El bicentenario de San Alejandro

Leonardo Depestre Catony
21/1/2019

Con la Escuela de Pintura de San Alejandro en La Habana sucede lo que con las instituciones primigenias, como la Universidad de La Habana, el Colegio de Belén, el teatro Auditórium y algunas instituciones más en que la historia se entreteje al presente y así devienen patrimoniales. Antigüedad, prestigio y leyenda se integran para conformar espacios únicos ante las cuales la memoria se agita de recuerdos.

 La institución fue fundada en 1818, con el nombre Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura.
Foto: excelenciascuba.com

 

Decir San Alejandro es evocar, entre muchos otros, a su fundador, Jean Baptiste Vermay, un pintor ya hecho cuando desembarcó en Cuba a finales de 1815. Tendría entonces unos 30 años de edad y estaba avalado por los nombres de dos pintores importantes: el español Francisco de Goya, quien lo recomendaba al Obispo Espada, y el francés Louis David, de quien era discípulo, aunque se afirma que no alcanzaba su estatura artística.

En muy lúcida apreciación, el pintor y ensayista Jorge Rigol apunta:

La colonia vivía aún su momento de ‘iluminismo’. La clase dirigente instrumentaba su poder en la esfera de la cultura. Ya en los finales del pasado siglo (XVIII) durante el gobierno de Luis de Las Casas, se habían ido creando todas las instituciones típicas de la época. Faltaba una Academia de Dibujo y Pintura. En Cuba la necesidad era apremiante, ya que ‘por un trastorno funesto de las ideas sociales’, al decir de José Antonio Saco, los oficios, el de pintor entre ellos, se hallaban enteramente en manos de la ‘gente de color’.

Con el patrocinio del Obispo Espada y del Real Consulado, el emprendedor Vermay abrió en el patio del convento de San Agustín, en las calles de Aguiar y Teniente Rey, una pequeña escuela de artes plásticas. Algo después, el día 11 de enero de 1818, ahora con el espaldarazo de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, quedaba oficialmente inaugurada Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura, nombrada San Alejandro a partir de 1832 en honor del Intendente General de la Isla de Cuba, don Alejandro Ramírez. El primer director fue lógicamente Vermay.

Dos años después, en las Memorias de la Rea Sociedad Económica de Amigos del País, se ensalzaba la labor de Vermay en estos términos:

Su método de enseñar es el mismo que le inculcó este célebre profesor (David) en su escuela, y consiste en corregir con raciocinios y principios, más que con los hechos. El discípulo por este medio se ve precisado a poner toda su atención en la corrección verbal para que le sirva de guía en lo sucesivo, y si el maestro tiene que tomar el lápiz, lo hace siempre explicando el medio más fácil de ejecutar: los alumnos que están más próximos se acercan, ven, escuchan y así se encaminan a expresar por sí mismos sus ideas, objeto principal de este estudio.

El artista vivió y pintó en Cuba. Hizo trabajos de decoración interior en la Catedral y el Templete, ambos en La Habana Vieja. Trazó imágenes religiosas (ya perdidas) para varias iglesias habaneras, aunque de sus obras la más conocida es el Retrato de la familia Manrique de Lara, perteneciente a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes.

Vermay, de quien escasean los datos personales, murió durante una epidemia de cólera, el 30 de marzo de 1833. El gran poeta romántico cubano José María Heredia, autor de la celebrada “Oda al Niágara”, escribió su epitafio:

 

      Vermay reposa aquí: la lumbre pura

      del entusiasmo iluminó su frente,

      un alma tuvo cándida y ardiente,

      de artista  el corazón y la ternura.

     Era pintor: sembrado en nuestro suelo

     dejó su arte el germen poderoso

     y en todo pecho blando y generoso

     amor profundo, turbación y duelo.

Historia larga y fecunda la de la Academia de San Alejandro; historia que llega a nuestros días,
renovada en cada curso. Foto: Radio Cadena Agramonte

 

A Vermay lo sucedió al frente de la Academia otro pintor francés, igualmente discípulo de David, Guillermo Colson, autor de un cuadro de tema cubano: El Valle de Yumurí. Colson ocupó la dirección de la Academia por siete años, hasta que en 1843 pidió licencia para regresar a Francia. Lo sustituyó entonces, con nombramiento oficial como director, un tercer francés: Jean Baptiste Leclerc, autor de un retrato del presbítero y filósofo habanero Félix Varela.

Hitos en la historia de San Alejandro son la creación, en 1926, de becas para estudiantes pobres, que se obtendrían por oposiciones entre aspirantes en los municipios de cada provincia; la concesión en 1927 de la facultad para otorgar títulos de profesores en las dos ramas principales de sus enseñanzas: Dibujo y Pintura, y Dibujo y Modelado, y, en 1934, el otorgamiento de la categoría de Escuela Nacional Superior de Artes Plásticas San Alejandro, con 4 años de estudio, y 2 para su Escuela Anexa.

Esta Academia de Pintura de San Alejandro, con diversas sedes a lo largo del tiempo (la calle Dragones desde 1856, y a partir de 1962 en el moderno edificio de la Avenida 31 y la calle  100, en Marianao), es la misma en la que profesaron Miguel Melero, Armando Menocal, Leopoldo Romañach, Esteban Valderrama, Florencio Gelabert, Carmelo González y casi todos aquellos que, desmarcándose de los academicismos,  después configuraron las vanguardias pictóricas cubanas que revolucionaron las artes plásticas. Esta Academia de Pintura de San Alejandro es la misma en que estuvo matriculado por algunos meses José Martí.

Historia larga y fecunda la de la Academia de San Alejandro; historia que llega a nuestros días, renovada en cada curso, y cada nuevo ingreso, como la vida. ¡Enhorabuena jóvenes en estos 200!