Una heroína trágica es la protagonista de Bayamesa. Réquiem por María Luisa Milanés (premio Casa de las Américas, 2020), obra de Abel González Melo llevada a escena por Argos Teatro bajo la dirección de Yailín Coppola, joven dramaturga preocupada por exponer los conflictos que agobian a las mujeres. Otra vez se aviva la tradición de convertir en personaje teatral a un poeta; tendencia que alcanzó su esplendor en las aulas del Instituto Superior de Arte a finales de los 80 del siglo XX.

“Ficción y realidad se entrelazan en el texto dramático”. Imagen: Internet

El dramaturgo explora las razones que truncaron la existencia de la muy joven María Luisa Milanés, mujer de honda sensibilidad y de elevada inteligencia, asfixiada entre los imperativos patriarcales y la cotidianidad provinciana. Ficción y realidad se entrelazan en el texto dramático. Por una lado, los datos biográficos de la poeta; por otro, la imaginación del autor, herramienta certera para reconstruir el ambiente de una época donde no era posible que una mujer desarrollara una carrera literaria. María Luisa tuvo que usar un seudónimo (Liana de Lux) para publicar versos como este:

Tropecé lo fatal,
crucé por sobre el medio de la angustia y de la muerte,
y de una vida esquiva, lejana, sola y fuerte
me encuentro en el umbral.

“Su nombre se incluye en casi todas las antologías poéticas de Cuba, pero pocas veces se escuchan sus versos”. Imagen: Tomada de La Demajagua

Según el argumento, una joven actriz recibe el cofre de su bisabuela que resguarda los versos de María Luisa. La intensidad de los poemas —que hablan del amor, la soledad y la muerte— son el pretexto para indagar en la biografía de una escritora de la que apenas se habla. Es cierto que su nombre se incluye en casi todas las antologías poéticas de Cuba, pero pocas veces se escuchan sus versos, y en raras ocasiones se explica por qué se quitó la vida.

González Melo imagina los días y las noches de María Luisa, y recrea su entorno familiar y social para buscar las razones que la precipitaron al suicidio. Nacida en Bayamo, al oriente del país, estudió en La Habana y falleció en Santiago de Cuba, como consecuencia del disparo que se infligió en su vientre. La figura del padre, que alcanzó el grado de General en la Guerra de Independencia de España, desempeña un importantísimo rol en la vida de María Luisa, y también en la obra de teatro. La madre apenas se menciona en las biografías de la poeta, pero es presencia constante en la representación escénica. El esposo es otro eslabón de la cadena que ejercía férreo control sobre el cuerpo de la joven artista.

“El relato de sus dolores despliega ante el espectador el peso de la cultura patriarcal”.

Se expresa en versos el personaje de la poeta; hermosos y conmovedores versos que exponen las duras situaciones por las que atravesó María Luisa, en contraste con los parlamentos del resto de los actores, que dialogan en prosa. Subrayo el hecho de que sus contemporáneos la cuestionaban duramente, pero los miembros del grupo de teatro se duelen al comprender el horror que vivió la bayamesa.

El dramaturgo indaga en la biografía de una poeta muy joven, cuyos versos trepidantes conmueven a quien los escucha. El relato de sus dolores despliega ante el espectador el peso de la cultura patriarcal: una mujer que desea estudiar, con capacidad intelectual para desarrollarse en esa esfera de la vida, tiene que subordinarse a los prejuicios del padre, y luego del marido. Si el padre le desea un matrimonio con un buen partido; el marido que ella elige es capaz de insultarla y humillarla. El padre comprende al maltratador, porque ella ni siquiera pudo darle un hijo y se atreve a pedir el divorcio.

Parecería un compendio de horrores, pero fue la triste realidad que vivió María Luisa Milanés. Es el crudo retrato de la vida de una mujer que “no tiene el derecho de sus emociones, de sus inclinaciones, de sus aficiones, de sus aspiraciones, de su talento, sino el deber de lo que ‘está bien’ y la prohibición de ‘lo que está mal’”.

“Transcurre el siglo XXI y aún las mujeres batallan por el derecho a la vida”.

La directora Yailín Coppola aborda otra vez temas relacionados con la violencia contra las mujeres, y en esta nueva aventura creativa selecciona un elenco de jóvenes actores que salen airosos de esta dura prueba. Nolan Guerra, Chabely Díaz, Eme Fonseca, Mariana Valdés y especialmente Ariadna García, quien encarna el rol de la Milanés, deben lidiar con la crudeza del conflicto y representar el juego del teatro dentro del teatro; exponer el punto de vista de lo que cuentan y el contraste entre el personaje de época y el de la actualidad, y dominar la agilidad de los diálogos y el trabajo con los objetos escénicos.

Una escenografía sencilla, funcional y sugerente permite construir lugares de la acción. El vestuario juega con los contrastes epocales, desde las largas sayas y las blusas de fino vuelo hasta las botas y la licra que en algunas escenas viste la actriz protagonista.

Transcurre el siglo XXI y aún las mujeres batallan por el derecho a la vida. En esa contienda pueden escucharse los versos de la bayamesa María Luisa Milanés.