“Teniendo en cuenta el hecho de que en esta semana nos han cambiado tantas veces el horario de programación de apagones”, dijo Brígida Sepúlveda, “convoco al círculo de amistades, esta vez en mi propia casa. No puedo prometerles que tendremos electricidad, porque nunca se sabe, pero el jueves nos vemos en mi sala a las tres de la tarde”, anunció.
Cándida, con su candidez habitual, dijo haber revisado la programación y que según dicho cronograma, al bloque cuatro, al cual pertenece el hogar de Sepúlveda, le tocaba apagón justo de tres a siete. “Mejor nos vemos en casa de Fefa, que siempre tiene luz”, propuso. “De eso nada”, ripostó Brígida. “Me niego a permanecer en un sitio que llamarán protegido, pero que no es más que un privilegio, una ventaja, un beneficio, una suerte de la que carecemos la mayoría. No, mis principios morales me impiden…”.
“Ay, chica, no seas extremista”, intervino Hilda, “no todos somos iguales. Pero si quieres reunirnos en tu casa, que así sea”.
Víctor llegó masticando maní de un cucurucho que compró en la esquina y acompañado de una catedrática amiga suya desde la infancia. “Mucho gusto, me llamo Esmeralda Pimentel”, dijo la recién llegada, “pero pueden decirme Espi. Espero que no les moleste mi presencia”.
“¿Ésta a qué vino?”, preguntó Hilda a Fefa. “Ni idea”, respondió la aludida, “pero démosle la bienvenida. Mucho gusto, respondió Cándida. Tome asiento”.
“Bien”, dijo Brígida. “Como ya les anuncié, el propósito de la reunión de hoy será que alguien explique el porqué de los cambios inesperados en la programación de los apagones. Ya no basta con dividirnos en bloques y publicar semanalmente los horarios del tiempo sin luz que nos tocan, sino que ahora los varían cada 45 minutos. Van a volver loco al calendario donde anoto los dichosos horarios. ¿Alguien me puede explicar?”
“Si me permiten una observación”, dijo tímidamente Esmeralda Pimentel, “en numerología, ese número, 45, significa energía dinámica, a menudo marcada por altibajos”.
“¿Y?” dijo Fefa, “¿de qué nos sirve esa información si a mis amigos les quitan la luz cada 45 segundos o 45 minutos?”
“Bueno, no sé, pero como en numerología se habla de energía y de altibajos, quizás ello explique que cada 45 minutos…”, respondió la Pimentel.
“… permítanme ilustrarles con otras curiosidades del 45 (…). Miren, es el número atómico del rodio, un material que se usa en joyería; 45 son los minutos que dura cada una de las dos partes de un partido de fútbol, y (…) es el prefijo telefónico de Dinamarca”.
“Ay, por favor, 45 días pasábamos en la escuela al campo cuando éramos jóvenes, hace como 200 años. Eso no tiene nada que ver”, añadió Fefa.
“También debo señalar”, continuó Esmeralda, “que el número 45 representa pasión, seducción y relación romántica”.
“Sí, cómo no. Mucha pasión, mucha seducción, más bien arrebato es lo que sentimos durante los apagones, no fastidies Espinosa”, opinó Brígida.
“Pimentel, mi nombre es Esmeralda Pimentel, aunque pueden llamarme Espi”, dijo la aludida. “Por otra parte, permítanme ilustrarles con otras curiosidades del 45, ya que lo mencionan tanto. Miren, es el número atómico del rodio, un material que se usa en joyería; 45 son los minutos que dura cada una de las dos partes de un partido de fútbol, y, lo más importante: 45 es el prefijo telefónico de Dinamarca”.
Un silencio se apoderó de la sala de Brígida, quien procedió a hacer café. En ese momento se fue la luz.
“Se los dije”, advirtió Cándida, “que hoy a este bloque le tocaba apagón. No me quisieron escuchar, y zás, nos hemos quedado a merced del calor de este verano. Bueno, gracias, Eneida, por la información brindada”.
“Esperanza, Esperanza es mi nombre” dijo la Pimentel. “Y de nada, un placer”, añadió.
“¡Ay, sí, qué interesante conocer el prefijo telefónico de Dinamarca!”, exclamó Hilda con la candidez habitual de Cándida.

“Pero vamos a ver”, dijo Sepúlveda. “¿Se puede saber qué relación, qué importancia, cuál trascendencia puede tener el conocimiento brindado por Estorina acerca del rodio ese de las joyas, un partido de fútbol, y un teléfono danés con estos cambios en los horarios de los espantosos apagones? Creo que me voy a desmayar”.
“Me llamo Esmeralda”, dijo la amiga de Víctor. “Esmeralda Pimentel, y tengo otras curiosidades que ofrecerles acerca del 45, por ejemplo…”.
“!Ay, volvió la electricidad!”, exclamó Hilda. “Este apagón duró exactamente 45 segundos. Yo creo que hoy apostaré a ese número, aunque esté prohibido”.
“Como les iba diciendo, para los pitagóricos, 45 era considerado un número triangular. O sea, que en numerología moderna, es un número de liberación con propósito, que marca la transformación tras reflexión profunda”, añadió Espi.
“¡Quítamela de adelante!”, bramó Brígida, “¡Victor, llévate a esta mujer de mi casa, llámese como se llame, antes de que yo me triangule, reflexione y me libere de ella!”.
