Recientemente varios medios anunciaron la entrega del Premio Nacional de Literatura 2021 a Julio Travieso, autor que agrupa dentro de su obra 16 libros entre cuentos y novelas. Su fértil trayectoria literaria se ha enriquecido con las experiencias durante sus estancias en Cuba, la URSS y México. Ha sido profesor de la Universidad de La Habana y, también, ha impartido docencia en España, Rusia y México. Sus textos los han traducido a varios idiomas, como el alemán e italiano. Posee la Orden A. S. Pushkin que confiere el Estado ruso por el conjunto de su obra.

Travieso nació en 1940 en La Habana. Estudió en Moscú, donde obtuvo el título de Doctor en Economía. Durante un tiempo, combinó el ejercicio de la literatura con el de la economía, carrera que abandonó hace más de 40 años para dedicarse a las letras. Es esencialmente un literato y su relación con otras disciplinas ha aportado a su cultura general y particular.

La fértil trayectoria literaria de Julio Travieso se ha enriquecido
con sus estancias en Cuba, la URSS y México. Foto: Tomada de Granma

De su trayectoria sobresalen las novelas Para matar al lobo (1971), mención en el Premio Casa de las Américas y filmada por la Televisión Cubana; y Cuando la noche muera (1981), ganadora del premio de novela Cirilo Villaverde de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, también filmada por la Televisión Cubana. Otros de los reconocimientos que han acompañado su carrera son el Premio Mazatlán de Literatura de México y el Premio de la Crítica Literaria de Cuba, por la obra El polvo y el oro (Letras Cubanas, 1996). Asimismo, fue finalista del Premio Rómulo Gallegos de Venezuela y publicada en México, Cuba, España e Italia. También es autor de Llueve sobre La Habana (2004), traducida al ruso, al portugués y al inglés, y El enviado (2010).

A propósito de su más reciente galardón, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Julio Travieso. Luego de un camino como el suyo, hay preguntas inevitables…

¿Qué significa para usted obtener el Premio Nacional de Literatura 2021?

La satisfacción de recibir un importante premio. No es el primero, pero este representa el reconocimiento a mi labor como intelectual, escritor, traductor, profesor, desde 1966 a la fecha. Quizás me anime a seguir escribiendo otros 55 años.  

Si tuviera que narrar los sucesos más trascendentales de su vida que han influenciado en su formación como escritor, ¿cuáles mencionaría?

La relación es muy amplia, así que señalaré sólo algunos:

– Mi participación activa en la lucha clandestina contra la dictadura de F. Batista, y mi encarcelamiento, lo que determinó que mi literatura inicial fuera eminentemente testimonial.

– El haber ganado con mi primer libro de cuentos (Días de guerra) un importante, en aquel entonces, premio literario. Quizás, si no lo hubiese recibido, me habría desalentado y no hubiera seguido escribiendo.

– El pertenecer a la generación de escritores que surgió en la década de los años 60, con la que compartí una forma de entender la literatura.

– Mi amistad y mi relación con importantes escritores de generaciones anteriores: Dora Alonso, Fayad Jamís, Onelio Jorge Cardoso, Nicolás Guillén, Eliseo Diego, Roberto Fernández Retamar, entre otros.

– El haber vivido en Rusia y México, países donde entré en contacto directo con dos grandes culturas. 

¿En una entrevista anterior mencionó que algunos de sus patrones para la escritura han sido José Martí, Ernest Hemingway, Antón Chéjov, Mijaíl Bulgákov y Carlos Fuentes. ¿En qué medida la obra de estos autores le ha aportado a su estilo y producción literaria?

Esa relación fue de aquellos que me influyeron inicialmente. Añado a Flaubert, Babel, Borges, Malraux, L. Tolstoy, Carpentier, Grossman, Vargas Llosa.

Martí es un referente de ética y honestidad en la escritura. Flaubert, Babel, Hemingway, Chejov, Borges me mostraron la brevedad y precisión en el lenguaje; en Tolstoy, Carpentier, Malraux, Vargas Llosa, Fuentes, Grossman, encontré el relato total, además del montaje exacto; Bulgákov es la desmesura de lo fantástico, como lo son Apuleyo con su Asno de oro y Kafka con La metamorfosis. En lo que se refiere a dos obras mías, en particular, El libro de Pegaso y El cuaderno de los disparates, sus ejemplos fueron Lewis Carroll y el Gog de Giovanni Papini; por último, mi libro de testimonio Un nuevo día es deudor de A sangre fría, de T. Capote. De todos ellos aprendí algo.

“Los jóvenes escritores se enfrentan al mismo desafío que, salvando las distancias, se enfrentan todas las nuevas generaciones de creadores: encontrar un lugar bajo el sol”.

¿Considera que con las normas de protección del derecho de autor en Cuba se logran resolver polémicas como la del posible plagio de su novela Llueve sobre La Habana?

