Agradezco al Dr. Eduardo Torres Cuevas, director de la Oficina del Programa Martiano y presidente de la Academia de la Historia de Cuba y a Rafael Polanco, la invitación a presentar la más reciente entrega de la revista Honda, órgano de la Sociedad Cultural José Martí. Lo hacemos en la fecha que conmemoramos la efeméride del Día de la Cultura Cubana, 20 de octubre, en recordación de la primera vez que se cantó nuestro himno nacional, en la gloriosa ciudad de Bayamo.

Este número de Honda puede considerarse con propiedad una enciclopedia de cultura popular cubana. Inicia la publicación con un magnifico óleo de Federico Mialhe en portada, que muestra un paisaje rural del siglo XIX, donde la imagen vegetal exuberante, con árboles gigantescos que rivalizan con las estilizadas palmas reales, dialoga en perspectiva armónica con la vivienda campesina al fondo y los personajes criollos que aparecen en primer plano.

Creo que este número que hoy presentamos, y todos y cada uno de sus autores, logran ese diálogo familiar, íntimo y trascendente al mismo tiempo con el legado del apóstol; quiere decir, que lo tratan de “usted”

En elegante contrapunto vanguardista, la imagen de contraportada es un Martí del talentoso creador Eduardo Abela Torrás, de distinguida estirpe pictórica, que representa al héroe vestido de levita azul y tocado con un sombrero de fibras tejidas, que sostiene abrazado un caimán, nombre que suele darse entre nosotros también al cocodrilo, y que es una de las metáforas de Cuba en el lenguaje coloquial. El título de la pieza no puede ser más revelador e inquietante al mismo tiempo: “El hombre que amó a un caimán”.

El interior del volumen aparece ilustrado con fotografías, algunas poco divulgadas, dibujos, pinturas, partituras y grabados, lo que ofrece al lector una exquisita configuración visual que complementa y ennoblece el contenido escrito. Y cuando digo lector no me refiero solamente al consumidor especializado o culto de la revista, sino al lector común, al que también una publicación de honda raíz martiana tiene el deber de ilustrar y conmover. Por eso dije al inicio de mis palabras que se trataba de una verdadera enciclopedia popular.

Otra cuestión llamativa en este cuaderno es la diversidad y atractivo de los textos, ya sean de asuntos históricos, político-sociales, patrimoniales, artísticos, musicológicos o bibliográficos. La acertada selección de los ensayos y artículos, su escritura amena sin perder dimensión reflexiva, y el hecho de no ser demasiado extensos, hacen de la revista una experiencia estética agradable e instructiva.

En elegante contrapunto vanguardista, la imagen de contraportada es un Martí del talentoso creador Eduardo Abela Torrás, de distinguida estirpe pictórica.

Abre el número un ensayo del Dr. Torres Cuevas dedicado al insigne poeta y patriota de ideas socialistas Diego Vicente Tejera. Desde que a inicios de la década de 1980, el investigador Carlos de Toro reunió el grueso de los trabajos y artículos de Tejera, incluyendo parte de su epistolario y una selección de su lírica, nadie más había vuelto a destacar el pensamiento de Tejera, como parte de la ideología de la revolución cubana en el siglo XIX, y en particular el hechizo y el magisterio que ejerció Martí sobre sus ideas y sus actos.

Tejera vivió una existencia, al decir de uno de sus biógrafos, de “extenso y dramático colorido” y sus peripecias vitales alcanzan para escribir una buena novela histórica y de aventuras. Fue un poeta estimado por sus contemporáneos, igualado por Manuel de la Cruz en el Parnaso cubano al estro de Juan Clemente Zenea.

Pero fue sobre todas las cosas un martiano de corazón y un socialista legítimo, que trató de imbricar las ideas progresistas de su época con la realidad de su patria, en una fórmula que él mismo denominó “socialismo práctico” y el Dr. Torres Cuevas justamente define como “el primer proyecto socialista martiano”.

“El interior del volumen aparece ilustrado con fotografías, algunas poco divulgadas, dibujos, pinturas, partituras y grabados, lo que ofrece al lector una exquisita configuración visual que complementa y ennoblece el contenido escrito”.

El presidente de la Academia de la Historia hace una justa y ponderada valoración de este ilustre intelectual santiaguero, cuyo 175 aniversario se conmemora el próximo 20 de noviembre, y trabaja en un ensayo de largo aliento en torno a su pensamiento, que esperamos contribuya a un mejor y más cabal conocimiento del lugar de Tejera en la tradición de luchas patrióticas y sociales del pueblo cubano.

Además del onomástico de Tejera, varias conmemoraciones gravitan en el corpus de textos de la revista, me refiero al 170 aniversario del natalicio martiano; el centenario de uno de los acontecimientos culminantes de la lucha estudiantil ocurrido en 1923, la creación de la Universidad Popular José Martí, coetáneo de otros hechos como la Protesta de los Trece y los primeros congresos nacionales de mujeres y estudiantes, y los 70 años del asalto al cuartel Moncada.

Cada uno de estos eventos es comentado y analizado por especialistas de máxima autoridad en sus respectivos saberes. La Dra. Marlene Vázquez, directora del Centro de Estudios Martianos, se aproxima a la exégesis martiana desde una mirada contemporánea, que privilegia la apropiación de sus ideas con un carácter cotidiano y consciente, como un poderoso antídoto moral frente a la guerra cultural del capitalismo.

