Jesús de Armas: alma de cemí

Maikel José Rodríguez Calviño
20/9/2018

Narra un antiguo mito taíno cómo, en cierta ocasión, el dios Deminán Caracaracol robó al iracundo Bayamanaco los secretos para hacer el fuego y elaborar el casabe. Al percatarse del hurto, Bayamanaco arrojó sobre la espalda del ladrón un guanguayo o escupitajo mítico que produjo una enorme protuberancia. Atormentado por el dolor, Deminán solicitó a sus hermanos que le abrieran la piel. Del corte brotó la ancestral Caguama, tótem taíno por excelencia, ancestral progenitora de los seres humanos.


Un mutuo encuentro (1990). Técnica mixta sobre cartulina

 

En el arte cubano contemporáneo vemos representada esta hermosa leyenda gracias a la muestra retrospectiva Jesús de Armas: drama y utopía, exhibida por estos días en el Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes. Con curaduría de Laura Arañó, la muestra rinde tributo al etnógrafo, arqueólogo, pintor, dibujante y realizador audiovisual Jesús González de Armas (San Antonio de los Baños, 1934-París, 2002), figura poco visibilizada en el panorama artístico cubano más actual.

He aquí otra de las necesarias exposiciones organizadas por los curadores de Bellas Artes en los últimos tiempos. A pesar de que su nombre hoy resulte extraño para muchos, Jesús de Armas desarrolló durante varias décadas una obra vastísima, centrada en el universo mítico e iconográfico gestado por la cultura taína en nuestro archipiélago. En consecuencia, su trabajo explora a profundidad los cimientos más autóctonos de la identidad nacional, investigando sus esencias, absorbiendo sus imaginarios, reflejando con ironía y mordacidad el doloroso proceso de conquista y colonización que extinguió a nuestros primeros habitantes, a los cubanos originarios.

Artista gráfico por excelencia, fino cultor del humor, director de “muñequitos” para adultos, De Armas desempolvó y reprodujo en su poética gran parte de las pictografías que actualmente encontramos en grutas y cavernas dispersas por todo el país. La simbología taína, sus concepciones del universo, sus mitos cosmogónicos y antropogónicos, así como el encontronazo con el hombre europeo colonizador y las consecuencias derivadas de esta traumática experiencia, cuentan entre las múltiples temáticas que reflejó mediante pinturas y carbonadas. Su dibujo, poderoso y lineal, rico en figuras antropomórficas agresivas, itifálicas, sonrientes, habrían de influenciar (tal y como nos aclara Laura Arañó en sus palabras para el catálogo) las poéticas de artistas tan conocidos como José Bedia, Juan Francisco Elso Padilla y Ricardo Brey.


Cemí (1991). Carboncillo sobre cartulina. Foto: Maité Fernández

 

Gracias a Drama y utopía, hoy podemos apreciar, de forma sistemática y cronológica, una sustanciosa parte de la producción artística ejecutada por este indispensable creador. La propuesta curatorial, correctamente museografiada, abarca un amplio número de piezas que forman parte de varios fondos museables, entre ellos la Colección del Museo Nacional de Bellas Artes, la Colección del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam y la Colección del Museo Internacional del Humor de San Antonio de los Baños. Cabe agradecer la inclusión de fotografías y audiovisuales que ilustran el paso de De Armas por el Departamento de Dibujos Animados del ICAIC, el cual dirigió desde su fundación hasta 1967.

Insisto en la utilidad de esta muestra, por cuanto somete a consideración de las nuevas generaciones, y del público en general, la obra de un creador que supo centrar su interés en uno de los tres pilares étnicos y culturales de nuestra identidad. Mitos, ritos, resistencia y cubanía hayan cobijo en la propuesta, ideal para acercarnos al rico imaginario de un hombre habitado por muchas de esas presencias, de esas deidades, de esos cemíes que hoy definen y enriquecen una parte insoslayable de la mitología cubana.

El iracundo Bayamanaco, el deforme Deminán Caracaracol, la madre totémica Caguama, el héroe cultural Albeborael, el consumo ritual de la cohoba, la resistencia del aborigen y el empuje genocida del conquistador están aquí, en estos dibujos y pinturas. Solo nos resta acercarnos y prestar atención. “Escucha, que todo habla”, reza un viejo proverbio africano. A eso nos convida hoy Drama y utopía: a la escucha visual y al ejercicio de la memoria.   

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