Este es un asunto complicado que más que polémica es litigio. Puedo opinar a partir de lo que me ha sucedido. Mi respuesta es larga. Concretamente, en el 2004, Letras Cubanas editó mi novela Llueve sobre La Habana, que reeditó, en el 2009, la editorial española Renacimiento. En el 2011, un autor español de cuyo nombre no vale la pena acordarse publicó una novela con igual título y trama similar. Entendí que era un plagio, el cual denuncié en la prensa cubana y extranjera. En cuanto al aspecto legal del asunto, es decir, obtener la retirada del mercado de la novela plagiadora y pagarme por posibles perjuicios, no hallé ninguna institución cubana que pudiera hacer algo por mí. Hacer algo quería decir demandar al español en un tribunal español y ninguna institución tenía, que yo sepa, recursos para pagar en España a un abogado; mucho menos yo. No solo eso me sucedió. Un día, navegando por internet, entré en Amazon y encontré mi novela Para matar al lobo traducida al turco y publicada en Estambul. ¿Qué podía hacer yo para demandar a una editorial turca por haberme publicado sin mi consentimiento? ¿Contratar a un abogado turco? ¿Ir a Turquía? Por suerte, el libro estaba en venta y alguien en el extranjero me lo compró y me lo envió. Es una bonita edición. En ambos casos, nada se ha solucionado hasta la fecha.   

¿Qué oportunidades y desafíos tienen los jóvenes escritores cubanos en la actualidad? ¿Qué recomendación les ofrecería?

Esta es una pregunta importante que exige una respuesta larga. Los jóvenes escritores se enfrentan al mismo desafío que, salvando las distancias, se enfrentan todas las nuevas generaciones de creadores: encontrar un lugar bajo el sol. También, si es posible, superar a la generación anterior, lo cual no siempre es sencillo. Para eso hay que publicar, encontrar lectores y recibir buenas críticas. Mi generación recorrió, como todas, ese camino. A su favor tuvo dos buenos soportes: grandes tiradas y un abanico de críticas, reseñas, opiniones. En aquellos años, las tiradas promedio eran de 3 000 ejemplares, pero con frecuencia las había de seis, ocho, diez mil, e incluso muchos más ejemplares. Así, mi novela Para matar al lobo tuvo una primera edición de 10 000 ejemplares y, posteriormente, otra de 25 000. Lo mismo ocurrió con otros libros míos. No fui un caso aislado. Añádasele frecuentes reediciones. La crítica se daba con regularidad en la prensa plana, sobre todo en sus suplementos literarios, lo que ayudaba a ganar lectores.

Hoy las grandes tiradas han desaparecido, por múltiples razones, y la crítica especializada es nula o pobre. A cambio, los jóvenes tienen algunas buenas basas. A mi entender, reciben mayor apoyo institucional, lo mismo que una mejor promoción en los medios televisivos. Disponen de algo que nosotros nunca soñamos: internet, que les permite acceder a cualquier parte del mundo, autopromocionarse, difundir sus obras, sin aguardar a que alguien las publique. Asimismo, tienen a su disposición, en todo el país, una mayor cantidad de editoriales. Viajan más, se dan a conocer por ellos mismos. En mis años, no había tantas ferias internacionales del libro, tantos encuentros (o si había, no íbamos). Por cierto, los jóvenes cobran, como todo el mundo, sus derechos de autor. Yo cobré mi primer derecho ocho años después de publicar mi primer libro, cuando ya tenía editados dos libros de cuentos y una novela.

¿Encontrarán su lugar bajo el sol? Por supuesto que sí, aunque no todos. Recordemos que muchos serán los llamados, pero pocos los elegidos. Debieran luchar por la presencia de una crítica constante y seria, en todos los medios, no solo en los digitales. Ganaríamos todos. La literatura, como todo ejercicio profesional, no es solo hablar y tener presencia, sino trabajar, es decir, escribir y escribir.  

Su obra agrupa 16 libros entre cuentos y novelas. Imagen: Tomada de la revista Abanico

A su juicio, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrentan las instituciones en la promoción de la literatura cubana? Alguna recomendación…

Insisto en la necesidad de una crítica regular, sistemática, amplia, más allá de los medios digitales. Hoy en día, se edita un libro y se presenta; con suerte, un amigo del autor hace un comentario en la prensa y dos meses después nadie hace mención a ese libro, nadie lo recuerda públicamente. Lo mismo sucede con la obra mala que con la excelente. Las editoriales, por lo menos las más grandes, debieran tener un departamento de promoción que se ocupe de esa tarea. Cuando, digamos, en España, en México, se publica un libro, no es el correspondiente Ministerio de Cultura, u otra institución, el encargado de promocionarlo, es la editorial que lo ha publicado.

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