Tejera vivió una existencia, al decir de uno de sus biógrafos, de “extenso y dramático colorido”.

Autora de varios libros sobre la etapa republicana, y en particular sobre la década critica de 1923 a 1933, la Dra. Francisca López Civeira destaca tanto la trascendencia de la Universidad Popular José Martí en el proyecto revolucionario de Mella, Villena y Roa como ese vínculo práctico de la intelectualidad con el universo de los obreros y sus luchas sociales, imbricación que unía a profesores, estudiantes y trabajadores en un propósito simultáneo de camaradería y aprendizajes mutuos.

Dos acercamientos, desde ópticas diferentes, al proceso político de los años 50 como exponente de una nueva etapa de la revolución cubana, se deben al Dr. Fabio Fernández Batista, jefe del Departamento de Historia de Cuba de la Universidad de La Habana, y a un joven docente de la Facultad de Comunicación, Raúl Escalona Abella.

En ambos textos es evidente la ambición totalizadora al explicar las diferentes corrientes de pensamiento y contextos políticos que tributaron a conformar la ideología radical revolucionaria de Fidel Castro y sus compañeros de generación Abel Santamaría, Frank País y José Antonio Echeverría.

La Dra. Marlene Vázquez, directora del Centro de Estudios Martianos, se aproxima a la exégesis martiana desde una mirada contemporánea.

Es muy atractivo y diverso el material de la revista de carácter artístico y patrimonial, con homenajes a dos figuras sobresalientes en ese ámbito, el de la ceramista y gestora cultural Marta Arjona, de larga trayectoria al frente de instituciones vinculadas a la salvaguarda del patrimonio cultural cubano y universal; y el notable pintor Servando Cabrera Moreno, cuyos milicianos, macheteros y  carboneros de estirpe muralista forman parte del paisaje visual de los primeros años de la revolución, así como sus humanizados retratos de héroes revolucionarios como Julio Antonio Mella, zonas de su obra que coexisten sin menoscabo con otras facetas de representación más intimista del cuerpo masculino, explícitamente sensuales y homoeróticas.

De igual modo se reseña la declaratoria de las Actas Capitulares del Cabildo habanero como parte del programa Memoria del Mundo de la Unesco, un hecho de gran significación desde el punto de vista de la preservación patrimonial, que corona el denodado esfuerzo por conservar los documentos más antiguos de la Isla, realizado por los doctores Emilio Roig de Leuchsenring y Eusebio Leal en sus funciones como historiadores de La Habana.

Es asimismo muy significativo el homenaje que realiza la historiadora Julieta Aguilera al patricio santiaguero Emilio Bacardí Moreau, cuya eximia obra patriótica es paralela a su labor como historiógrafo y cronista de su ciudad natal, a la que legó además de sus memorias y novelas de época, el primer museo republicano, depositario de una de las más extensas y valiosas colecciones de bienes culturales de nuestro país.

Otros textos de valía en el ámbito musical son la recuperación de los versos martianos en la letra de la Guantanamera de Joseíto Fernández.

Quiero hacer un aparte para comentar brevemente el ensayo de Emilio Cueto, profusamente ilustrado con los grabados coloniales de Mialhe. Nadie conoce más y mejor en el mundo la obra de Federico Mialhe que nuestro amigo Emilio, cuya portentosa colección es digna del mayor encomio. Podemos considerarlo un apóstol de la obra y la significación para la cultura cubana de este versátil artista francés, cuya representación de paisajes urbanos y rurales, así como de variados tipos costumbristas y especies zoológicas y vegetales, se cuenta entre las contribuciones gráficas más ambiciosas de un artista, cubano o extranjero, en cualquier época.

Otros textos de valía en el ámbito musical son la recuperación de los versos martianos en la letra de la Guantanamera de Joseíto Fernández, probablemente la pieza más difundida del patrimonio sonoro insular en el mundo y seña de identidad solidaria con Cuba, cuya popular versión en la voz del juglar estadounidense Pete Seeger cumple ahora sesenta años.

Un trovador inconfundible, símbolo de la canción de autor comprometida del último medio siglo cubano e hispanoamericano, Silvio Rodríguez, recibió el reconocimiento de Doctor Honoris Causa en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de La Habana y la revista reproduce sus palabras de agradecimiento, en las que evoca a personalidades tan influyentes en su trayectoria artística como Fidel, Chomi Miyar, Alfredo Guevara y Haydée Santamaría.

Por último, en la sección de notas bibliográficas, se dan a conocer dos volúmenes recientes del Dr. Sergio Guerra Vilaboy, jefe del Departamento de Historia de la Universidad de La Habana, dedicados a divulgar lo que su autor denomina “historias asombrosas de Nuestra América” —en rigor, una mirada panorámica a hechos y figuras relevantes de nuestro continente— y a evocar a un nutrido grupo de historiadores cubanos, europeos y latinoamericanos, cuyo magisterio y amistad  fueron decisivas en su biografía intelectual. 

En una ocasión, el poeta Eugenio Florit le confesó al erudito José María Chacón y Calvo que para hablar con propiedad de Martí no bastaba el fervor, sino que era necesario conocer y meditar con hondura en las diversas facetas de su ser y de su pensar. A esto llamaba Florit, tratar a Martí “de usted”. Creo que este número que hoy presentamos, y todos y cada uno de sus autores, logran ese diálogo familiar, íntimo y trascendente al mismo tiempo con el legado del apóstol; quiere decir, que lo tratan de “usted”

Descargar revista aquí