Cuba necesita espectáculos concebidos desde la mirada del teatro musical. El público, los bailarines, los actores, los músicos, los trabajadores de los teatros… todos necesitamos “recordar” que somos bendecidos con la música, con la creación de géneros mundialmente conocidos, con el talento de artistas que, en su máxima expresión, son capaces de transmitir, genuinamente, la cultura cubana en toda su dimensión.

Luego de concluir el espectáculo, leí en un post personal en la página de Facebook de Marcos Rodríguez, director del Teatro Martí:

Muy pocas veces cuando un director artístico se sienta en la mesa del teatro a vender su espectáculo, cumple con las expectativas y cuentos de hadas escénicos que se atropellan en su cabeza. Casi siempre todo va a menos, las promesas empiezan a diluirse y el hecho artístico disminuido. Nada de eso ocurrió con Tan Musical. Se prometió espectacularidad, música de calidad en vivo, homenajes al vernáculo cubano, a grandes figuras, ¡a Cuba! Y todo superó expectativas. ¡Me alegro en haber apoyado el proyecto desde el principio… Mis dudas no superaron los deseos de trabajar…!

En dos actos, 16 temas y 13 momentos coreográficos, ambas agrupaciones hicieron bailar y reír a todos los asistentes a las tres funciones de cada día, porque fue una vuelta a los orígenes del teatro musical criollo con todos los artilugios que, en estos tiempos, pueden utilizarse para su mayor enriquecimiento.

Ahí está la más clara evidencia de que un espectáculo como Tan Musical, presentado por la orquesta Faílde, junto a la compañía Verdarte, no solo era necesario, sino que fue sorprendente. Porque si bien cada uno de nosotros, puede pensar de inmediato en la película de Enrique Pineda Barnet, La bella del Alhambra, en tanto es referente innegable de una obra que rinde homenaje al teatro musical cubano (y aunque no faltaron los guiños al filme en la puesta en escena de este fin de semana), el guion de Amílcar Salatti y la actuación de todos llevó al escenario una idea auténtica.

“Cuba necesita espectáculos concebidos desde la mirada del teatro musical”.

En dos actos, 16 temas y 13 momentos coreográficos, ambas agrupaciones hicieron bailar y reír a todos los asistentes a las tres funciones de cada día, porque fue una vuelta a los orígenes del teatro musical criollo con todos los artilugios que, en estos tiempos, pueden utilizarse para su mayor enriquecimiento.

Danzón, mambo, chachachá, rumba y hasta conga se disfruta en el repertorio elegido, en el que se incluyeron temas como “Noche cubana”, “Almendra”, “¡Qué viva Changó!”, “Mambo No. 8”, “Las mulatas del cha, cha, chá”, “El guayo de Catalina”, “Ran Kan Kan”, “Rumba de esquina”, “Sigue tu camino”, “Quizás, quizás, quizás” y “Conga”, este último escrito hace tiempo y finalmente estrenado en Tan Musical.

“Venir hoy al Teatro Martí es reverenciar lo mejor que su escenario ha exhibido durante tanto tiempo. Temporadas bufas, zarzuelas, teatro lírico, musical o la amplia programación danzaria de los últimos años, conectan pasado y presente en el devenir de una artesanía teatral moldeada con buen gusto y no cruce de lenguajes escénicos.

Pedro Pablo Cruz, locutor y manager de la Faílde, cantó en el espectáculo y alternó con su rol de entrevistador en un set, sutilmente colocado en una esquina del escenario, cual transmisión en vivo que se realiza desde este para quienes permanecen en sus casas. Dosis de humor, matizado con cierta sátira, trajeron a la luz comportamientos propios del mundo de la farándula que, de manera elegante y sobria, proponen reflexionar.

Según Jorge Pedro Hernández Medero, director general de Verdarte, luego de dos meses de intenso trabajo, todos se sienten contentos con el resultado mostrado y el reconocimiento del público.

“Venir hoy al Teatro Martí es reverenciar lo mejor que su escenario ha exhibido durante tanto tiempo. Temporadas bufas, zarzuelas, teatro lírico, musical o la amplia programación danzaria de los últimos años, conectan pasado y presente en el devenir de una artesanía teatral moldeada con buen gusto y no cruce de lenguajes escénicos.

“Tanto la Faílde como Verdarte defienden la identidad cubana y por ello, su confluencia en la escena muestra un empaste exquisito”.

“Aquí, en esta tierra donde una rica historia de concordancias y asimilaciones artísticas ha enriquecido la escena de manera particular, vuelven personajes y situaciones desde actuales clamores. Mulatas, negritos, gallegos, chinos, vernáculos otrora, hoy renovados, quizás distintos, pero idénticos arquetipos fundacionales en la rica tradición”.

Tanto la Faílde como Verdarte defienden la identidad cubana y por ello, su confluencia en la escena muestra un empaste exquisito. “Suena muy bien la Faílde y baila muy bien la Verdarte”, escuché decir tras de mí, desde una butaca a otra.

¿Añoranza? No lo dudo. Tenemos añoranza, reitero, de propuestas de este tipo que, presentadas al público foráneo, también muestran una Cuba genuina. Mucho colorido, mucha energía, alegría y arte desde una punta a la otra, se agradece vivirlo. Máxime cuando, dramatúrgicamente, todo apunta a la sincronía bien pensada con textos que proponen una crítica actualizada de nuestra sociedad, colocados con tino y valores. Con música, claro, porque Cuba es Tan musical. El espectáculo reverencia, pero vaticino, marca pautas en una manera contemporánea de hacer el teatro musical en el país.

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