Más de seis décadas han transcurrido desde aquel 7 de mayo de 1962 en que nacía en nuestra escena nacional la primera agrupación profesional dedicada a la investigación y la escenificación de nuestras raíces culturales más auténticas, especialmente aquellas provenientes de nuestra etnia africana que por tanto tiempo habían sido ignoradas y menospreciadas. Se nutrió de la savia emanada de la enjundiosa obra investigativa del sabio Don Fernando Ortiz, de los trabajos con rigor científico del maestro Argeliers León en el Departamento de Folclore del Teatro Nacional de Cuba y de los innumerables aportes de los llamados “informantes”, quienes en total entrega aportaron sus vastos conocimientos sobre la liturgia religiosa afrocubana y los bailes folclóricos y populares.

“Hermoso comprobar que el árbol de la danza escénica cubana sigue teniendo un sólido tronco y ramas cada vez más fuertes y plurales”.

Con el decidido apoyo de la política cultural de la Revolución, el novel Conjunto pronto devino una de las más importantes expresiones de la danza escénica nacional, junto al reorganizado Ballet Nacional de Cuba y el Departamento de Danza del Teatro Nacional, raíz de la actual Danza Contemporánea de Cuba.

La obra del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba (CFNC), al paso del tiempo fue la semilla inspiradora para otros conjuntos que a lo largo y ancho del país han mantenido reivindicada y viva nuestra herencia folclórica merecedora de la más alta valoración del público y la crítica especializada en sus numerosas giras por el mundo.

Para festejar el 62 aniversario de su creación la compañía realizó el estreno mundial de Comunidad, una obra “basada en cantos, danzas y toques de origen Bantú, que tiene como base el famoso ciclo Congo, estrenado a principios de la década del 60, y el cuento Demonios sobre césped cortado de la joven dramaturga cubana Taimí Diéguez”. El joven y talentoso bailarín y coreógrafo Leiván García Valle, actual director del CFNC, la ha concebido como un homenaje a las primeras generaciones que participaron en la gestación de la compañía.

A modo de preludio, en el vestíbulo de la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, alumnos e instrumentistas de folclor dieron una bella demostración que arrancó cálidos aplausos al público que colmó la sala.

La propuesta ha sido el resultado de una armónica integración de otras manifestaciones artísticas como la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro Nacional y de la pianística cubana a cargo del prestigioso solista Alejandro Falcón.

El destacado bailarín y maestro Alfredo O’Farril recibió el Premio Nacional de Danza 2024.

Un elenco, renovado y muy joven, tuvo a su cargo la ejecución de bailes y cantos en los que predominaron expresiones de la herencia Conga como los bailes de Palo, Garabato, Yuka, Macuta y Maní, con el atractivo de los tambores Yuka, instrumentos de gran valor originario.

Junto a la coreografía del maestro Leiván se unieron los eficaces vestuarios de Alfredo González Plana y los diseños de luces y escenografía de Adrián Reyes.

Las funciones de los días 3, 4 y 5 de mayo fueron marco apropiado para la entrega del Premio Nacional de Danza 2024 al destacado bailarín y maestro Alfredo O’Farril, y para el retorno, como figura invitada, de Johannes García, Premio Nacional de Danza 2020, quien junto a su hermano Juan, recientemente fallecido, integrara el elenco fundador de la agrupación.

Hermoso comprobar que el árbol de la danza escénica cubana sigue teniendo un sólido tronco y ramas cada vez más fuertes y plurales.

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