De alegrías y lágrimas en Mayo Teatral
27/6/2018
La temporada de teatro latinoamericano y caribeño Mayo Teatral, llegó a su décima edición en 2018. Arribar a las dos décadas de vida, sin perder la energía y el sentido de riesgo, marca siempre a su programación como una fiesta.
Por causas de origen logístico, desembarcamos en La Habana durante la segunda parte de Mayo, por lo que me perdí algunas propuestas dramáticas que mucho me hubiera gustado aplaudir, sobre todo por el empuje y atrevimiento de sus alegorías sobre las tablas.
Foto: La Jiribilla
En esa lista personal están los montajes Hij@s de la Bernarda y Animales domésticos, de las compañías Tojunto, de Puerto Rico, y LATEscena, de Bolivia, dirigidos por las maestras Rosa Luisa Márquez (Premio Gallo de La Habana 2018) y Andrea Riera, respectivamente, las cuales deben estar felices con el resultado de sus creaciones, alabadas por público y crítica de manera unánime. Por suerte, antes de partir para la capital, alcancé a ver en Matanzas el espectáculo de calle ¿Dónde? Acción No 2, creación colectiva del grupo brasileño ÓiNóis Aquí Traveiz. Una obra estremecedora, defendida con las vísceras y el intelecto, denuncia social que habla de pasado y presente.
De las demás mujeres directoras ya había visto Caballas, espectáculo de Fátima Patterson, Premio Nacional de Teatro 2017, con su Teatro Macubá, de Santiago de Cuba. Alcancé a disfrutar de una de las joyas del evento El divino Narciso, por el Teatro de La Rendija, de México; texto de Sor Juana Inés de la Cruz, bajo la guía de Raquel Araújo. La puesta en escena, definida por sus creadores como un Juego Áureo, muestra a jóvenes actrices en un entorno espacial exquisito. Los versos de la monja escritora son más que dichos vividos, arropados por una sonoridad que se queda en los oídos después de concluida la representación.
Debido a cuestiones de horarios coincidentes entre los espectáculos participantes de Teatro de Las Estaciones (Cuatro y Retablillo de don Cristóbal y la Señá Rosita), y los de la artista Annabel Guérédrat, de Martinica, no tuve la posibilidad de apreciar su performance vocal Histeria, pero alcancé a escucharla en el desmontaje de su trabajo. Se trata de una mujer intensa, segura, orgullosa de su raza y su credo artístico, con concepciones muy claras en sus maneras de expresarse e intercambiar con los espectadores asistentes.
De los directores masculinos de Cuba y otras partes de la región latinoamericana, tuve con anterioridad la oportunidad de enfrentarme a varios trabajos. En este apartado se encuentra La cita, bajo la conducción de Osvaldo Doimeadiós, a nombre del Centro Promotor del Humor; risa y percepción femenina sin feminismo, crítica y sutilezas actorales en la piel de las jóvenes Andrea Doimeadiós y Venecia Feria, plenas, cambiantes, encantadoras. Jacuzzi, texto y puesta en escena de Yunior García, con su Teatro Trébol, de Holguín es otra de las muestras, con una escena limpia, apenas ocupada por una bañadera donde ocurre toda la historia, más mínimos elementos escénicos, una banda sonora sugerente, palabras candentes sobre la sociedad actual y los seres humanos que la habitamos, completadas por actuaciones sinceras, sin adornos, innecesarios para el criterio espectacular con que se sostiene la pieza.
10 millones, de Carlos Celdrán. Foto: Uneac
Los otros dos espectáculos vistos, firmados por Carlos Celdrán, Pedro Franco y María Laura Germán, son 10 millones, del habanero Argos Teatro, y CCPC, La República Light, de Teatro El Portazo, de Matanzas. Ambos tienen a Cuba y a los cubanos como el centro de sus preocupaciones, desde formas distintas de construir la escena, y a la vez similares en sus planteamientos descarnados, ora a través de la risa y el desparpajo del cabaret político, como sucede en CCPC…, o mediante los testimonios vibrantes de los actores de Argos Teatro, con palabras y gestos esenciales que sacuden el alma y hacen que reflexionemos sobre nuestras historias de vida.
Finalmente, pude concurrir a El banquete infinito, el más reciente estreno de Teatro de La luna, con autoría del dramaturgo y actor Alberto Pedro. Asistí al triunfo de lo esperpéntico y lo culinario mediante un jolgorio de trasfondo amargo, paródico, donde la risa encubre hondas tristezas. El poder y sus dominios, tan consistentes como frágiles, es puesto en tela de juicio con todos los recursos dramáticos de la poética de Raúl Martín, música en vivo, actuaciones virtuosas, y un tratamiento de la sátira que no descuida la fuerza de las metáforas.
El texto y la dirección artística del chileno Guillermo Calderón, creador bien conocido por los cubanos por obras como Neva; Diciembre; o Villa, volvió a inquietar en Mateluna. Realidad y ficción alternan en una puesta en escena donde lo político se vuelve razón, declaración de valentía, retrato teatral e ideológico del exguerrillero Jorge Mateluna, prisionero en circunstancias demasiado sospechosas. Conocido también en la isla, desde su etapa en el grupo El Clú del Claun, a finales de los años 80, es el argentino Hernán Gené. No pude ver, también por asuntos de horario, su unipersonal Mutis, montado a partir de textos de William Shakespeare, más un sugerente contenido autobiográfico, resumen de sus andares por las tablas, ya como clown o como el excelente histrión que es. Sí pude escucharlo en la sección matinal de la Sala Manuel Galich, en la Casa de Las Américas, que acogió a varios desmontajes, haciendo justicia al tema principal de Mayo Teatral: proceso y resultado.
Las torrenciales y constantes lluvias no pudieron detener las presentaciones de libros, revistas, los solicitados talleres, ni las funciones programadas, mas en la recta final, la triste noticia de un accidente aéreo ocurrido en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional José Martí, en la capital, añadió tintes dolorosos a la esperada cita bienal. Aun así, no se suspendieron las actividades, sino que se convirtieron en tributo y homenaje a los fallecidos, desde los mejores baluartes de la escena cubana y del área latinoamericana y caribeña. A las copiosas lluvias se sumaron las lágrimas derramadas en toda la nación y en otros países del planeta.
En los impresos, bolsas, promociones y afiches de Mayo Teatral, quedó fijada la imagen del hombre de cuerpo incompleto, que sostiene en la mano su cabeza, o tal vez la máscara de existir cada día. El cuidadoso trabajo gráfico es, hace rato, una de las marcas indelebles de esta cita primaveral, loable empeño de un equipo consolidado, amante de sus proyectos, levantados a golpe de no poco esfuerzo y muchísimo amor. Ellos posibilitan, cada dos años, que se abra una ventana a lo mejor del teatro en la región, mediante una curaduría sin tendencias monolíticas, realizada desde la imprescindible y necesaria diversidad en la mirada.