Relectura de un libro siempre necesario

Rubén Ricardo Infante
17/8/2020

Pedro García Espinosa (1931-2020), considerado uno de los creadores más consagrados dentro de la dirección de arte, falleció este viernes 14 de agosto y deja como legado un amplio quehacer en Cuba y otras partes del mundo.

Más allá de su extensa obra, de su participación en los procesos de creación de obras fundamentales dentro de la historia del cine cubano, quiero referirme brevemente a su libro Memorias de un director de arte (Ediciones Icaic, 2016), volumen que tiene la particularidad de que su autor nos lleva de la mano por las obras en las que intervino, lo cual constituye otra historia de nuestro cine, contada por uno de sus protagonistas.

Este volumen “tiene la particularidad de que su autor nos lleva de la mano por las obras en las que intervino”.
Foto: Internet

 

Las palabras de presentación o prólogo a la edición corren a cargo del acucioso investigador del cine cubano, Luciano Castillo. En su criterio, Pedro es “uno de los tantos héroes anónimos en la historia del cine cubano gestado por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), de la que ha sido privilegiado testigo de primera fila”.

Su ensayo, titulado “Pedro García Espinosa: el protagonismo de la escenografía”, recorre los momentos de su obra, en la medida que relata algunas de las anécdotas que rondan alrededor del también artista visual, quien laboró junto a los principales directores dentro de la trayectoria del Icaic.

A partir de breves ideas, el autor del libro nos acerca al rol del director de arte, personaje clave en el entramado de la producción cinematográfica, pues se encarga de dirigir el equipo de escenografía, vestuario, maquillaje, ambientación, efectos especiales y pirotecnia. Entre sus funciones, se encuentra la de lograr la coherencia estilística acordada con el director, donde debe velar por el aprovechamiento de los recursos puestos en función de la producción. En el plano artístico, el director de arte y el de fotografía son los colaboradores más cercanos e importantes en aras de concederle a la obra el estilo que se desea.

En el segundo capítulo del libro, “Notas autobiográficas y algunas reflexiones”, un fragmento sobresale por el hecho de que caracteriza al autor en su recorrido creativo. Allí señala: “Vivo muy complacido de los largos años dedicados a esta actividad compartida, de las llamadas artes industriales, donde he podido volcar todo mi esfuerzo creativo vinculado siempre a proyectos donde la comunicación artística ha sido lo preponderante…”.

Mientras que en el tercer acápite, “Mi visión sobre el despegue del cine cubano”, hace un recuento de su relación con el Icaic, los años vinculados a la Sección de Cine de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y su relación con los creadores y especialistas del cine cubano a lo largo de estos años.

Lo que constituye el principal aporte del libro se condensa en el cuarto capítulo, donde se recogen sus “Memorias cinematográficas”. En estas páginas reconstruye su visión sobre los filmes en los que laboró. Recorrido que se inicia en El Mégano (Julio García Espinosa, 1955) e incluye obras como El joven rebelde (Julio García Espinosa, 1961), El otro Cristóbal (Armand Gatti, 1963), Aventuras de Juan Quin Quin (Julio García Espinosa, 1967), Lucía (Humberto Solás, 1968), Los días del agua (Manuel Octavio Gómez, 1971), Cecilia (Humberto Solás, 1983) y otras tantas.

Sobre cada una de ellas ofrece útiles valoraciones del trabajo desplegado en función de la visualidad del filme, el contexto histórico en el que se desarrolla la historia y la caracterización de los personajes.

Como apunta en la sección nombrada “Reminiscencias”: “Este libro no ha pretendido abarcar todo lo realizado durante este tiempo, solo me ha animado el propósito de legar a presentes y futuras generaciones de artistas, técnicos y cinéfilos algunas de mis experiencias”.

Esas experiencias son el testimonio de una vida dedicada al cine, son la elocuente muestra de su genio creativo, genio que siempre puso en función de una obra mayor. Estas memorias nos confirman la relevancia del director de arte en el cine, y en el cine cubano, su nombre integra ese listado extenso de personas que lo fundaron.