No cabe análisis teórico, urge la denuncia. Hay que dar a conocer el horror del exterminio de toda una población, heroica pero indefensa. Palestina es un pueblo mártir.

Todo cuanto denunciemos, por todas las vías, por todos los medios se convierte en un aporte para la comprensión del genocidio que hoy enfrenta Palestina, un llamado a dejar huella desde la solidaridad, la empatía y la búsqueda de una paz con justicia y en libertad.

Hace unos pocos días, en La Casa del Artista en la ciudad de Caracas, Shuruk Duqqa, integrante del Movimiento de Solidaridad con Palestina, ponderó que, “… se busca llamar la atención, sobre lo que significa el sionismo en el mundo, una ideología que actualmente ya está siendo conocida y que ha superado la ideología nazi. Por esto debemos prestar muchísima atención, porque las garras del sionismo no solamente realmente están en Palestina, sino que están en Suramérica y en el mundo. Prestemos atención a esto ya que, a este genocidio, a este conflicto, esta aberración que comete el régimen israelí, sobre el pueblo palestino, lo tenemos más cerca de lo que quizás podamos creer”.

“Los más de 37 200 asesinatos de palestinos civiles, el 50 por ciento de ellos mujeres y niños, no solo es aberrante y sádico por parte de los sicarios israelíes; es un triste mechón de muestra de lo sucedido en 75 años de ocupación y muerte”.

El sionismo es neofascismo, es imperialismo, es colonialismo y es apartheid. No hay un crimen mayor que otro. Lo que ocurrió en la “Segunda Matanza Mundial” fue espeluznante y vinimos como Humanidad a conocerla, gracias a los relatos de los supervivientes, de los vencedores, con el mayor mérito a los pueblos soviéticos y al Ejército Rojo; pero lo que ocurre hoy en Palestina, es visto y seguido en tiempo real por los medios de difusión, por las redes sociodigitales y todo internet.

Se confunden los sentimientos: pánico y asombro; terror y parálisis; consternación y dudas en la justicia, los derechos humanos, los valores morales, la ética y la política en función de la paz, la solidaridad y la concordia.

Los más de 37 200 asesinatos de palestinos civiles, el 50 por ciento de ellos mujeres y niños, no solo es aberrante y sádico por parte de los sicarios israelíes; es un triste mechón de muestra de lo sucedido en 75 años de ocupación y muerte.

“El esposamiento permanente de los prisioneros provoca profundas secuelas físicas, que a veces conducen a la amputación de miembros magullados”.

Por el mundo circulan decenas de fotografías tomadas por soldados israelíes en donde muestran a decenas de prisioneros rodeados de alambre de púas, esposados y sentados en el suelo con los ojos vendados en mitad de la noche. Los obligan a permanecer inmóviles día y noche, sin poder hablar entre ellos o incluso acostarse a dormir. Los soldados golpeaban periódicamente a los prisioneros, lo que les provocaba fracturas de huesos y dientes.

El esposamiento permanente de los prisioneros provoca profundas secuelas físicas, que a veces conducen a la amputación de miembros magullados: “las palizas no se dan para obtener información. Se hacen con un espíritu de venganza”, dijo un empelado israelí de estas cárceles.

También se encarcela a los palestinos heridos que caen prisioneros. Se les encadena a las camas, con los ojos vendados y semidesnudos. Totalmente inmovilizados, los detenidos son alimentados con una pajita y se les proporcionan pañales. Los tratamientos médicos son mínimos, por no decir inexistentes, y la mayoría de las veces se llevan a cabo sin anestesia por médicos no cualificados.

“Palestina es la cárcel a cielo abierto más grande del mundo”.

Palestina es la cárcel a cielo abierto más grande del mundo. Su territorio se le es negado como hogar y trastrocado, por obra y gracia de la maldad imperialista, en una espantosa prisión. Con y sin barrotes de por medio, allí sufre permanente agonía toda la población palestina sin distinción, desde miembros de asociaciones humanitarias hasta niños. Se supo que en abril pasado, el poeta, activista revolucionario y luchador de la resistencia Wallid Daqqah murió de cáncer, después de 38 años de confinamiento y privación de atención en las prisiones de ocupación.

