Hace diez años decidiste partir y recordar ese momento siempre duele. Pero al mismo tiempo, tú sabes que te encontramos diseminado en todo lo profundo y raigal con que identificamos a Cuba, condición devenida de este pueblo que solo la otorga a los consagrados.


Hermano:

Quienes tuvimos el privilegio de conocerte, hablamos a cada rato de tu personalidad sencilla, franca y campechana, la que se requería para afrontar el desarrollo de ese enorme contexto integrador de cubanidad que significa Los Van Van.

Por supuesto, nunca pensaste en eso, porque te hubiera sido imposible plasmar esa diversidad de temas que todavía nos hacen gozar a lo cubano. Esto me permite ver, con el transcurso de los años, cómo tu nombre se ha engrandecido debido a esa fabulosa herencia que nos has dejado en la querida orquesta.

“(…) es la memoria de tu pueblo agradecido la que ha decidido tenerte para siempre al lado de su corazón”.

Puede que no me creas, Juan, pero estoy seguro que llegará el momento en que las futuras generaciones hablen de ti y de Los Van Van como un suceso extraordinario de la música contemporánea y no faltará quien te eleve hasta la categoría de mito. Aunque tú y yo sabemos, junto a un montón de gente más, que el secreto para explicar esa intensa vitalidad creativa se encuentra en tu capacidad para apropiarte de nuestras esencias culturales, pero con un sabor y una gracia que a menudo rozan lo increíble.

Pues sí, mi hermano, desde este décimo aniversario prepárate para crecer hacia el infinito en la consecución de una gloria que hace rato ya sabes ganada, pero es la memoria de tu pueblo agradecido la que ha decidido tenerte para siempre al lado de su corazón.

Fortísimo abrazo,

Guille

P.D. Vaya, Juan… mira que intento escribirte lo más distanciado posible, pero es mentira. Te extrañamos un montón, hermano…

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