Este 10 de enero de 2024, transcurridos 95 años del asesinato de Julio Antonio Mella, su figura política ha sido recordada en Cuba y en otras latitudes.

Ha vuelto su pensamiento y acción en recortes de frases revolucionarias, como líder estudiantil, fundador del primer Partido Comunista de Cuba y de la Federación Estudiantil Universitaria. Sus ideas han llenado el aire de fresca conciencia, un valor que lleva gran esfuerzo alcanzar, una virtud que no viene dada de regalo, sino que es construida y que, a la vez, siempre estará en disputa.

Aún se recuerdan las escenas de Mella en México en medio de la noche, baleado en la calle Abraham González por orden de Machado, el dictador que lo perseguía y que mandó a los esbirros a cumplir su objetivo aquel 10 de enero de 1929. Pero no pudieron con su legado; no se llevarán nunca el trueno de su voz de denuncia al imperialismo ni su bregar para que se comprendiera la importancia y necesidad de formar al sujeto político “estudiante”, una categoría que enorgullece las rebeldías, cuando se unen universidad y pueblo. Esas ideas han perdurado hasta nuestros días y continuarán, siempre que seamos capaces de enseñarlas a las nuevas generaciones y puedan recrear a Mella, en el aquí y ahora de nuestro tiempo.

Sabido es que Cuba y México son simultáneamente las patrias de Mella. Con motivo del 120 aniversario de su natalicio, celebrado el 25 de marzo de 2023, un compañero mexicano estudioso del líder, el Licenciado René Ortiz, visitó Cuba y en aquel marco de homenajes, dejó en el Museo de la Revolución de La Habana, la donación de unas muestras de cristal de roca, acontecimiento promovido por los historiadores cubanos Adys Cupull Reyes y Froylán González.

Se preguntarán ustedes ¿Qué relación hay entre el cristal de roca y Julio Antonio Mella? Aquí viene el dato curioso. Mientras Adys y Froilán investigaban en profundidad la vida de Julio Antonio Mella en México encontraron, en cartas escritas por el líder revolucionario, el antecedente de que en la Academia Newton en La Habana él había sido alumno de Salvador Díaz Mirón, mexicano y exiliado en Cuba, quien influyó en su amor por el ideario de José Martí. En dichas cartas, Mella menciona que Cuba le debía al poeta veracruzano un monumento de cristal de roca.

Adys y Froilán dan a conocer este dato a Ortiz, quien afirma que aquel giro metafórico de Mella, podría estar relacionado con el poema “A Gloria”, escrito por Díaz Mirón, que dice así:

No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.

Es así como Mella le pone carnadura al pensamiento de Martí “Honrar, honra”, según Ortiz, Pero no recita al poeta, sino que lo internaliza y agradece a Díaz Mirón, quién lo había formado y le había dado herramientas para enfrentar los problemas del mundo en que vivía.

Ortiz reflexiona que Mella, con su inteligencia y sensibilidad, pudo haberse basado en el poema para dar sentido a la unión entre la ideología martiana y el homenaje a su maestro, Díaz Mirón.

Es así como Mella le pone carnadura al pensamiento de Martí “Honrar, honra”, según Ortiz, Pero no recita al poeta, sino que lo internaliza y agradece a Díaz Mirón, quién lo había formado y le había dado herramientas para enfrentar los problemas del mundo en que vivía.

El cristal de roca también conocido como cuarzo blanco (o transparente e incoloro) es famoso por su gran capacidad para purificar y potencializar los buenos sentimientos. Decían los antiguos griegos que la piedra cristal estaba formada por agua congelada, incapaz de derretirse, por lo que hacían cálices con esta. Para los japoneses era la simbología del infinito, de la inmensidad del universo, de constancia y esencia. Dentro de la filosofía india era considerado un poderoso energizante de la energía vital.

Las piedras de cristal de roca, donadas por Ortiz en un acto solidario, fueron recibidas en 2023 por el Licenciado José Pérez, director del Museo de la Revolución en La Habana, institución que las resguarda para dar cuenta de la representación e identificación de Julio Antonio Mella con su maestro, Salvador Díaz Mirón. El registro realizado por Adys Cupull y Froilán González, es la fuente que ha permitido escribir esta nota*.

Dicen que, en el discípulo se reconocerá al maestro. Mella, con la transparencia del cristal de roca, con su firmeza y su luz. Mella, muriendo por la Revolución y naciendo para la Revolución, cada día.