Buenos días, compañeras, compañeros. Gracias por compartir con nuestro colectivo en la celebración de este nuevo aniversario.

Apenas un año después de constituido el Ministerio de Cultura, se hacía realidad el anhelo de Julio Antonio Mella de sistematizar el estudio de la obra de José Martí. Tenía lugar un hecho trascendental: la fundación del Centro de Estudios Martianos (CEM), por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro y del Dr. Armando Hart.

Es útil repasar los documentos aurorales que favorecieron la creación del Centro. El Decreto no. 1 del Consejo de Ministros, del 19 de mayo de 1977, donde se legaliza la fundación, comienza, precisamente, citando las Glosas al pensamiento de Martí:

Martí —su obra— necesita un crítico serio, desvinculado de los intereses de la burguesía cubana, ya retardataria, que diga el valor de su obra revolucionaria considerándola en el momento histórico en que actuó. Mas hay que decirlo, no con el fetichismo de quien gusta adorar el pasado estérilmente, sino de quien sabe apreciar los hechos históricos y su importancia para el porvenir, es decir, para hoy. [1]

“Apenas un año después de constituido el Ministerio de Cultura, se hacía realidad el anhelo de Julio Antonio Mella de sistematizar el estudio de la obra de José Martí”.

Además del reconocimiento a Martí como inspirador y guía en el proceso de liberación nacional, y como el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada, se cita un fragmento del discurso de Fidel del 10 de octubre de 1968, cuando se conmemoraba el centenario del inicio de la Guerra de los Diez Años. Declaraba entonces el líder de la Revolución cubana: “Y debemos decir que nuestra patria cuenta con el privilegio de poder disponer de uno de los más ricos tesoros políticos, una de las más valiosas fuentes de educación y de conocimientos políticos, en el pensamiento, en los escritos, en los libros, en los discursos y en toda la extraordinaria obra de José Martí.” [2]

Al indagar en la historia del CEM llama inmediatamente la atención la altura académica del primer consejo de dirección: presidido por Roberto Fernández Retamar e integrado, además, por los doctores Julio Le Riverend, José Antonio Portuondo, José Cantón Navarro y Ángel Augier. En representación del Seminario Juvenil Nacional de Estudios Martianos, Francisco Noa; como responsable de la Edición crítica de las Obras completas de José Martí el doctor Cintio Vitier, a cargo de la documentación martiana, Nydia Sarabia. Luis Toledo Sande y Umberto Peña, respectivamente, como responsables de las publicaciones del CEM y el diseño. Como secretaria científico-técnica, la doctora Marina Fernández Román.

Era, obviamente, un equipo compuesto por figuras cimeras de las ciencias sociales y humanísticas del momento, a tenor con la complejidad de la tarea asignada, de la mayor prioridad. Martí fue el inspirador de la gesta revolucionaria, y era, y lo continúa siendo, el capital teórico fundamental de la Nación cubana, y de su vínculo con Nuestra América y el mundo contemporáneo. No se trataba de justificar una vigencia a ultranza, sino de trazar las directrices del trabajo académico de la institución, y asimismo, su vínculo con la sociedad, con el pueblo cubano, que ha sido y es el héroe por antonomasia de todas nuestras luchas. En los complejos años 70, era la obra martiana ─como lo es hoy─, el lazo cultural y afectivo que podía unir en torno a la Patria a todos los cubanos de buena voluntad, aquellos que, para decirlo en palabras de otro grande, el Padre Félix Varela, deseen verla “tan isla en política como lo es en la naturaleza”. [3]

El CEM no es solamente un espacio de ejercicio académico y rigor investigativo; también tiene un compromiso inmenso con Cuba y su pueblo, del que es parte intrínseca. Foto: Lázaro Hernández Rey

Desde el ámbito literario, Martí fue sin duda alguna el fundador del Modernismo, y no se dejó encandilar por afrancesamientos o anglicismos coyunturales: al contrario, conocedor de otras lenguas-culturas, supo como nadie convertirlas en sabia renovadora de la lengua española, a la vez que se apropiaba de las riquezas más genuinas del legado de sus padres, de la tradición clásica de los poetas del Siglo de Oro, y fue capaz de incorporarle el espíritu renovador de los pueblos nuevos, en el momento de mayor pujanza y esplendor de nuestras literaturas nacionales, coincidentes en el denominador común modernista, por encima de las diferencias lógicas.

Quien dude de las afirmaciones anteriores, que se adentre en las páginas deslumbrantes de las Escenas norteamericanas ─donde se asiste a ese proceso veloz de lectura crítico creativa de la prensa norteamericana, traducción para sí mismo y reescritura casi simultánea─, que evidencia el desarrollo de una escritura que no tiene ni precedentes ni epígonos en nuestra lengua.

Sobre la autenticidad americana de Martí mucho se ha escrito, porque es tema muy frecuente en toda su obra. Quiero compartir con los presentes un fragmento tal vez menos conocido, no exento de humor e ironía, que alude a los vínculos innegables con España, pero también a las rupturas y emergencias de nuevos modos de vida y de decir, después de la independencia de nuestras repúblicas. Se trata de una divertida carta a su amigo y colaborador puertorriqueño Sotero Figueroa:  

Marzo, 1891

Mi ejemplar Figueroa:

Va ese héroe a por [4] los libros, como dicen en la castiza España, de quien quisiéramos hablar mejor, pero de quien ni en esto de lenguaje podemos a derechas hablar bien. Porque Vd. escribe, vamos, que muy pocos españoles de los de uva pura me lo pudieran descalzar; y cuenta que nosotros somos, y a mucha honra, españoles de maíz. Y en esta hablanza es de ley que me dirija, con galiparla y todo, a pedirle prestada “La España Moderna”.

