Cuando siglos atrás los colonizadores españoles, como buenos católicos, se iban a las iglesias a encontrarse con Dios, dejaban a sus hijos al cuidado de los esclavos. Aquellos hombres y mujeres negras, cazados en varias regiones del continente africano y traídos por miles a Cuba encadenados de manos y pies, les hablaban a los amitos de las costumbres de sus pueblos, del poder de sus dioses, creencias y tradiciones. Así, desde abajo, creció otra cultura que no era precisamente española y menos aún católica.
En la configuración de nuestra identidad cultural ha sido esencial la preservación de aquellos cantos, bailes y tradiciones africanas. Tal es el propósito de cada celebración del Festival Internacional Timbalaye, que desde el 25 hasta el 31 de agosto tiene lugar en La Habana en su edición XVII.
Inaugurado oficialmente en la sala Manuel Galich de Casa de las Américas con la realización del Sexto Coloquio Internacional Timbalaye que contó con la presencia de prestigiosos intelectuales, investigadores, cultores y promotores del legado cultural africano, la décimo séptima edición de Timbalaye tuvo su preámbulo en el Pabellón Cuba el domingo 24 de agosto. En dicho espacio, que acoge hasta el 31 de agosto la Feria de la Cultura Cubana Arte en La Rampa, junto a presentaciones artísticas de consagradas agrupaciones folclóricas, se efectuó el panel Voces ancestrales, dedicado a explorar la influencia conga en la música y danza cubanas.
“El evento se desarrollará en La Habana, Matanzas, Artemisa, Mayabeque, Cienfuegos y Villa Clara. Agrupaciones, cabildos y promotores de otras provincias en coordinación con las direcciones territoriales de Cultura, han organizado sus propias actividades”.
En palabras de Irma Castillo, vicepresidenta del Comité organizador de Timbalaye, en esta ocasión como en el pasado año “nuestro Festival llega a varias provincias del país. El evento se desarrollará en La Habana, Matanzas, Artemisa, Mayabeque, Cienfuegos y Villa Clara. Agrupaciones, cabildos y promotores de otras provincias en coordinación con las direcciones territoriales de Cultura, han organizado sus propias actividades para responder a la voz de la rumba presente hasta en los más intrincados rincones del país. Timbalaye, enfatizó Castillo, se ha convertido en una fiesta popular que se vive y se disfruta a lo largo y ancho de la isla”.
El evento, que está dedicado a la voz del Congo en la rumba y enarbola como lema “hay un congo, cará”, deviene homenaje sincero a los cantos, bailes y tradiciones legadas por culturas ancestrales africanas que hace más de un siglo se convirtieron en parte imprescindible del entramado cultural identitario de nuestra nación.

Atractivas propuestas culturales centradas en la realización de conciertos, presentaciones artísticas de reconocidas agrupaciones músico danzarias, además de coloquios, talleres, conferencias, encuentros comunitarios y visitas a sitios históricos, distinguen el programa de esta nueva edición de Timbalaye que cuenta con la presencia de invitados extranjeros procedentes de México, Italia y “de manera muy especial de Panamá. En esa nación, los congos han sido reconocidos como patrimonio inmaterial de la humanidad y allí estamos colaborando con un interesante proyecto que se desarrolla en uno de sus barrios. En sentido general, Timbalaye visibiliza el legado africano no solo en Cuba, también en América Latina y el Caribe”, subrayó Irma Castillo.
Como parte de la iniciativa contemplada en el proyecto Timbalaye Viviendo en los barrios, el evento desarrolla su amplio y variado programa de actividades en distintas comunidades. Entre ellas se destacan, por ejemplo, el barrio Atarés donde tuvo lugar, en un emotivo encuentro, el reconocimiento a personalidades por su encomiable labor como cultores y promotores de las tradiciones africanas. Asimismo se efectuaron presentaciones artísticas a cargo de diferentes grupos de aficionados formados en la propia localidad, cuyos residentes demostraron cuan fuerte es el arraigo de los bailes y cantos africanos sumándose al recorrido de las legendarias comparsas El alacrán y Los marqueses de Atarés por las principales calles del barrio.
Para Esmeralda Naranjo Wilson, profesora de danza, vocalista, bailarina y productora de Descendencia rumbera, cada edición de Timbalaye reafirma la conexión que existe entre el pasado y la contemporaneidad.
Otra sede escogida como escenario para las diversas actividades incluidas en el programa de la XVII edición de esta cita que cuenta con el auspicio del Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de Casas de Cultura y las direcciones provinciales, es la Casa de cultura Joseito Fernández.
Radicada en el municipio capitalino Centro Habana, esta institución históricamente ha acogido las diferentes ediciones de Timbalaye y en esta oportunidad recibió los espectáculos ofrecidos por populares agrupaciones músico danzarias. Entre ellas, el Coro Folclórico Nacional y la compañía Descendencia rumbera que presentó al público asistente La guantanamera, un espectáculo de alto vuelo artístico titulado El congo en la rumba.
En opinión de Esmeralda Naranjo Wilson, profesora de danza, vocalista, bailarina y productora de Descendencia rumbera, “cada edición de Timbalaye contribuye a afianzar la valiosa herencia africana en nuestra cultura, especialmente en manifestaciones tan genuinas como la rumba. Asimismo, en cada celebración se reafirma la conexión que existe entre el pasado (la historia) y la contemporaneidad, representada esta última, por ejemplo, en el grupo de niños que atendemos en la Casa de cultura del barrio Los Sitios, donde radica nuestra sede. A través de sistemáticos encuentros con ellos contribuimos a preservar la esencia, las raíces de nuestra identidad cultural y de manera general nuestra identidad como nación”.
Para la clausura de la edición XVII del Festival Internacional Timbalaye, el próximo 31 de agosto, sus organizadores han previsto la siembra de una Siguaraya, un mítico árbol que al decir de Irma Castillo “tiene mucho que ver con los congos, con su amor por las plantas y la naturaleza, con su compromiso con el cuidado del medio ambiente” y que es igualmente expresión de vitalidad y resistencia. La misma que caracteriza a los cubanos y que desde siglos atrás, como parte de sus cuidados, inculcaron a los amitos aquellos hombres y mujeres traídos de África.

