Sin duda, la llamada Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre es dentro de la confrontación histórica entre Cuba y Estados Unidos el incidente más peligroso por el que atravesaron ambos países y el mundo durante el período de la Guerra Fría.

Limitada en sus posibilidades de manifestación militar a la toma de algunas medidas que dieran cierta capacidad de respuesta a los planes agresivos de Washington y mantenida al margen del proceso de negociación entre la URSS y Estados Unidos, el papel protagónico de Cuba durante la Crisis de Octubre centró sus esfuerzos en el terreno político y diplomático.

Al igual que en otros momentos de la historia de la Revolución, brilló la diplomacia cubana guiada por su principal artífice: Fidel Castro Ruz. Como dijera Ernesto Che Guevara en su célebre carta de despedida, al referirse al papel desempeñado por el Comandante en Jefe durante la crisis: “Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días”.

Los errores que dieron ventaja a Kennedy

Es conocido que, para aquel tiempo, los artífices de la agresividad contra la Isla en la política norteamericana estaban deseosos de cobrarse el fiasco de Girón, por lo que ya tenían diseñado un proyecto —conocido como Plan Mangosta— que contemplaba en su última fase la invasión a Cuba en gran escala para octubre de 1962, utilizando las fuerzas armadas de Estados Unidos.

La máxima dirección cubana disponía de concepciones defensivas que no comprendían el despliegue de misiles nucleares. Imagen: Archivo de Granma.

Este peligro inminente, conocido por las autoridades de la Isla y de la URSS, influyó en el paso dado por los soviéticos en mayo de 1962 de proponer la instalación de cohetes nucleares de corto y mediano alcance en Cuba. Sin embargo, al parecer, los motivos más profundos del premier soviético, Nikita Jruschov, al dar ese paso tan arriesgado, estuvieron relacionados con la intención de disminuir la brecha nuclear existente entre la URSS y Estados Unidos, con amplia ventaja para esta última nación, aspecto que desconocía la máxima dirección de la Isla en aquellos momentos.

La manera en que Jruschov actuó después, al producirse la crisis, cuando sin contar con la dirección cubana negoció con Kennedy la salida de los cohetes nucleares de la Isla, y peor aún, de manera subrepticia negoció esa salida a cambio de la retirada de los misiles nucleares estadounidenses ubicados en Turquía e Italia, dejan mucho que desear sobre las verdaderas o fundamentales motivaciones que tuvo Jruschov a la hora de proponer a los cubanos la instalación de los cohetes en Cuba.

¿Qué tenían que ver los cohetes de Turquía e Italia con la defensa de Cuba? ¿Por qué no exigió se devolviera a la Mayor de las Antillas el usurpado territorio de la Base Naval de Guantánamo, se eliminara el bloqueo económico, u otros aspectos que sí se ajustaban a los intereses de la Isla?

“Al igual que en otros momentos de la historia de la Revolución, brilló la diplomacia cubana guiada por su principal artífice: Fidel Castro Ruz”. Imagen: Tomada de Internet

A pesar de que en las concepciones defensivas ya elaboradas para entonces por parte de la máxima dirección cubana, los misiles nucleares no estaban comprendidos, y de la conciencia de los líderes cubanos de que su presencia en el territorio insular podía afectar el prestigio de la Revolución, se aceptó la instalación de los cohetes, a partir de que se cumplía con un principio ineludible de apoyo internacionalista con el Campo Socialista y la URSS en particular, sobre cuya amistad no existía la menor duda, porque la había demostrado muchas veces.

Se trataba entonces, de que, si los soviéticos habían estado siempre dispuesta a ayudar a Cuba en los momentos más críticos, no se podían esgrimir intereses nacionales estrechos, cuando los que estaban en juego eran los intereses del Campo Socialista como un todo y por supuesto, vistos en un sentido más estratégico, los de la capacidad para defender a la isla también.

Mucho se perdió en el terreno moral, político y diplomático cuando los soviéticos decidieron que la instalación de los cohetes nucleares en Cuba se hiciera de manera secreta, y solo hacerla pública cuando fuera un hecho consumado, al que Estados Unidos supuestamente tendría que resignarse. El líder de la Revolución Cubana defendió en todo momento que la operación se hiciera pública bajo el respaldo del derecho internacional, pues no había nada ilegal en ello. Aunque mantuvo el criterio de que los soviéticos eran los que debían tomar la decisión final, por consideración a su gran experiencia internacional y militar.

