 1830 el Padrón de la Villa recoge a 70 franceses asentados en Cienfuegos, el censo del 1846 registra un incremento a 96 y Pezuela informa 102 franceses en la jurisdicción cienfueguera, a partir de esa fecha los censos posteriores no definen la presencia extranjera por países de origen y el censo de 1899 solo lo hace para las ciudades más importantes del país. Esta última fuente recoge a tan solo 39 franceses radicados en Cienfuegos y a 148 en toda la provincia de Santa Clara.
Cienfuegos, fundada en 1819 como típica colonia de población blanca, incrementó su población a expensas de los movimientos migratorios, tanto internos como externos. La migración franco–hispana a Cienfuegos se caracterizó por estar integrada en su mayoría por hombres solteros blancos, con predominio de los nacidos en Francia y España, a pesar del importante contingente de franceses provenientes de Norteamérica e islas del Caribe francófono.
Si bien en su génesis la población de origen francés fue de cierta manera numerosa, en la medida que avanza el siglo XIX va disminuyendo. Los flujos migratorios de origen francés van a dar paso a la inmigración española, la cual fue en ascenso cuantitativo y cualitativo continuo, llegando a alcanzar sus cifras más altas en 1899.

Desde los inicios de la Colonia Fernandina de Jagua, en 1819, hasta la década del sesenta del siglo XIX, los franco−inmigrantes promovieron el desarrollo de la agricultura comercial a partir de su intervención en la plantación azucarera esclavista y la explotación de maderas preciosas. Por su parte, al adentrarnos en la década de 1880 los inmigrantes españoles establecidos en la región cienfueguera se han convertido en una colectividad que combina poder económico, poder político e influencia social, en detrimento del grupo francés. La élite socioeconómica de origen español establecida en la jurisdicción cienfueguera, en su gran mayoría se dedica a lo que se ha denominado comercio polivalente, que a la postre va a derivar también en las finanzas y las industrias.
El inmigrante francés, al igual que el inmigrante peninsular español, dio preferencia a los oficios y profesiones vinculados con los pequeños y medianos negocios de la esfera de los servicios urbanos. Por su parte los inmigrantes de las Islas Canarias se establecen mayoritariamente en áreas rurales desempeñando labores agrícolas. Por mayoría, ambas corrientes migratorias formaron parte de las capas populares de la región cienfueguera y, en menor cuantía, fueron miembros de la élite regional como burgueses esclavistas (hacendados y comerciantes).
Las actividades de un selecto grupo de inmigrantes franceses establecidos en la Colonia Fernandina de Jagua propició, en la primera mitad del siglo XIX, el progreso científico−técnico de la región cienfueguera en el tránsito hacia la modernidad. Por su parte los integrantes de la élite española a partir de la segunda mitad del siglo, pasan a dominar el comercio de importación y exportación por el puerto cienfueguero y demuestran una activa participación en las distintas sociedades mercantiles establecidas en la región. Esas mistas élites van a tener un papel protagónico en la sociedad civil a través de las directivas de las diversas asociaciones.
Entre fines del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX se produce en Cuba un gran auge de la economía plantacionista azucarera cubana, sustentada en un rápido y eficaz desarrollo tecnológico, sobre la base del trabajo asalariado y libre y la previa abolición de la esclavitud. Este desarrollo impacta en diversas áreas económico-sociales, como la comercial, convirtiéndose así la región histórica de Cienfuegos en uno de sus centros fundamentales en Cuba, lo que la convierte en uno de los polos receptores de inmigrantes más atractivos de la Isla.
La colectividad española tuvo preeminencia en la vida social y cultural de la ciudad de Cienfuegos. Ello se pone de manifiesto claramente en la arquitectura y el urbanismo. Fueron los grandes comerciantes polivalentes españoles quienes generan, a partir de los capitales acumulados, importantes edificaciones comerciales, domésticas o sociales. Edificaciones que vinieron a enriquecer y cambiar el entorno urbano, primero de la villa y luego de la ciudad.
Notas:
[1] Los colonos recibirían una caballería de tierra virgen gratuita, siempre que se comprometieran a tener desmontada la mitad antes de los dos años y no podían venderla hasta pasados cinco, lo cual estaba establecido por la cláusula No 10 de la contrata de colonización. Ver: Colectivo de Autores. Oficina de Asuntos Históricos del Comité Provincial del PCC de Cienfuegos: Tercera versión de la obra científica: Historia Provincial de Cienfuegos, periodo colonial. Cienfuegos. (Inédito).
[2] Laura Cruz Ríos, Flujos Franco-inmigratorios en las jurisdicciones de Cuba y Cienfuegos. 1818-1868. Tesis presentada en opción al grado académico de Doctor en Ciencias Históricas, Universidad de la Habana, 2014, Inédita.
[3] Violeta Rovira González, “Apuntes sobre la organización de la economía cienfueguera y significación de los franceses fundadores en ella. Introducción a la historia de Cienfuegos, 1819-1860, en: Revista Islas 52/53, septiembre 1975- abril 1976, pp.5, 13.
[4] Ibídem.
[5] Violeta Rovira González, Ob.Cit., p.31.
[6] Bernardo Prieto, capitán de los reales ejércitos españoles. Fue enviado a Fernandina de Jagua en 1826 por el Capitán General Francisco Dionisio Vives para realizar un estudio demográfico-económico de la villa.
[7] Archivo Nacional de la República de Cuba, en lo adelante (ANC). Fondo Gobierno Superior Civil, Legajo 633, Número de orden 19 996.
[8] Violeta Rovira, Ob. Cit., p.34.
[9] Alejandro García Rodríguez, Presencia asturiana en Cienfuegos. En revista Siga la Marcha, Sancti Spíritus, Números. 14-15-16 del 2000, pp.11-16.
[10] Padrón de la Villa de Cienfuegos, 1830. Museo Provincial de Cienfuegos.
[11] El fenómeno de la emigración masiva fue reconocido oficialmente en 1882 cuando se creó un negociado de emigración en el Instituto Geográfico, de esa forma se establecía el control estadístico de todos los pasajeros. María del Carmen Barcia Zequeira, “Un modelo de emigración “favorecida”: el traslado masivo de españoles a Cuba (1880- 1930)”, en: Revista Catauro, no. 4, 2001, p. 40.
[12] Ibídem, p.40
[13] Ibídem, p.40
[14] Jacobo de la Pezuela, Ob. Cit. p.227.
[15] Alejandro García Rodríguez, Inmigración, economía y sociedad. 1880-1920. Editorial Mecenas, Cienfuegos, 2010, pp. 20-23.
[16] Enrique Edo Llop, Memoria histórica de Cienfuegos y su jurisdicción, Imprenta Júcar, García y Cía., La Habana, 1943. pp.486-487, 684-685.
[17] Ibídem, pp.687-688.
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