Este 7 de septiembre se conmemora el bicentenario del “Himno del desterrado”, poema de José María Heredia y Heredia (Santiago de Cuba, 1803-Ciudad México, 1839). Para el escritor y poeta Ángel Augier, “Himno del desterrado” esla “expresión del alma nacional, sedienta de un superior destino histórico”. [1] Mientras que para el novelista Leonardo Padura, “es sin duda uno de los más bellos cantos de amor a la patria de toda la poesía cubana”. [2]
A dos años de su destierro en los Estados Unidos, por causa de su participación en la abortada conspiración independentista Soles y Rayos de Bolívar (1823), el joven poeta ya no era un cubano más. En junio de 1825 publica sus Poesías en Nueva York. La primera reseña crítica de la obra apareció en una revista estadounidense bajo la firma de Félix Varela, con quien Heredia había hecho más estrecha amistad desde su llegada a esta nación. [3] La obra también fue elogiada por el poeta y gramático venezolano Andrés Bello, en su Repertorio americano, así como por el poeta español Alberto Lista, quien calificó sus odas de “grandiosas y bellas por su fondo…”. [4]

Las poesías de Heredia recogidas en la citada edición neoyorquina, entre las cuales destaca su oda “Niágara”, fueron reproducidas en Inglaterra, Francia, Alemania y, por supuesto, España. En tan propicio contexto literario y editorial, es invitado por el presidente Guadalupe Victoria a visitar México, donde ya era notoria su obra poética de tema independentista. Así lo constata la publicación en el Indicador Federal de una oda de su autoría, probablemente, inspirada en la victoria de los ejércitos bolivarianos en la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), donde incita a los cubanos a que se independicen por sus propios esfuerzos sin esperar el auxilio de Colombia; promesa de una solidaridad que frustraría la muerte de Simón Bolívar (17 de diciembre de 1830) y las luchas políticas fratricidas que sobrevinieron con la independencia de las nuevas repúblicas.
El 22 de agosto de 1825, parte Heredia de Nueva York a bordo de la goleta Chasseur con destino a México. En la travesía una tormenta hace variar el rumbo de la embarcación, acercándola a la costa norte de la región occidental de Cuba, donde avista el monte conocido como Pan de Matanzas. Este inesperado avistamiento de la patria propiciado por la mano de la Naturaleza (7 de septiembre), le inspira su “Himno del Desterrado”. He aquí como nos lo cuenta Heredia:
¡Tierra claman: ansiosos miramos
Al confín del sereno horizonte
Y a lo lejos descúbrese un monte…
Lo conozco… ¡Ojos tristes, llorad!
Es el Pan… En su falda respiran
El amigo más fino y constante,
Mis amigas preciosas, mi amante…
¡Qué tesoros de amor tengo allí
Y más lejos, mis dulces hermanas,
Y mi madre, mi madre adorada,
De silencio y dolores cercada
Se consume gimiendo por mí.
Cuba, Cuba, que vida me diste,
Dulce tierra de luz y hermosura,
¡cuánto sueño de gloria y ventura
Tengo unido a tu suelo feliz!
¡Y te vuelvo a mirar…! ¡Cuán severo
Hoy me oprime el rigor de mi suerte!
La opresión me amenaza con muerte
En los campos do al mundo nací:
Este poema que por razones obvias no copiamos in extenso, se convertiría en un verdadero himno, declamado por igual en las reuniones de los patriotas de dentro y fuera de la Isla, y en los campamentos del mambisado durante las tres guerras por la independencia nacional. Los dos últimos versos del poema escrito en octavas decasílabas, es otro testimonio del elevado sentimiento patriótico que lo inspiró:
Aunque viles traidores le sirvan,
Del tirano es inútil la saña,
Que no en vano entre Cuba y España
Tiende inmenso sus olas el mar.
Es justo aclarar que este muy notorio cierre del poema himno, es ajeno a cualquier interpretación fuera de contexto que relacione al poeta con el desprecio o rechazo a su descendencia hispana, y sí reafirmación de un ideario independentista en paridad de razones con una realidad tan de la geografía como de la política de la época. Cualquier duda al respecto, téngase presente que años después, a raíz de una situación de xenofobia generalizada en relación con los españoles residentes en el México independiente, desde su cargo en el sistema judicial nacional, Heredia se opuso a su expulsión, lo que bien habla a favor del espíritu democrático y humanista de nuestro poeta jurista.

Tal sería el estado emocional de Heredia durante los siguientes diez días que duró la travesía, que al “Himno del Desterrado” le siguieron “Himno al sol” y “Vuelta al sur”. Este último poema, según Pedro Henríquez Ureña, “uno de sus más originales, si bien de los menos reconocidos”, donde “basta la simple caricia de la tibia brisa de su clima natal”, para alcanzar la más sentida inspiración. [5]
Si bien con esta suerte de tríptico poético Heredia alcanza a condensar su sentimiento patriótico, con la llegada del Chasseur al puerto de Alvarado, en Veracruz, un nuevo cambio se hará presente en su obra literaria, en esta ocasión, en paralelo con el que también ocurrirá en su vida pública.
En esta perspectiva se comprende que no falten estudiosos que den por concluido su más intenso y notable ciclo poético de tema patriótico-revolucionario, el cual se iniciara dos años antes en Matanzas, cuando en plena clandestinidad concibe “La estrella de Cuba” (1823), primer poema de contenido independentista de la historia de la literatura cubana. Este cambio, sin embargo, no significó que su obra se desatendiera de la problemática independentista cubana. Muy por el contrario, el concebirla a partir de entonces en una tierra hermana recién independizada del yugo colonial, implicó que se manifestara con mayor interés su ideal de una Cuba libre. En consecuencia, el cambio que opera en su obra no es de contenido, sino de medio de comunicación. A diferencia del intenso período poético que transcurre de 1820 a 1825, en este otro mexicano predominará la expresión prosística propia del periodismo, en particular, el relacionado con la crítica literaria. El periodismo le permitirá entonces a Heredia divulgar con mayor inmediatez y regularidad contenidos afines con su ideario estético, ideología política y tiempo histórico, así como ser cofundador con el italiano Claudio Linati de El Iris (1826), primer periódico de la vanguardia literaria del México independiente. Un buen ejemplo de lo antes dicho, es el artículo de Heredia titulado Mensaje del presidente Adams a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre el Congreso de Panamá, publicado en El Iris, el 29 de abril de 1826, donde por primera vez se denuncia el velado interés de la política de la nación norteña de anexarse Cuba y Puerto Rico, así como el carácter imperialista de la llamada Doctrina Monroe.

A doscientos años de avistar nuestro poeta el Pan de Matanzas e inspirarle su “Himno del desterrado”, qué mejor ofrenda de nuestra juventud que releer su inmortal poema concebido a los veintidós años de edad, tal y como lo hiciera en su adolescencia José Martí, quien décadas después no dudó en proclamar: “El primer poeta de América es Heredia” Y también el primero de nuestros poetas nacionales. “Honrar, honra”.
Notas:
[1] Leonardo Padura Fuentes. José María Heredia: la patria y la vida. Ediciones UNIÓN, 2003,p. 76.
[2] Ibíd. p. 146.
[3] Félix Varela: “Poesías de Heredia”, en New York American, New York, t. 6, no. 1657, agosto 6, 1825, p. 2
[4] José María Roa Bárcena: Acopio de sonetos castellanos, Ciudad México, 1887, p. 135.
[5] Pedro Henríquez Ureña: Las corrientes literarias en la América Hispánica. Edición R, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1971, p. 111.