Su

José Martí

En el tono zumbón, de burla, se nota el remedo del habla popular madrileña: obsérvese el vamos entre comas, a la vez que hay una defensa de los orígenes nuestramericanos en la oposición uva vs. maíz. La burla del afrancesamiento de ciertas élites en la España de la época es toda una defensa de las raíces comunes de la hispanidad, independientemente de las diferencias con Nuestra América.

“Sobre la autenticidad americana de Martí mucho se ha escrito, porque es tema muy frecuente en toda su obra”. Foto: Tomada de Internet

La España Moderna fue una de las más prestigiosas revistas culturales españolas de entre siglos, de carácter intelectual, científico y literario, fundada y dirigida por el jurisconsulto, escritor, catedrático de Historia del Arte y banquero José Lázaro Galdiano (1862-1947). Martí fue un lector asiduo de ella.

De esa indagación en la autoctonía y su vínculo con la universalidad se nutrió siempre la obra martiana. Nada de lo que aconteció en su época le fue ajeno a Martí. Por eso su obra nos plantea cotidianamente las más diversas interrogantes, y ello explica por qué desde los mismos albores de la institución, y aún desde mucho antes, a inicios de la década del 60, figuras de gran prestigio continental, como Ezequiel Martínez Estrada y Juan Marinello, estuvieran hablando de la necesidad de acometer la Edición crítica de las Obras completas de José Martí.

Hoy este proyecto, que dirige el Dr. Pedro Pablo Rodríguez, y acomete un equipo de investigadores del CEM y colaboradores cubanos y extranjeros, ha llegado a 29 tomos impresos y 32 terminados. Tiene ilustres antecedentes, por supuesto, en los dos tomos pioneros que trabajaron Cintio Vitier, Fina García Marruz y Emilio de Armas. Es ilustrativo, no obstante, traer a colación las palabras introductorias de Fidel al primer tomo de esta obra. Luego de elogiar el rigor y la minuciosidad del trabajo realizado en el primer tomo, afirmó:

Lo más importante, a nuestro juicio, es que esta edición puede convertirse en un magnífico instrumento para conocer mejor y profundizar aún más en el pensamiento martiano. Este es un deber insoslayable. Si en nuestra Revolución se funden, como en un crisol de la historia, las ideas avanzadas y la obra patriótica de los forjadores de la Patria, con la doctrina y la obra universales de la clase obrera y el socialismo, ello quiere decir que no podrá haber verdadera formación ideológica y política del pueblo, verdadera conciencia comunista, sin el conocimiento de los admirables aportes de José Martí a la Revolución Cubana, a la liberación de América Latina frente al peligro imperialista y al pensamiento revolucionario de su tiempo.

Martí es y será guía eterno de nuestro pueblo. Su legado no caducará jamás. En la medida que avanzamos hacia el porvenir se agranda la fuerza inspiradora de su espíritu revolucionario, de sus sentimientos de solidaridad hacia los demás pueblos, de sus principios morales profundamente humanos y justicieros. Bien merece Martí y bien merece su pueblo que la Revolución agradecida, con esta Edición crítica de las Obras completas del Maestro, levante un legítimo monumento a la proeza de su genio intelectual y revolucionario. [5]

“Continuemos por nuevos derroteros, con las ideas como arma, en pos de una patria mejor, con ‘fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud.’ Cuba y la Humanidad lo necesitan”.

Que la cotidianidad, las durezas de la vida y la rutina implícita en toda tarea, por magna que sea, no nos hagan perder de vista la responsabilidad que llevamos con nosotros. No somos solamente un espacio de ejercicio académico y rigor investigativo. Tenemos un compromiso inmenso con Cuba y su pueblo, del que somos parte intrínseca, y con las causas justas de esta humanidad abocada a uno de los peores momentos de su historia.

La conmemoración de este aniversario nos hace evocar otro momento de la historia de la institución, cuando cumplía 25 años de fundada. En aquella ocasión recibimos una carta de Fidel, expresiva de su reconocimiento a la labor cotidiana de quienes trabajábamos aquí:

No es posible minimizar el papel que está llamada a desempeñar esta institución dentro de la colosal batalla de ideas que libra hoy el pueblo cubano, en la misma medida en que el pensamiento y la acción revolucionarios de José Martí, objeto del afanoso trabajo cotidiano del Centro, están en el corazón mismo de esa batalla. Uds. han sabido convertir el legado martiano, más que en materia de rica creación intelectual, en apostolado de elevada ética social y humana y de apasionado patriotismo. // Nuestro pueblo, agudamente sensible a todo lo que se relacione con sus más preciadas esencias, sabe muy bien que en el Centro de Estudios Martianos cuenta con un poderoso ariete y una formidable trinchera de ideas.” [6]

Continuemos por nuevos derroteros, con las ideas como arma, en pos de una patria mejor, con “fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud.” Cuba y la Humanidad lo necesitan.

*Discurso pronunciado en el acto por el aniversario 48 del Centro de Estudios Martianos (CEM), celebrado el 17 de julio de 2025.


Notas:

[1] Julio Antonio Mella, Glosas al pensamiento de Martí, 1926. Cfr. Decreto no. Del Consejo de Ministros, 19 de mayo de 1977.

[2] Fidel Castro Ruz: Discurso del 10 de octubre de 1968.

[3] Varela.

[4] Cursivas en OC.

[5] Fidel Castro Ruz. [Presentación de la primera edición] Unas palabras a modo de introducción. En José Martí, Obras completas, edición crítica, tomo 1, p. 7.

[6] Fidel Castro Ruz: Carta a los trabajadores del Centro de Estudios Martianos: 19 de julio de 2002.

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