La “guerra contra las mujeres y niñas” es otra manera en que se conoce a este genocidio. Según expertos en derechos humanos de Naciones Unidas, centenares de mujeres y niñas palestinas han sido detenidas arbitrariamente en Gaza y Cisjordania ocupada; algunas de ellas han sido “cruelmente golpeadas” y sometidas a “múltiples formas de agresión sexual”.

Bajo custodia israelí se practica también la violencia sexual contra hombres y niños. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (Unrwa, por sus siglas en inglés) ha documentado que a dos hombres palestinos se les introdujo un palo de metal caliente o eléctrico en el ano, lo cual causó la muerte de una de las víctimas como consecuencia de las heridas. Las agresiones sexuales y las amenazas de agresión sexual contra menores bajo detención militar de Israel vienen alertando desde hace tiempo.[1]

“¿Cómo es posible que Estados Unidos no tenga en su espuria y selectiva lista de ‘países patrocinadores del terrorismo’ a Israel y a sí mismo, como cómplice, suministrador de muerte y sufrimientos, además de coautor del genocidio?”

El sumario de crímenes horrendo da cuenta de que se hallaron fosas comunes en Gaza, después de que se desenterraran más de 520 cadáveres en los hospitales Nasser y Al Shifa, “muchos de los cuales presentaban signos aparentes de tortura y ejecuciones sumarias, y posibles casos de personas enterradas vivas”. Se suma la práctica terrorista del confinamiento en jaulas de personas detenidas, deshumanizándolas y exponiéndolas a la intemperie, de mujeres retenidas en jaulas metálicas sin protección contra el frío, el sol o la lluvia. En algunos casos se ha relatado que se han soltado perros de ataque contra los y las detenidas enjauladas que han aterrorizado y mordido a los menores.

En el colmo in extremis de la aberrante enajenación (único modo que explicaría que los humanos podamos proceder así), las fuerzas israelíes han grabado y publicado innumerables clips e imágenes de abusos contra personas palestinas detenidas. Personal israelí se ha grabado a sí mismo cometiendo abusos —a menudo en aparente estado de diversión disfrutando de su impunidad— y ha divulgado las imágenes en redes sociales.[2]

Pido perdón por esta nauseabunda relatoría, pero tenemos el deber de denunciar, no callar, no ser cómplices del genocidio israelí contra el pueblo palestino. Está documentado que tanto Israel como el autodenominado Estado Islámico (EI) han utilizado métodos de tortura como el “shabeh” o “fantasma”, por el que se cuelga a la víctima de las muñecas fuertemente maniatadas durante horas o días, causando un dolor extremo por la dislocación de las articulaciones que a largo plazo puede producir discapacidad.

“Palestina vivirá. Palestina vencerá”.

Según los informes, las fuerzas israelíes han aplicado también descargas eléctricas a los y las detenidas. A las fuerzas israelíes se les acusa además de arrancar las uñas con alicates a palestinos y palestinas detenidas, de apagar cigarrillos en sus cuerpos y de utilizar pistolas de clavos contra ellos.[3]

Si esto no es terrorismo de Estado y físico, ¿qué es? ¿Cómo es posible que Estados Unidos no tenga en su espuria y selectiva lista de “países patrocinadores del terrorismo” a Israel y a sí mismo, como cómplice, suministrador de muerte y sufrimientos, además de coautor del genocidio?

Los pueblos tienen que saber. La conciencia y la solidaridad internacional por la causa Palestina tiene que ser más masiva y contundente. Nadie puede permanecer indiferente.

Palestina vivirá. Palestina vencerá.

Notas:

[1] https://vientosur.info/los-metodos-de-tortura-de-israel-se-parecen-a-los-horrores-del-estado-islamico/

[2] Ídem.

[3]  Ídem.

1