Sin contar con la dirección cubana, Jruschov negoció con Kennedy la salida de los cohetes nucleares de la Isla. Imagen: Tomada de Sputnik

Otro elemento que dio ventaja política y diplomática a la Administración Kennedy fue la errada táctica soviética de responder a todos los ataques sobre el envío de armas a Cuba asegurando que estas eran de carácter defensivo, cuando para los estadounidenses la cuestión no estaba dada en el propósito de su empleo, sino en su capacidad para alcanzar el territorio continental de Estados Unidos. Por eso, cuando estalló la crisis Kennedy se presentó exitosamente a la opinión pública como un hombre engañado.

Los días “luminosos y tristes”

El 14 de octubre de 1962 un avión U-2 de Estados Unidos, violando el espacio aéreo de Cuba obtuvo las fotografías que mostraron la presencia de cohetes nucleares de alcance medio. Al día siguiente se confirmó la existencia de los cohetes con nuevos vuelos de reconocimiento por aviones U-2 de la fuerza aérea estadounidense. El 16 de octubre de 1962, McGeorge Bundy, asistente especial del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional, informaba a Kennedy sobre la presencia de los misiles en Cuba.

Por aquellos días, fuerzas militares estadounidenses se concentraban en las cercanías de la Isla, bajo el pretexto de la realización de varios ejercicios y maniobras, como el Unitas III y el Sweep Clear, sin embargo, el propio lunes 15 de octubre comenzó el ejercicio Phibrilex 62, uno de los más importantes y peligrosos para el archipiélago cubano. Este se desarrollaría hasta el 30 de octubre con la participación de más de cuarenta buques, veinte mil marinos y cuarenta mil infantes de marina, e incluía la realización del asalto anfibio a la isla de Vieques, en Puerto Rico, convertida a los fines del ejercicio en la ficticia “República de Vieques”, para derrocar a un tirano imaginario, Ortsac, que es el apellido Castro deletreado al revés.

“El 14 de octubre de 1962 un avión U-2 de Estados Unidos, violando el espacio aéreo de Cuba obtuvo las fotografías que mostraron la presencia de cohetes nucleares de alcance medio”.

No había que hacer gran esfuerzo para interpretar el objetivo de la maniobra. Cuando estas prácticas fueron planificadas no habían pruebas aún de la existencia de los cohetes de alcance medio en Cuba. Este ejercicio constituía un ensayo de la última fase de la Operación Mangosta, prevista para fines del mes de octubre de 1962. De cualquier forma, la maniobra sirvió a Estados Unidos para encubrir la movilización de las tropas necesarias en la nueva situación.

Cuando en las horas de la mañana del 22 de octubre de 1962, se anunció que el presidente Kennedy hablaría a las siete de la tarde para dar a conocer acontecimientos extraordinarios a la población de Estados Unidos, y al tenerse en cuenta una serie de movimientos militares que se habían detectado en La Florida y en el sur de Estados Unidos en general, el Primer Ministro, Fidel Castro Ruz, apreció que este hecho estaba relacionado directamente con Cuba y con la presencia de los cohetes soviéticos. Dadas esas circunstancias, ordenó poner en situación de alerta a las Fuerzas Armadas Cubanas a las 3:50pm, y a las 5:35pm decretó la alarma de combate para toda la nación.

En su declaración, Kennedy informó que en Cuba existían bases de proyectiles ofensivos con capacidad para un ataque nuclear contra el hemisferio, que peligraban el Canal de Panamá, Washington, Cabo Cañaveral, Ciudad México y otras ciudades del sector sureste de Estados Unidos, Centroamérica y la zona del Caribe, que además, se estaban construyendo bases adicionales que ponían en peligro ciudades del hemisferio occidental, desde puntos tan al norte como la Bahía de Hudson, en Canadá, y tan al sur como Lima, Perú, así como que bombarderos a chorro capaces de transportar armas nucleares estaban siendo desembarcados y armados en Cuba.

