“Pablo de la Torriente
(…)
nunca se pondrá el sol sobre tu frente,
heredará tu altura la montaña
y tu valor el toro del bramido”.
Miguel Hernández
Elegía segunda, 1936

Diciembre, por esas raras coincidencias de la vida, marca el inicio y el cierre de la existencia de un hombre que, por su ejemplar accionar a favor de la libertad, la justicia, la dignidad, ha quedado en la memoria histórica y cultural del mundo de las primeras décadas de la pasada centuria.

Era el 12 de diciembre de 1901 que nacía, en San Juan, Puerto Rico, Pablo de la Torriente Brau, quien caería el 19 de diciembre, treinta y cinco años después, en Majadahonda, en defensa de la soberanía del pueblo español y de la paz del mundo en lucha contra el fascismo.

“En medio de esas fechas —ha comentado el poeta Víctor Casaus, fundador y director del Centro Pablo— transcurre una vida intensa y apasionada, que incluyó interrogaciones y respuestas, búsquedas y hallazgos, amores y cárceles, luchas y exilios, libros y viajes”.

Pablo, al decir de Roa, vive y sigue luchando, en tanto su ejemplo tenga todavía que hacer en el mundo. Foto: Tomada de Internet

La ocasión es propicia, por ello, en este diciembre, a 120 años de su natalicio y a 85 de su muerte, para volver sobre la obra que, como fiel testimonio de sus realidades y sueños, legara, para su tiempo y para el tiempo por venir, Pablo de la Torriente Brau.

Una obra que puede agruparse en dos grandes zonas —el periodismo y la correspondencia—, que se complementan y enriquecen mutuamente y que contribuyen a reconstruir la acción y el pensamiento de un infatigable luchador por las causas justas de la humanidad.

Son numerosos los textos periodísticos —como artículos, crónicas, reportajes, entrevistas…— que Pablo publicó en la prensa cubana de los primeros años del pasado siglo, marcados todos por el ágil, desafiante y enérgico discurso que caracteriza su ejercicio profesional.

Su periodismo, disperso en las páginas de periódicos y revistas, fue siempre una eficaz arma para denunciar los desmanes, las ilegalidades, los atropellos, los crímenes, que ensombrecieron la vida cubana en los días de la dictadura de Gerardo Machado.

“Su periodismo, disperso en las páginas de periódicos y revistas, fue siempre una eficaz arma”.

Quizás sea el diario Ahora, en que Pablo colaboró entre enero de 1934 y febrero de 1935, el ejemplo más significativo del aguerrido periodismo de Pablo, en que se abordan esas realidades y problemáticas que le preocuparon, y ocuparon, a lo largo de su breve y fecunda vida.

Uno de esos textos, de obligada referencia, es Realengo 18 —originalmente publicado, entre el 17 y el 24 de noviembre de 1934, bajo el título ¡Tierra o sangre!—, que se revela como un combativo testimonio en defensa de los intereses del campesino de la Isla.

A Pablo nada le es ajeno, por ello, en Ahora, pueden leerse una conversación con Conchita Estraviz, elegida Miss Cuba; una reseña del libro La generación asesinada, de Levi Marrero; un acercamiento a las asambleas de estudiantes universitarios para depurar a los profesores serviles a la tiranía machadista…

Varios volúmenes, publicados por Ediciones La Memoria, sello editorial del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, atesoran la extensa correspondencia que, a lo largo del tiempo, mantuvo el cronista con familiares, amigos y compañeros de lucha.

A través de ese epistolario —en que aparecen, entre otras, sus cartas escritas durante su exilio en Nueva York— es posible no solo conocer sus ideas, sus pensamientos, sus opiniones, sino también la época, el entorno, el momento, en que fueron redactadas.

“A través de ese epistolario es posible no solo conocer sus ideas (…) sino también la época”.

Reveladora resulta, igualmente, dentro de ese conjunto de misivas, la lectura de las cartas enviadas por Pablo desde la cárcel, durante sus condenas por luchar contra la tiranía machadista, confinado en prisiones de La Habana e Isla de Pinos.

