En mi apartamento la más pequeña saltó primero, emocionada señalaba a la pantalla, a la bandera cubana en casa del señor Néstor. Sobre avisados pudimos ver otros signos igual de cercanos, como Fidel y el Che. “Viste”, le comenté, eso es para que sientas orgullo de nuestro país y de sus símbolos. De inmediato, las redes cubanas de la virtualidad se fueron llenando de capturas de la telenovela brasileña de turno, como expresiones del mismo sentimiento que invadió a mi hija. Era la primera lectura, bajo el primer resplandor.

Pero, ¡cuidado con agradecerle a TV Globo por esos segundos de fondo con algunos de nuestros símbolos! Mejor contextualicemos, para aproximarnos a las verdaderas intenciones de la corporación brasileña y de los realizadores del culebrón.

Segundo Sol, título original del teledrama producido por TV Globo, contó con la dirección artística de Dennis Carvalho, al frente de la realización de otras novelas televisadas aquí, como Una Mujer llamada Malú, Vale Todo, Paraíso Tropical, Insensato Corazón y Mujeres Ambiciosas. La historia fue creada por João Emanuel Carneiro, un guionista ya conocido por los televidentes cubanos con novelas como La Favorita y Avenida Brasil. Experimentados en reutilizar fórmulas y sortilegios, efectismos, extravagantes puntos de giro y excesivas peripecias de los villanos con tal de mantener la tensión de la historia. Añádase a estos “ganchos” el uso y abuso de estereotipos.

“¡Cuidado con agradecerle a TV Globo por esos segundos de fondo con algunos de nuestros símbolos!”

Se trasmitió desde mayo hasta noviembre de 2018, es decir en medio de una encarnizada contienda electoral, en las que disputaban dos proyectos políticos opuestos: el de las alianzas de la burguesía lideradas por Bolsonaro (PSL) y Alckmin (PSDB), y el de las fuerzas de izquierda, para el beneficio de las masas populares, representada por Lula/ Haddad (PT), Ciro Gomes (PDT), Marina Silva (REDE) y Vera (PSTU).

Gobernaba Michel Temer, el desgastado sustituto de Dilma Rousseff, y se consumaba por entonces el encarcelamiento y la inhabilitación del presidente más valorado en la historia de Brasil. En enero de ese año, Luiz Inácio Lula da Silva, el favorito para los comicios, fue condenado en segunda instancia por “corrupción pasiva y lavado de dinero”, ratificándose la que antes le impuso el juez de Curitiba Sergio Moro. Era parte una estrategia de judicialización o lawfare, relacionada a una megacausa conocida como “Lava Jato”, y que comprendió el golpe contra Dilma Rousseff en 2016.

Una campaña mediática, de criminalización y persecución judicial en la que jugó un papel importante la Globo. El Jornal Nacional, el noticiero con mayor audiencia del país, mantuvo una guerra de baja intensidad informativa como fue denunciada por el propio Lula en la audiencia ante el juez Sergio Moro. Incluidas informaciones falsas sobre cuentas en el extranjero de los ex presidentes petistas.

“El golpe no habría sido posible sin el ataque sistemático y la sórdida campaña de desmoralización que la Globo hizo contra el gobierno de Dilma y el PT”, declaró Lula.

Durante meses, la más poderosa corporación mediática de Brasil se encargó de “bombardear” a los brasileños con noticias sobre supuestos casos de corrupción relacionadas con el partido gobernante, que dieron paso al proceso de destitución de la primera presidente mujer de Brasil; con una historia muy parecida a la de Néstor, pues desde muy joven militó en organizaciones marxistas, fue guerrillera, apresada y torturada por la dictadura militar.

“Me imagino la excitación de Globo poniendo mi fotografía preso. Van a tener orgasmos múltiples”, declaró Lula en un acto público antes de entregarse a la policía. “Los grandes monopolios de comunicación fueron decisivos para el golpe. La Red Globo, en particular, fue uno de sus principales articuladores y su gran propagandista. El golpe no habría sido posible sin el ataque sistemático y la sórdida campaña de desmoralización que la Globo hizo contra el gobierno de Dilma y el PT”, aseguró Lula en una entrevista para Nodal.

Para la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, Globo ha creado matrices que criminalizan a Lula. “Eso ayudó a formar la opinión pública y a presionar al Poder Judicial”. También João Pedro Stedile, de la Coordinación Nacional del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), responsabilizó a esta corporación del golpe contra Lula. “Ella (red Globo) es la autora intelectual del golpe, es la coordinadora política de las fuerzas de derecha. Es la mayor responsable por el golpe aplicado sobre el pueblo”.

