En Martí, donde está muy apegada
y en rápida correlación la cantidad de luz verbal,
hay más, hay una tregua para el simple
nacimiento de ese verbo, para su despertar
de un desprendimiento anterior.
“La sentencia de Martí”,
Tratados en La Habana (1958), José Lezama Lima.

“Versos de gozo y de consuelo, libro de amor y fiesta”. Con tan hermosas y precisas palabras, Herminio Almendros presenta el poemario Ismaelillo, que José Martí publica en Nueva York en 1882, dedicado a su pequeño hijo José Francisco. “De ternura —afirma también el pedagogo y escritor hispano-cubano— están hechos los versos ágiles, menudos, alegres y graves, de una encantadora gracia, como el niño hermoso, de una pureza de joya de limpia luz, y de una dulce nostalgia”.

Ismaelillo es el primer libro de versos publicado por el Maestro, en que aparecen, en una modesta edición a cargo de la Imprenta de Thompson y Moreau, 15 poemas escritos en 1881, durante su estancia en tierra venezolana.

“Los más puros sentimientos y valores humanos quedan reflejados en estos versos”. Imagen: Tomada de Granma

Pequeño libro nacido del amor paternal, todo un canto de ternura, de cariño, de confianza, como lo evidencia la breve y conmovedora dedicatoria que abre el cuaderno.

Hijo:

Espantado de todo, me refugio en ti.

Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti.

Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.

¡Lleguen al tuyo!

Mas Ismaelillo trasciende ese noble empeño y es, también, una sustancial renovación de la poesía, un nuevo aire en las tradicionales formas estróficas, para convertirse en el punto de partida de la modernidad literaria en nuestra América.

Este libro —en acertado juicio de Cintio Vitier— “propone una renovación de estipe enteramente hispánica, con la vitalidad, la rapidez y el gusto por el juego idiomático al servicio de emociones humanas profundas”. Los más puros sentimientos y valores humanos quedan reflejados en estos versos en que, mediante diversas formas estróficas, el autor entrega lecciones, consejos y enseñanzas, que no han perdido su lozana vigencia.

“Punto de partida de la modernidad literaria en nuestra América”.

He aquí “Sueño despierto”, uno de los textos que integran este poemario:

Yo sueño con los ojos

Abiertos, y de día

Y noche siempre sueño.

Y sobre las espumas

Del ancho mar revuelto.

Y por entre las crespas

Arenas del desierto.

Y del león pujante.

Monarca de mi pecho.

Montado alegremente

Sobre el sumiso cuello.

Un niño que me llama

Flotando siempre veo!

Como es conocido, Ismaelillo se escribe en 1881, luego del fracaso de la Guerra Chiquita, en los días en que José Martí reside temporalmente en la capital venezolana, alejado de su hijo por decisión de su esposa Carmen Zayas-Bazán.

“Es un juguete, como para mi hijo”, le escribe en 1881 a Diego Jugo Ramírez; un año más tarde le comenta a Vidal Morales que “fue como la visita de una musa nueva”, y a Enrique José Varona le asegura que “fue como la visita de rayos de sol”.

Ismaelillo es un intenso libro de amor paternal”. Foto: Tomada del sitio web del Centro de Estudios Martianos

A las páginas de Ismaelillo se han acercado, a lo largo del tiempo, numerosos investigadores y estudiosos del legado martiano, quienes han reflexionado en el alcance, trascendencia y permanencia de este poemario.

Todo Martí está en Ismaelillo —concluye Juan Marinello— y en sus páginas aparecen “la resonancia antigua y la señal de una poesía en marcha hacia el futuro. El hijo nos da al padre en su ansiedad, en su tragedia, en su fe y en su victoria”.

Para Fina García Marruz, “estos versos, por ese trasfondo doloroso encubierto de ligereza, son acaso de los más cubanos que escribió”. Mientras que, en opinión de Roberto Fernández Retamar, Ismaelillo es un intenso libro de amor paternal.

José Antonio Portuondo reconoce que José Martí “no solamente está preocupado por una poética afincada en la raíz ideológica, sino que también está  entregado a búsquedas formales”; interesado en “encontrar una expresión breve y directa”.

“Una obra maestra y central del modernismo hispanoamericano y español”

Ismaelillo —según Caridad Atencio— da fe de una emoción desnuda, a la intemperie, de una entrega blanca o una oración suprema. Para Carmen Suárez León es una obra maestra y central del modernismo hispanoamericano y español.

Otros creadores se han preocupado —y ocupado— de Ismaelillo,entre ellos las cantautoras Teresita Fernández y Sara González, quienes han interpretado poemas del libro, así como el músico Mario Darias, con su proyecto de musicalizar el cuaderno en su conjunto.

A 140 años de su publicación, Ismaelillo aún conquista a los lectores, quizás por ser —en criterio de Ángel Augier— la obra más hermosa que padre alguno haya escrito al hijo de su sangre; “joya de la poesía de nuestra América, de la poesía sin limitaciones de tiempo ni de espacio”.

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