También planteaba que Cuba constituía una amenaza a la paz y seguridad de América, en deliberado reto al Pacto de Río de Janeiro, la Resolución Conjunta del Congreso de Estados Unidos, la Carta de las Naciones Unidas y las propias advertencias públicas del presidente Kennedy a la Unión Soviética formuladas los días 4 y 13 de septiembre. A partir de esa situación Kennedy da a conocer las medidas tomadas por su Gobierno: primero, se decretaba una cuarentena estricta contra todo equipo militar de ofensiva embarcado con destino a Cuba y que todos los buques de cualquier clase destinado a la Isla, procedente de cualquier nación o puerto, serían obligados a regresar si se descubría que llevaban armamentos de carácter ofensivo, y que esta cuarentena se extendería si hacía falta a otras clases de cargamentos y transportes, segundo; que continuaría y se incrementaría la estricta vigilancia a Cuba y a su refuerzo militar, y que las fuerzas armadas norteamericanas estuviesen preparadas para cualquier eventualidad, tercero; que sería política de Estados Unidos considerar a cualquier proyectil nuclear lanzado desde Cuba contra cualquier país del hemisferio occidental, como un ataque de la Unión Soviética contra Estados Unidos, merecedor de plena respuesta de represalia contra la URSS, cuarto; que se reforzaba la base de Guantánamo y se evacuaba al personal no militar y se ponía en estado de alerta a las unidades militares adicionales, quinto; que se convocaba inmediatamente una reunión de consulta de la OEA para que estudiara esa amenaza contra la seguridad del hemisferio a tenor de los artículos 6 y 8 del tratado de Río de Janeiro, y se advertía de la situación a los aliados de Estados Unidos en todo el mundo, sexto; que según la Carta de las Naciones Unidas se solicitaría una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad para tomar medidas contra la amenaza soviética a la paz en el mundo y que Estados Unidos pedirían el pronto desmantelamiento y retirada de todos los armamentos de ofensiva que había en Cuba, bajo la supervisión de observadores para que la cuarentena pudiera ser levantada.

“En su declaración, Kennedy informó que en Cuba existían bases de proyectiles ofensivos con capacidad para un ataque nuclear contra el hemisferio”. Imágenes: Tomadas de Internet

Esa misma noche, Adlai Stevenson, embajador de Estados Unidos en las Naciones Unidas, solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad. Kennedy envió además una misiva personal a Jruschov mediante un canal de comunicación especial. Con esta carta comenzó la correspondencia secreta entre ambos, que se extendió durante todo el período de la crisis.

Simultáneamente, Cuba y la URSS también dirigieron al Consejo de Seguridad sus quejas sobre las acciones agresivas y violaciones del derecho internacional de Estados Unidos, y solicitaron una reunión urgente. En la carta del Gobierno cubano al Presidente del Consejo de Seguridad, se señalaba que el bloqueo naval decretado por el gobierno de Estados Unidos constituía una acción unilateral y un acto de guerra establecido a espaldas de los organismos internacionales.

El 23 de octubre la agencia TASS emitió una declaración del Gobierno soviético, en la cual se denunciaba el serio peligro que para la paz significaba el bloqueo naval, calificándolo como un paso en el camino del desencadenamiento de la guerra termonuclear.

Al mismo tiempo, la Cancillería soviética entregó al embajador Foy D.Kohler una copia de dicha declaración y un mensaje de Jruschov al presidente Kennedy, donde reiteraba que los armamentos en Cuba eran defensivos y calificaba las medidas proclamadas el día anterior de insólita injerencia en los asuntos internos de la Isla, así como un acto provocativo contra la Unión Soviética. También Jruschov envió una misiva a Fidel, en la cual calificaba las acciones de Estados Unidos de piratescas, pérfidas y agresivas, informando además que había dado órdenes a los militares soviéticos en la Isla de estar en completa disposición combativa. Esta carta fue interpretada por la dirección cubana como una clara voluntad de la URSS de no ceder ante las amenazas y exigencias de Estados Unidos.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió el propio 23 de octubre para escuchar los planteamientos de los acreditados por las tres naciones involucradas. El representante cubano fue invitado a participar en el debate ya que no era miembro del Consejo de Seguridad.

Cuba y Rusia denunciaron que el bloqueo naval de Estados Unidos en torno a la isla caribeña representaba una seria amenaza a la paz.

El primero en hacer uso de la palabra fue el representante norteamericano. Adlai Stevenson pronunció un largo discurso tratando de presentar el bloqueo como una medida de autodefensa. Acusó a Cuba por recibir armas estratégicas en su territorio y a la Unión Soviética por no hacer pública su decisión de enviarlas. Presentó un proyecto que demandaba el desmantelamiento y la retirada inmediata de las armas “ofensivas”, el envío de un cuerpo de observadores de la ONU a la Isla y la realización de negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética para eliminar la amenaza presente.

Acto seguido el representante cubano, García Incháustegui, afirmó que la Isla se había visto precisada a armarse ante las agresiones reiteradas de los norteamericanos y negó que las armas de Cuba fueran una amenaza para sus vecinos, pues eran puramente defensivas. Criticó fuertemente a Estados Unidos por enviar sus barcos y aviones a la Isla para después recurrir a la ONU.

