La mejor manera de celebrar el Día Internacional del Jazz es también reverenciando a quienes pusieron este género en un nivel muy alto, dijo Ernán López-Nussa en los primeros minutos de su concierto, realizado en homenaje a esta fecha en el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.

El pianista, compositor y productor musical cubano goza de un elevado prestigio en nuestro país y a nivel internacional, pero ante todo se siente deudor de la obra de quienes le preceden y ello, no solo muestra su tino sino también su profunda humildad.

Quienes estábamos allí sabíamos entonces que lo que prometía la noche era extraordinario. Aun cuando en el repertorio pudiéramos disfrutar de temas conocidos suyos, como el primero, “Claxon”, ya era evidente a esas alturas que cada minuto de música sería un regalo. Justamente esa primera composición, cuyo título nos lleva hasta el sitio donde en La Habana se presenta cada martes, ya nos sumerge en la atmósfera de la aprehensión de lo que inicialmente el jazz ofrecía desde las tierras de New Orleans, a la manera de un auténtico cubano.

“Ernán López-Nussa continúa siendo un referente en el ámbito del jazz”.

Así fuimos testigos de su admiración por Frank Emilio Flynn, mágico ser que enriqueció el jazz latino con su impronta. Ahí estaba Ernán, ofreciéndonos su tema “Dinga, dunga, dongo” en homenaje al “Mandinga, sandunga, mondongo” de aquel genio de las teclas.

Acompañado por los músicos que habitualmente lo arropan en escena, una vez más esta presentación demostró la cohesión y total empatía que cultivan. Emir Santa Cruz en el saxofón, Antonio Guillén en el bajo y Lara Sprite en el bajo ya son su familia. En la trompeta Alejandro Delgado, Adner López en la batería y como invitados de lujo, Alejandro (Coqui) Calzadilla en el clarinete, José Julián Morejón (J.J.) en la percusión y la joven promesa Diego Abreu en el piano.

“Ernán López-Nussa vuelva a brillar”.

Sidney Bechet, el primer saxofonista soprano influyente en el jazz, fue homenajeado desde la versión regalada de su “Petite fleur”; el gran pianista Herbie Hancoch con su “Cantaloup Island”; el excelso compositor Robert Mellin con “My one and only love”; el afamado guitarrista Path Metheny con “Travels” y el virtuoso bajista Jaco Pastorius con “Chicken”, este último en calidad de Encore, pues los aplausos del público no cesaron durante varios minutos.

Como parte del repertorio personal de Ernán, estuvo el “Blues de Marieta” y “Amén”, sin olvidar la fuerza y vitalidad transmitida durante el regalo que fue “Mambo inn”, porque Mario Bauzá es de los imprescindibles por ser de los primeros en incorporar estilos musicales cubanos a la escena jazzística de Estados Unidos, especialmente en Nueva York.

El jazz, género de total libertad, vuelve a ser el pretexto para reunir a gente de mente y corazón abierto. Se convierte en el motivo principal para reunir a excelentes artistas y es el canal ideal para que alguien de la talla artística de Ernán López-Nussa vuelva a brillar.

Fundador de AfroCuba, luego de su disolución, trabajó con Silvio Rodríguez, con Cuarto Espacio, con Síntesis… Fundó su propio trío con el contrabajista Gastón Joya y el baterista Enrique Plá años atrás y hoy, continúa siendo un referente en el ámbito del jazz.

“El jazz, género de total libertad, vuelve a ser el pretexto para reunir a gente de mente y corazón abierto”.

Confesó una vez Ernán que no sabe qué hubiera sido de él si solo hubiera dirigido su carrera musical hacia los predios de la música de concierto. “Lo que sí siento es mucho placer cuando hago algún concierto con repertorio clásico, pero no más satisfacción que cuando toco jazz o música cubana”. Ahí está la explicación de lo que hoy es una certeza total.

El concierto fue el colofón perfecto para la exposición In jazz we trust de la periodista y fotógrafa Lilien Trujillo Vitón con curaduría de Patricia Silverio, presentada antes en Fábrica de Arte Cubano durante el 40 Festival Internacional Jazz Plaza.