Ya asoma su sobrevida, querido profesor Torres Cuevas
Ya vemos su sobrevida, ya se anuncia su clase mejor, ya nos disponemos a crear las nuevas obras que llevan en sí su espíritu lleno de actividad, tansformador y de profundas raíces culturales e históricas. Nos damos cita, una y otra vez; desafiando el tiempo y las circunstancias, con un hombre incansable, exponente vital de la búsqueda continua del pensamiento liberador, del sueño fundador, de la obra más allá de lo posible, de la raíz patria y el ala que eleva la nacionalidad nuestra.
No muere alguien así, con tanto por hacer, en plena disposición creadora, que era su combate, el que libraba con las ideas y el pensamiento, pero al mismo tiempo, con una práctica impresionante, reveladora de esencias, hacedora de una especie de impulsión histórica cuya osamenta encontramos en los cimientos de la nación, en los rasgos que definen la cubanidad y en el orgullo sublime de ser cubanos.
No muere alguien con tanta luz, con una obra de excelencia, de una altura científica fundamental, con una grandeza ética propia de los hombres de decoro, honor y dignidad. Sus 82 años de vida muy fecunda son expresión de entrega, dedicación y consagración a ideales, principios y verdades que defendía con su palabra y acción creadora.
“No muere alguien con tanta luz, con una obra de excelencia, de una altura científica fundamental, con una grandeza ética propia de los hombres de decoro, honor y dignidad”.
Es más allá del eminente historiador, un pensador cuya cubanía saltaba fuera de sus poros. Un científico al servicio de la Patria, la Revolución y el Socialismo, ejemplo de intelectual revolucionario, heredero de la filosofía electiva cubana, maestro en su enseñanza, cultor de una obra de continuidad pedagógica e historiográfica emancipadora, con enfoque marxista y de creación original.
Es el Dr. Eduardo Torres Cuevas, destacado profesor universitario e investigador, con quien podíamos estar largas horas conversando, o mejor, casi todo el tiempo escuchándolo y aprendiendo de su cultura vastísima, tomando notas de sus ideas para nada arcaicas o atrasadas. Impresionaba su capacidad para adecuarse a los códigos de hoy, para oxigenar su pensamiento, para acompañar con mucha humildad ideas juveniles que nos permitió siempre compartirlas con él.
Estos últimos años me acercaron más a la obra del gran intelectual, pero lo más importante fue el acercamiento a un ser humano excepcional; un caballero elegante y bien cubano, de quien seguiremos escribiendo pese al dolor de su partida física, porque ya asoma su sobrevida. Con el reposo del tiempo, ese que nos convida a meditar, vienen a mi mente recuerdos que ahora, en el silencio respetuoso, llenan mi alma de entrañable afecto y me permiten asimilar conscientemente aportes que a mi juicio nos legó el profesor Torres Cuevas con su forma de ser y de hacer.

Precisamente su concepto de cultura lo define a él mismo. ¿Cómo entendió la cultura?, ¿cómo valoró la identidad y la memoria histórica? Nos enseñó que en nuestras raíces como cubanos hallamos eso que llamamos identidad. Rasgos, caracteres, modos diversos… pero un tronco común: la cubanidad. ¿Cómo somos los cubanos?, ¿qué nos define e identifica en la diversidad del mundo? Su postura marxista, su pensamiento dialéctico, siempre en movimiento, cuestionador, crítico pero con resortes profundamente éticos.
No podría ser diferente tratándose de un fiel seguidor de nuestros precursores, heredero de esa conciencia que hace parte indispensable del mundo moral que fundamenta las esencias patrias y cuyo sol se proyecta en exponentes medulares del pensamiento cubano.
¿Qué nos dijo de la cultura Torres Cuevas?
“Para mi la cultura tiene que ver con el modo de ser y hacer de un pueblo, esa es la base de todo proceso cultural. Puede expresarse en las calles, en el modo de pensar, de actuar, de decir, lo que lleva después a la elaboración de esa cultura, en sus expresiones intelectuales, artísticas, musicales”. Y esa expresión cultural va conformando la propia nación, resultado como manifestara el Dr. Torres Cuevas, de ese proceso cultural que precede a la nación misma. Somos cubanos, tenemos una calidad propia producto del proceso de formación cultural del que somos parte. Es el ajiaco del que habló Fernando Ortíz, lo cubano es resultado de ingredientes diversos o componentes que se fusionan y devienen en una condición o cualidad que es capaz de definirse, identificarse a sí misma dentro del universo humano, mostrar su forma de ser y hacer: su cultura.
“…ejemplo de intelectual revolucionario, heredero de la filosofía electiva cubana, maestro en su enseñanza, cultor de una obra de continuidad pedagógica e historiográfica emancipadora, con enfoque marxista y de creación original”.
Defenderla es mantener viva la nación, salvarla, es cuidar y resguardar la patria. Son conceptos que se relacionan estrechamente y que con mucha claridad explicaba el profesor Torres Cuevas. Acudió a Martí y trajo al presente reflexivo una de sus definiciones de patria. Es un concepto muy necesario en la hora actual de Cuba: “Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”.
Este concepto, como otros que son vitales en nuestra formación como ciudadanos y patriotas cubanos, acompañó a Torres Cuevas hasta el último aliento. Su labor propagando la cultura e identidad cubanas, preservando la memoria histórica de nuestro pueblo y sembrando ideas y conciencia lo convierten en el intelectual cubano expresión viva de esa dulcísima fusión de amores y esperanzas.