“Los grandes monopolios de comunicación fueron decisivos para el golpe”.

Se estima que la familia Marinho, dueña del conglomerado Globo, controla más del 60% de las audiencias y de la publicidad en el gigante suramericano. Detenta la hegemonía no solo en la televisión, sino también entre los diarios, la radio, la música y el cine. Para sumar poderes en la producción simbólica, acapara junto a familia Civita el 60% del mercado de las revistas.

Como argumenta el historiador Rodrigo Patto Sá Motta, los “discursos anticomunistas ampliaron su presencia en el espacio público durante las elecciones de 2014 y en el proceso de impeachment de 2016, al tiempo que contribuyeron a dar forma e impulsar el liderazgo de Jair Bolsonaro, elegido presidente en 2018”. A menudo, añade el también académico, publicistas de extrema derecha como Olavo de Carvalhoa “recurrieron a la estrategia de conectar los gobiernos liderados por el PT a Estados inspirados en la matriz soviética (especialmente Cuba), como si hubiera una fuerte línea de continuidad”.

“Este grupo, si quiere quedarse aquí, tendrá que someterse a la ley de todos nosotros”, dijo Bolsonaro sobre el Partido de Trabajadores en un video difundido a activistas, una semana antes del balotaje contra Fernando Haddad en octubre del 2018. “O se van al extranjero o van a la cárcel. Estos criminales rojos serán desterrados de nuestra patria”.

Digamos con Marx y en clave semiótica que si una sociedad es una estructura, como lo es un canal y una telenovela, los signos que emite este sistema político, esta corporación mediática y esta obra audiovisual, poseen un valor ligado a esa totalidad, a esa pesada matriz de significación y asignación de sentidos. Los significantes caen en esa red gravitacional, son leídos, se relacionan y se le asignan sentidos, según esa estructura o sistema totales, según las culturas y las cosmologías dominantes, más activas en el imaginario.

Si una sociedad es una estructura, los signos que emite este sistema político poseen un valor ligado a esa totalidad, a esa pesada matriz de significación y asignación de sentidos. Imagen: Cortesía del autor

Un signo adquiere valor en su relación con otros signos; un mismo símbolo puede significar ciertas cosas para algunos sujetos, activar unas emociones o sentimientos, y provocar reacciones muy distintas en otros espectadores. El proceso comunicativo se constituye en un proceso complejo de codificación y decodificación, de producción y apropiación simbólica, de asignación grupal o individual de sentidos; procesos todos mediatizados y contextualizados. Una puede ser la intención del que discursa, del que proyecta y factura, una composición visual para un determinado público, coyuntura y cultura, y otro el mensaje que se percibe o metaboliza.

No descartemos una pretensión muy diferente a la que deseamos; de que se buscara la estigmatización (anticomunista) del “enemigo”, de Lula y los petistas, de los adversarios de las clases dominantes y de los dueños de Globo. Nuestra enseña nacional pudo manosearse como un estereotipo más, servir como mero instrumento para ese oscuro propósito, de acuerdo a la habitualidad en ese contexto y coyuntura. Muy en contraste con el valor particular que puede tener la bandera cubana para Néstor o para mi niña.

Se supo, en medio de la trasmisión de la novela, que en la sinopsis original, era el viejo comunista el que violaba a la adolescente Laureta y la iniciaba en la prostitución. “Néstor era la única pasión en la vida de Laureta”, informó una periodista local. Tenía planes de intentar sacar a la joven de la prostitución, pero terminó con ella y con ese propósito después de conocer a Naná (Arlete Salles).

Una narrativa bien cercana a la criminalización que hiciera Carvalho en su libro O mínimo que você precsa saber para não ser um idiota, publicado en 2013, donde describe a los líderes izquierdistas como inmorales, “violadores o explotadores de mujeres, viles opresores de sus empleados, agresores de sus esposas e hijos”.

Se pudo buscar, incluso con el cambio de libreto, que bajo la candidez del comunista, del pobre y viejo farmacéutico, prevaleciera la significación totalizadora de una “caja de sorpresas” y del “rojo” como “origen del mal”, como padre de Laureta y Remi, de los villanos de Nuevo Sol.

Con estas nuevas luces, hagamos un nuevo ejercicio de significación.

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