Actores y acosadores

Javier Gómez Sánchez
19/6/2019

Desde que la Televisión Cubana comenzó a transmitir un spot contra la Ley Helms-Burton protagonizado por los actores Fernando Hechavarría y Jorge Enrique Caballero, en las redes sociales —especialmente en Facebook— ha aparecido una avalancha de insultos y ofensas hacia los dos artistas cubanos.

Los actores Fernando Hechavarría (izq.) y Jorge Enrique Caballero
Foto: Tomada del Portal de la Televisión Cubana

 

El spot en cuestión, de factura bastante fresca y con un valor comunicativo renovado —que nos hace rememorar la campaña Lazos Amarillos por la liberación de los Cinco Héroes—, es parte de una acción comunicativa para recordarnos la raíz anticubana del bloqueo estadounidense.

Es que a los cubanos se nos había olvidado lo que era la Helms-Burton, o casi. En los últimos años apenas la mencionábamos y si hablábamos del Bloqueo, era como algo que parecía que disminuía cada día, o persistía, pero que dejaría que existir más temprano que tarde. Ahora no estamos tan seguros. Ya no estamos en aquellos tiempos en los que en nuestra relación con los Estados Unidos una buena noticia parecía destinada a ser seguida por otra mejor.

Realmente molesta, molesta mucho, porque ya habíamos adaptado nuestras mentes y nuestra visión al horizonte de Cuba en aquella situación mucho más positiva que esta. Porque además, nos ha sacado de lo concentrados que estábamos en solucionar nuestros problemas nacionales más complejos y nos ha vuelto a situar en conseguir lo más básico. Ha vuelto a traer la palabra “Bloqueo” tanto a la boca de aquel que es sincero, como a la del que se aprovecha de ella para justificarse.

El cierre de los servicios consulares en La Habana y los tumbos que han tenido que dar por varios países —México, Colombia, Guyana— los que desean viajar a Estados Unidos para mantener vínculos con su familia, más la eliminación del visado por cinco años; el desplome de un turismo estadounidense que iba en aumento y que ha sido devastador para el sector privado cubano, especialmente para el de hospedaje; la anulación del acuerdo entre las Grandes Ligas y la Federación Cubana de Béisbol; la cancelación del contrato de servicios médicos entre Brasil y Cuba (por el presidente brasileño, pero con el respaldo sonriente del senador Rubio)… Así mismo muchos proyectos artísticos se han frustrado por el ambiente de retroceso.

He trabajado con Fernando Hechavarría y Jorge Enrique Caballero en varias ocasiones. Sé que tienen tantos motivos —sociales y personales— para estar molestos como los tenemos todos.

Uno pudiera decir que los insultos eran de esperarse, que siempre es igual, que son los mismos. Los que no rompieron discos en la Calle 8 porque tenían que trabajar ese día o estaban cansados de trabajar toda la semana, entonces los rompen en Facebook. Pero no dejo de pensar que en el odio que se ha vertido en estos días sobre esos actores de Cuba, hay cierta dosis de venganza. La que fue destilada con aquel veneno que tuvieron que tragar durante el llamado “Intercambio Cultural”, hace algunos años, cuando muchos músicos, humoristas y actores de la isla comenzaron a viajar con frecuencia para actuar en Miami.

En aquel entonces los programas de la televisión miamense competían por lograr la exclusiva, o al menos ser el primero, en poder subir su rating apelando a la nostalgia, presentando una entrevista con alguno de ellos. Pero a veces a los invitados les era difícil mantener la tabla, fue incómodo para los primeros. Aunque algunos programas fueron más respetuosos que otros, varias preguntas parecían encaminadas a satisfacer una morbosa necesidad, cierta tensión podía notarse en el ambiente, y un desconcierto mantenido con cada respuesta parecía que iba a estallar en una explosión desesperada del entrevistador: “!!¿¿Chico, pero tú me vas a decir que no te estas muriendo de hambre en Cuba??!!”.

Porque si algo podía notarse en aquellas entrevistas, era cómo cada vez que un artista decía: “Yo estudié en la ENA”…, “… En el ISA”, “Me formé en el grupo de teatro tal o más cual”, “Descubrí mi vocación cuando estudiaba ingeniería en la CUJAE”; cada vez que comentaba que su obra se estrenó en un teatro de La Habana y ahora la ponían en Miami, o acababa de trabajar en una película, en una teleserie, de dar un concierto o una gira en Cuba, mucha gente en Miami se alegraba, pero no era difícil imaginar la cara de otros y de cómo les hervía la sangre.

Esa es la bilis acumulada que se ha descargado sobre Fernando Hechavarría y Jorge Enrique Caballero por haber hecho un spot contra la Ley Helms-Burton. Ahí están El Nuevo Herald y Cibercuba, revolviendo a la chusma que los insulta. Los mismos que celebran cuando les resulta conveniente lo que algún que otro actor publica en su muro de Facebook. ¡Qué poca cosa perecen ahora esas publicaciones de moda!

Personalmente me era difícil quedarme callado ante los insultos, porque el que calla otorga. ¿Dónde están ahora los “defensores de la libertad de expresión” para defender a Fernando y a Jorge Enrique?

Hay una diferencia entre ser un actor y ser un bufón. Pobre de aquel que habiendo entregado su talento, se crea que quienes le dan like y comparten lo que con dudosa inteligencia publica, lo celebran por el actor que ha sido, y no por lo útil que les resulta como bufón del momento.

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