Negros y blancos: todos somos la nación cubana

Gabriela Véliz López
21/10/2016

La más reciente publicación de la escritora Zuleica Romay, Cepos de la memoria. Impronta de la esclavitud en el imaginario social cubano, fue merecedora del Premio Academia Cubana de la Lengua. La ceremonia tuvo lugar este lunes en el Colegio San Gerónimo de La Habana Vieja, con la presencia de destacadas personalidades de las letras cubanas como Nancy Morejón, Roberto Fernández Retamar y Reynaldo González, a cargo de las palabras de elogio. La gala estuvo amenizada por el joven pianista Franco Rivero Bueno, quien interpretó cuatro piezas inéditas de Ernesto Lecuona.

El director de la Academia Cubana de la Lengua, Rogelio Rodríguez Coronel, mencionó la pertinencia de las ideas y la calidad de la prosa como principales criterios de evaluación para el otorgamiento de dicho galardón.

“En este caso, llamó la atención la manera en que Zuleica fue capaz de construir un texto a la vez coloquial y de corte científico, con total dominio de ambos registros del lenguaje. Esto lo convirtió en una lectura muy atractiva, una experiencia que el público agradece. La profundidad de sus ideas, así como la utilización de ejemplos concretos sobre temas que se debaten en la sociedad cubana contemporánea, establecen una excelente comunicación con el lector. Por eso los miembros de la Academia decidieron premiar esta obra”.

La discriminación racial implícita y explícita, tema central de este ensayo, constituye un fenómeno muy relevante en la sociedad cubana actual. Para su tratamiento, la autora apela a una serie de elementos históricos referentes a la conformación de la sociedad contemporánea, que reflejan pensamientos aún enraizados en el subconsciente y el imaginario colectivo.

En opinión de Rodríguez Coronel, Romay logró un texto muy fluido, ilustrado no solo a partir de su experiencia personal, sino también de lo que la propia ciencia aporta.

La también presidenta del Instituto Cubano del Libro, declaró a La Jiribilla que la importancia de su obra radica en el fuerte basamento histórico, a partir de una herencia que data de finales del siglo XVIII.

“El ensayo se proponía lograr el análisis de unaproblemática compleja y muy antigua en Cuba, desde unaperspectivaque comparte afinidades entre la sociología y la psicología social. Al mismo tiempo aspiraba a que el lenguaje tuviera la belleza suficiente como para que al lector no se le hiciese árida la lectura”, expresó Romay.

La autora considera que la ciencia no debería apelar solamente al intelecto, sino también a las emociones, por lo que espera que este texto sea leído no solo con el cerebro, sino también con el corazón. Su mayor satisfacción no es el premio, sino el hecho de que el público se vea reflejado en su obra. En ella intenta transmitir que este fenómeno es esencial para el avance de nuestros procesos de integración nacional y que, para cambiar la historia, hay que conquistar al pueblo: “El país no puede proponerse una batalla final contra el racismo sin antes conquistar la voluntad de cada uno de los ciudadanos”.

Apasionada de la literatura y la historia, Romay asegura que ambas deben ir siempre de la mano: “Los países que fuimos colonizados por potencias europeas y sometidos a la esclavitud como régimen de explotación, tenemos hoy procesos de integración nacional mutuos, porque somos tierras cuyos residentes originales fueron brutalmente masacrados y sumamente diezmados. De ahí que estas sociedades se conformaron a partir de lo que quedó de los pobladores originarios más los emigrados. Esos procesos son siempre muy complejos, ya que una nación se forma no solo en términos administrativos, políticos o económicos, sino también de ideales, por lo tanto, se debe convencer a la gente de que todos somos parte de esa nación, pero siempre una parte queda excluida. Es entonces que se escribe en la historia del país la lucha de aquellos que quedaron fuera, por ser tenidos en cuenta como parte de la nación”.

“No es solamente en Cuba donde se está luchando por construir una identidad nacional que no sea excluyente, sino que contemple la diversidad como lo natural. Debido a las persistentes y voluminosas olas migratorias en el mundo de hoy, seguramente no existe una nación que no esté experimentando un proceso de reconstrucción y reinterpretación de su identidad”.

Cepos de la memoria… tuvo en Cuba una modesta tirada de dos mil ejemplares ya agotados. Además, está nominado al Premio de la Crítica Científico-Técnica. La autora confiesa su deseo de obtener este lauro, en aras de lograr la reimpresión del ensayo.

Romay comentó que ha tenido una gran acogida por parte del público. Incluso en las redes sociales se han publicado comentarios polémicos. La investigadora no aspiraba a que la gente estuviera de acuerdo con todas sus tesis, pues alega que la principal función de las ciencias sociales es problematizar los procesos sociales en aras de descubrir sus aristas más peliagudas: “La literatura no debe proponerse resolver ningún problema, con incentivar el debate ya hace un aporte importante”.

La escritora se encuentra actualmente motivada por un nuevo proyecto literario en el que intenta reinterpretar uno de los textos más referenciados de Fernando Ortiz, “Los factores humanos de la cubanidad”, en el que el autor compara el proceso de formación de la nacionalidad cubana con un ajiaco. Al decir de Romay, esa es una metáfora poderosa, que tiene impactantes tesis socioculturales, aún vivas en la sociedad cubana.