Hace un siglo y un mes, el 16 de junio de 1925, en una localidad de El Jíbaro, actual provincia de Sancti Spíritus, nació Argelio García Rodríguez. Llegó sin sombrero; es decir: en serio; porque aún no se llamaba Chaflán.

Sé que muchos no tienen referencia del personaje, pues el 27 de junio de 1992 falleció después de haber conquistado públicos en diversos espacios, principalmente en los cabarets y centro nocturnos de Santa Clara, esto último entre 1957 y su fecha de fallecimiento. Cierto silencio cubre, con pedestre velo, su excelente y larga ejecutoria.

No solo al humor escénico se reduce la obra de Chaflán, pues también en la radio, la televisión, y los más diversos escenarios puso a reír a más de una generación de cubanos. Multifacético y cuidadoso, nunca la burla fue su piedra de toque en la búsqueda de la comicidad. La sugerencia, el dato oculto que invita a la lectura subliminal fueron sus armas. A ello se unía una dicción perfecta y una fluidez narrativa que daban fe de sus orígenes como locutor radial.

Fue un humorista de gran ingenio, comediante de clase que, valiéndose de la mínima utilería de un sombrero, lograba un pacto comunicativo singular con los asistentes a sus espectáculos. “Sin sombrero es en serio, con sombrero es en broma”. Esa dramaturgia se socializó rápidamente y constituyó una marca personal que de oficio le franqueaba la receptividad apenas subía a escena. Su proyección y gesticulaciones, generalmente sobrias, les conferían doble valor a sus parlamentos, médula central de un humor gestado en la escucha cómplice del auditorio.

“Pasó su centenario hace muy poco y aún pudiéramos conmemorarlo en lo que queda del año. Es nuestro deber”.

Sobre su biografía, vida familiar y trayectoria artística, así como sobre los valores conceptuales y fácticos de su humor, recomiendo la lectura de la entrevista que hace algunos años el también humorista Pepe Pelayo le hiciera a Pedro Argelio García, hijo del artista. Resulta el material más completo disponible en las plataformas digitales. Puede ser consultado en el blog personal Humor Sapiens, en la sección A tal humor, tal honor.

El boom del humor joven en nuestro país, iniciado en la década del ochenta del pasado siglo, con La Seña del Humor como grupo pionero más toda la saga de grupos como La Leña del Humor, Nos y otros, Salamanca, Humoris Causa, La Oveja Negra, y otros, cultivaron la línea del discurso inteligente e irónico, que tan certeramente explotó Chaflán. Los integrantes de esos colectivos siempre han reconocido el valor de lo hecho por el precursor villareño.

“No solo al humor escénico se reduce la obra de Chaflán, pues también en la radio, la televisión, y los más diversos escenarios puso a reír a más de una generación de cubanos”.

Pasó su centenario hace muy poco y aún pudiéramos conmemorarlo en lo que queda del año. Es nuestro deber. En la citada entrevista el hijo refiere poseer los materiales que Chaflán tenía compilados para la producción de su tercer disco. La publicación de esos materiales constituiría un buen aporte a la celebración. Otras acciones pudieran concebirse, no solo en el espacio provincial donde se desempeñó.

Vivimos días de muchas tensiones, tanto en lo doméstico como en lo político y social. Son días diferentes a los vividos por nuestro personaje, pero no debemos olvidar que siempre su quehacer estuvo vinculado con los días de revolución, desde antes del triunfo incluso, y bien sabemos que nunca hemos tenido temporadas fáciles. El humor es, sin duda alguna, no solo un buen paliativo sino también un excelente regenerador de almas. La vida nos da siempre motivos para la relajación reflexiva que el buen humor engendra. Hoy toca el homenaje, en serio. Pero tengamos el sombrero siempre al alcance del chiste.

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