Son textos, matizados por el humor que identifica su prosa, en que no deja de reflejar su preocupación por los acontecimientos que marcan la tensa situación política vivida en la Isla, como lo demuestra esta misiva enviada a Teté Casuso, su esposa.

Castillo del Príncipe
13/8/931

Teté Casuso de Milión

Muy Nené mía:

Voy a ver si es posible aprovechar la amabilidad de Vidal Morales y de su mamá, para hacerte llegar este mensaje de tranquilidad y confianza. Quisiera que tú no estuvieras asustada ni dieras crédito a las bolas estúpidas. Aquí estamos seguros. Somos ya más de cincuenta y hay buenos compañeros. Nos han llegado malas noticias de la revolución. Que mataron a Hidalgo, a Peraza y a Baizán. ¿Qué hay de cierto? Ponte en comunicación con la mamá de Vidalito a ver si me puedes mandar un papelito con muchas estrellitas. Estate quieta y no salgas a la calle más que a lo justo. ¿Zupió ya feíta? Compláceme en esto, mira que yo estoy bravito. La quisieron maj, maj! (sic) ¡Más que siempre, feíta, loquito malo!

Milión.

Tengo ya una barbaza tremenda.

Pablo y Teté, en la casa de Edgar Allan Poe en Nueva York. Foto: Tomada del sitio del Centro Pablo

Si se pretende comentar la obra legada por Pablo, es imprescindible hacer referencia, igualmente, a su producción narrativa, en que aparecen un libro de testimonio, una novela —que a su muerte quedó inconclusa— y un cuaderno de cuentos, así como algunos relatos dispersos.

Considerado el inicio del género testimonio en Cuba, en Presidio Modelo se narran las experiencias vividas por Pablo en la tristemente célebre cárcel de Isla de Pinos, a donde fue trasladado, a inicios de los años treinta del siglo XX, por su tenaz enfrentamiento al tirano Gerardo Machado.

Publicado póstumamente, en el año 1969, gracias a los empeños de su entrañable amigo Raúl Roa, en sus páginas Pablo cuenta los horrores de un centro penitenciario regido por el desprecio, la humillación, el maltrato, el asesinato, a que eran sometidos quienes eran encerrados en sus celdas.

Uno de los juicios más interesantes sobre Presidio Modelo pertenece a la profesora e investigadora Ana Cairo, quien reflexiona sobre el relato y lo vincula a El presidio político en Cuba, en que José Martí presenta su testimonio como reo del gobierno colonial español.

Martí y Pablo, a partir de las dos obras, pueden contraponerse ya para esclarecer mejor sus programas culturales, ya para confirmar la pervivencia de una aspiración ilustrada de servicio colectivo, de justicia fundada en la equidad.

El presidio político… ilustra el canon romántico; Presidio Modelo, el vanguardista. Dentro del corpus historiográfico, cada obra refulge por sus originalidades implícitas.

El presidio político… ilustra el canon romántico; Presidio Modelo, el vanguardista”.

En Aventuras del soldado desconocido cubano —novela no terminada, también aparecida luego de su muerte—, Pablo, como han señalado los especialistas, va más allá de la crítica a la guerra capitalista y se acerca a temas como la identidad cubana, además de denunciar la feroz explotación imperialista.

Sus cuentos —agrupados en Batey (1930), aunque en su mayoría quedaron dispersos— poseen, en opinión de la investigadora Denia García Ronda, “un carácter vanguardista y colocan a Pablo de la Torriente Brau (…) en el grupo fundador de la moderna narrativa cubana”.

Pocos días después de la caída de Pablo, el 3 de enero de 1937, en la revista Bohemia, Raúl Roa, al evocar al héroe, afirmaba “que vive, que sigue luchando, que seguirá luchando, que no descansará, sonriente y tranquilo, al pie de una palma cubana, en tanto su ejemplo tenga todavía que hacer en el mundo”.

Este diciembre, en que se recuerdan los 120 años de su nacimiento y los 85 de su muerte, Pablo de la Torriente Brau —quién puede dudarlo—, como alertaba su compañero de batalla Raúl Roa, aún vive, aún lucha, pues su ejemplo tiene todavía mucho que hacer, hoy y mañana, en el mundo.