Hace diez años, el 1 de mayo de 2014, La Habana amaneció con una noticia que recorrió el mundo entero. Falleció Juan Formell, uno de los más geniales protagonistas de la música popular bailable en Cuba, el músico que mantuvo la tradición moderna de la charanga enriquecida con los nuevos tiempos y supo rescatar la tradición sonera y dotarlos de nuevas sonoridades, creando una palpitante crónica de la vida cotidiana.

Tras conocerse la noticia, su hijo, el baterista Samuel Formell, declaró a la agencia EFE que su padre murió a causa de las complicaciones de un padecimiento hepático, que lo mantuvo durante la última semana internado en un hospital de la capital cubana. “Realmente el hígado no le estaba funcionando bien, había tenido sangrados y la hemoglobina le había bajado”, dijo Samuel, uno de los seis hijos del artista. “Todavía no me lo puedo creer, el miércoles por la tarde escuchó música conmigo, pero después empeoró”, añadió el hijo del fallecido músico, quien explicó que los restos de su padre serían cremados.

En el Teatro Nacional se velaron las cenizas del capitán de los Van Van y sus admiradores desfilaron para darle el último adiós. Los músicos de Los Van Van y de otras agrupaciones le ofrecieron una misa y descarga musical al líder del boom de la salsa, el songo y la música bailable en general.

Van Van impuso una profunda renovación en la música popular bailable. Imagen: Tomada de Trabajadores

Ya el llamado boom de la salsa, la timba o, la música popular bailable contemporánea, había llegado a la cima. Después, como casi siempre sucede, junto a Formell se fueron despidiendo José Luis Cortés, Adalberto Álvarez y César “Pupy” Pedroso. Los cuatro gigantes de la música bailable de la segunda mitad del siglo XX.  

El golpe ha sido demasiado fuerte; la música cubana pasa por el desafío más difícil de todos los tiempos.

Juanito llegó al mundo en el seno de una familia de profundas raíces musicales y realizó sus primeros estudios con su padre Francisco Formell, profesor, compositor, flautista, pianista y arreglista. Nació en la calle Santiago (detrás de la antigua Compañía de Electricidad), en La Habana, el 2 de agosto de 1942; barrio de Cayo Hueso, en el entorno del Callejón de Hamel, sede del movimiento feeling.

El niño Juanito llegó a la música en un momento de transformaciones, ya en plena juventud. A sus 17 años, Cuba experimenta una transformación social muy grande. Muchos músicos fueron a residir al exterior. Comenzaba una nueva era con jóvenes músicos. La música electrónica, fruto de los avances en ese campo, había cambiado al mundo. Formell recibió esa asimilación del pop español (el shake, el go go, el beat).

Dentro de la Orquesta Revé, el joven Formell supo fundir todo eso con el changüí, el son, lo yoruba y, con un talento fuera de lo común, en 1969 fue creando variantes: el songo, y toda una música de la cual, en su momento, algunos decían: “No hay Dios que la entienda”.

En Van Van coincidieron cuatro colosos de la música popular bailable, como Formell y César Pedroso (en la foto), José Luis Cortés y el percusionista “Changuito”. Imagen: Tomada de Juventud Rebelde

Todas las novedades musicales causan choque, sorpresas y hasta incomprensiones. Formell tenía su misión. Sabía que el mundo cambiaba, había que transformar la música y en eso echó todo su ingenio. La primera etapa no fue fácil, aunque hay que reconocer que no estaba solo: junto a él había una pléyade de jóvenes muy atrevidos. Su compañero de batalla César “Pupy” Pedroso, venía con una tradición de música sonera a través de su padre.

Más adelante José Luis Cortés —hay que decirlo— ayudó mucho en los arreglos y la dinámica de la orquesta. Y en la percusión había un talento inusual llamado José Luis Quintaba, “Changuito”, que llevaba el ritmo en la rara charanga electrónica, como le llamaron algunos. Vean ustedes cómo esta orquesta reunió a cuatro colosos de la música bailable.

En suma, Formell logró crear, patentizar e imponer una “cadencia bailable” que le funcionó todo el tiempo y, a la distancia de 55 años, sigue haciendo bailar a sus seguidores. Esa patente tiene su misterio, el misterio de la música llena de sabiduría popular cubana.

La orquesta recibió en 1999 el Premio Grammy por su álbum Llegó Van Van, un clásico de la explosión musical y la gracia criolla. Imagen: Tomada de Internet

César “Pupy” Pedroso y José Luis Cortés colaboraron en las composiciones y grabaciones, pero indudablemente uno de los fuertes de Formell era su asombrosa creatividad en crónicas sociales musicales de su tiempo. A ello hay que añadirle su disciplina y perseverancia “jesuita”, aprendida de su padre.

En su formación, Juanito recibió el influjo de reconocidos músicos cubanos como Félix Guerrero, Rafael Somavilla, Armando Romeu, Antonio Taño y Orestes Urfé. Trabajó en diversas agrupaciones musicales como las de Pedro Jústiz (Peruchín), el combo de Guillermo Rubalcaba y la orquesta del cabaré Caribe del hotel Habana Libre bajo la dirección de Carlos Faxas y el apoyo de Juanito Márquez.

En 1967 se incorporó a la Orquesta Revé, con la que incursionó ampliamente en la charanga y comenzó sus experimentos con el piano acústico y la amplificación acústica en los violines. A ello hay que añadirle la base ritmática changüicera.

A finales de 1969 creó Los Van Van, su gran aporte dentro de los ritmos populares y la banda que lideró por décadas la música bailable en Cuba.

La orquesta recibió en 1999 el Premio Grammy por su álbum Llegó Van Van, un clásico de la explosión musical y la gracia criolla. En noviembre de 2013, Formell fue galardonado en Las Vegas con el Grammy Latino a la Excelencia, entregado por la Academia Latina de la Grabación por sus aportes a la sonoridad nacional.

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