“La violencia engendra violencia”, meditó Víctor en alta voz, para luego continuar “Mi amiga, Esmeralda Pimentel, si bien es cierto que vive como levitando en otra dimensión, acepta la realidad mucho mejor que nosotros. Escuchémosla, por favor”.
“… para los pitagóricos, 45 era considerado un número triangular. O sea, que en numerología moderna, es un número de liberación con propósito, que marca la transformación tras reflexión profunda”.
Hilda suspiró hondamente, Fefa repartió galletas de sal y Brígida se acomodó en su silla. “Si Esmérida es capaz de explicar los cambios de horarios cada 45 minutos y los apagones de 45 segundos, seguidos de otros de 50 de 45 horas, la escuchamos con mucho gusto”, sentenció Sepúlveda.
“Yo me llamo… da igual”, “pero resulta, que 45 es el cuarto número hexagonal y el segundo número hexadecagonal, siendo también el segundo número triangular más pequeño después del 1 el 10”.
¿Y? preguntó Fefa. ¿Para qué sirve saber eso?
Victor engulló un par de galletas antes de ampliar la información ofrecida por su amiga: “Contrario a lo que se podría pensar, o al menos lo que al parecer piensan ustedes, el número 45 no está relacionado con ningún insulto ni tipo de grosería. De hecho, este número posee un significado profundamente amoroso y cariñoso, lo cual lo ha convertido en una nueva forma de expresar afecto entre las personas”.
“¡Acabáramos!”, exclamó Sepúlveda. “Modifican la programación cada 45 minutos y nos quitan la luz 45 segundos a cualquier hora porque nos aman. Bonita forma de expresar afecto. Volvemos al principio, cuando Estatuniña habló de relación romántica. ¿Pues saben qué les digo? Que yo prefiero que no me quieran tanto, la verdad”
“Y yo, y yo”, dijeron Fefa e Hilda al unísono. “Yo”, dijo Cándida, “francamente entiendo las causas de los cortes de electricidad, por supuesto, pero sigo sin conocer el objetivo, el oscuro propósito de los cambios en los programas. Esto de pasión no tiene un comino”.
Volvió a irse la luz, Brígida, Fefa e Hilda se abanicaron con pencas del 1ero de mayo, y de nuevo quedaron en silencio. Exactamente 45 segundos después, se restableció el servicio eléctrico.
“Tengo a bien comunicarles”, dijo Esmeralda Pimentel, “que en numerología, el 45 va más allá de los rasgos individuales, ya que se extiende hacia una conciencia profunda por el bien común y la conciencia social. Por todo ello, este número suele estar asociado con la labor humanitaria, la solidaridad y la empatía hacia los demás”.
“!Ahora sí la mato, por mi madre que sí!” exclamó Brígida. “Hilda, hazme el favor de alcanzarme la escoba, un bate de pelota, una sartén, lo que encuentres, pero rápido, por favor”.
“‘Tengo a bien comunicarles’ dijo Esmeralda Pimentel, ‘que en numerología, el 45 va más allá de los rasgos individuales, ya que se extiende hacia una conciencia profunda por el bien común y la conciencia social’”.
Víctor procedió a tomar de la mano a su amiga, conminándola a retirarse: La luz se apagó para regresar en breves segundos, 45, para más exactitud, y ambos se encaminaron hacia la salida de la casa de Sepúlveda. El resto, quedó sentado, impasible.
“Mi nombre es Esmeralda Pimental. Me retiro profundamente consternada por la falta de sensibilidad de este colectivo, y ya que piensan aniquilarme, solo les diré que en lugar de una escoba, un bate o una sartén, y a tono con lo que hablábamos, mejor sería que consiguieran un arma, para lo cual sugiero la pistola 45, utilizada desde 1911. Es semiautomática, aunque curiosamente a partir de 1924, se le conoce por su nombre completo: Pistola automática calibre 45, ya que…”.
“!Llévatela, Victor, llévatela como viento de agua, haz el favor!”, gritó Fefa.
Justo cuando Víctor y su amiga ya se encontraban en la acera, o sea, 45 segundos más tarde, la casa de Brígida se sumergió en un nuevo apagón ante lo cual, Fefa dijo “Me defeco en el número 45, en Esmérida Pimienta, en los apagones, en los horarios y en todo lo que se menea”.
“Tampoco así”, dijo Cándida con su candidez habitual. Hemos aprendido mucho hoy. Yo creo que le debemos una disculpa a la amiga de Víctor, nos hemos portado muy mal, muchachitas, qué vergüenza”.
“Vergüenza ni vergüenza”, dijo Brígida. “No quiero volver a ver a… ¿cómo se llamaba, por cierto, Eneida… Esperanza… Esmérida? En definitiva, yo lo que quiero es tener una programación de apagones seria, estable, convincente…”
“¡Ay, volvió la luz, qué bien!”, dijo Hilda. “Solo han pasado 45 segundos, y eso significa, según Esmeralda…o como se llame, que…”
“¡Cállate, por favor cállate, y sirve más café!”, dijo Fefa, la única del grupo que vive en zona protegida. Y añadió “Vámonos todas a mi casa, a ver si nos relajamos. ¿Alguna quiere llamar a Dinamarca? Al menos sabemos el prefijo telefónico”.
Excelente, como nos tiene acostumbrados Laidi. La actualidad vista a través del humor.