Al concluir su discurso, el representante cubano sentó la posición de principio de la Isla de no dejarse inspeccionar, pues lo primero que había que hacer era revisar las bases norteamericanas de donde salían las invasiones y que no se aceptaría observadores de ningún tipo en asuntos que competían a la jurisdicción interna de Cuba. Ese mismo día Incháustegui presentó a las Naciones Unidas un documento en el que se relacionaban los sabotajes, ataques piratas, atentados terroristas y demás fechorías realizadas ese año contra Cuba, ya fuera con la participación directa o indirecta del Gobierno de Estados Unidos, y solicitó que se distribuyera como un documento oficial de la Asamblea General.

Por su parte, Valerian Zorin, el representante permanente soviético y presidente además en ese momento del Consejo de Seguridad, señaló que Estados Unidos habían realizado un acto sin precedentes en las relaciones entre países que no estaban en guerra y habían puesto en peligro la navegación de numerosos buques, violando abiertamente las prerrogativas del Consejo de Seguridad, único que podía autorizar la realización de cualquier clase de actos coercitivos.

“Al concluir su discurso, el representante cubano sentó la posición de principio de la Isla de no dejarse inspeccionar, pues lo primero que había que hacer era revisar las bases norteamericanas de donde salían las invasiones (…)”.

Zorin declaró que no entraría en polémicas con Stevenson, porque la declaración de Estados Unidos no era más que una cortina de humo para distraer la atención de las violaciones flagrantes de la carta de las Naciones Unidas. Agregó que confirmaba oficialmente la declaración del Gobierno de la Unión Soviética de que no había enviado ni estaba enviando armamentos ofensivos a Cuba, que las armas enviadas a Cuba estaban destinadas solamente a fines defensivos, pues la URSS poseía cohetes tan poderosos que no necesitaba buscar territorio alguno fuera de la Unión Soviética para lanzarlos.

Al finalizar su intervención, pidió la condena a las acciones emprendidas por los norteamericanos, que Estados Unidos revocaran su decisión de inspeccionar los buques de otros países en aguas internacionales, que cesara toda interferencia en los asuntos internos de Cuba, y que los tres países establecieran contactos para normalizar la situación y eliminar la amenaza de guerra.

Asimismo, el propio martes 23 de octubre se reunió el Órgano de Consulta de la OEA, ante la insistencia de Estados Unidos, de discutir una resolución que respaldara el bloqueo naval a la Isla. Ese mismo día fue aprobada por 17 votos a favor, ninguno en contra y una abstención (Uruguay). La resolución exigía el desmantelamiento inmediato y la retirada de las armas con capacidad ofensiva de Cuba y recomendaba que los estados miembros, basándose en los artículos 6 y 8 del Tratado de Río de Janeiro, tomaran las medidas individuales y colectivas, incluido el uso de la fuerza armada, para evitar que Cuba pudiera continuar amenazando la paz y la seguridad del continente.

Fidel refutó las imputaciones hechas contra Cuba por Kennedy, y exigió el desmantelamiento de las bases militares y la salida de tropas extranjeras desplegadas en territorios de otros países. Imagen: Tomada de Granma

En la comparecencia ante la Televisión y la Radio Nacional en la noche de ese día, 23 de octubre, Fidel refutó cada una de las imputaciones hechas contra Cuba por Kennedy el día anterior. El Primer Ministro cubano dejó claro que no tenía obligación de rendir cuentas al Gobierno de Estados Unidos y que éste no tenía derecho alguno de decidir el tipo de armas que Cuba debía o no tener. También rechazó categóricamente la pretensión estadounidense de inspeccionar el territorio cubano. Sobre cómo el Gobierno de Estados Unidos —a diferencia de Cuba— estaba haciendo añicos las normas más elementales del derecho internacional con sus medidas unilaterales y agresivas contra la Isla, señaló:

“Habla (Kennedy) de la Carta de las Naciones Unidas; precisamente en el momento en que van a violar la Carta de las Naciones Unidas, invocan la Carta de las Naciones Unidas, cuando nosotros no hemos cometido la menor violación de ninguno de los artículos de la Carta de las Naciones Unidas.

(…)

“Hay el hecho siguiente. La medida que toma, ‘es una violación inocultable por completo de la ley internacional; ningún Estado puede hacer eso, ningún estado puede parar a los barcos de otro Estado en altamar; ningún Estado puede bloquear a otro Estado. Es como si nosotros ahora mandáramos nuestros barcos, para decir: ‘no, Estados Unidos no puede mandar tales armas a Guatemala, ni a Venezuela’; que cualquier país pusiera sus barcos de guerra frente a otro país y bloqueara a ese país. Eso está contra toda ley internacional, y está, además, contra la moral de las relaciones internacionales, contra el más elemental derecho de los pueblos.

“Es decir que es, en primer lugar, una violación flagrante de la ley. Comete dos violaciones: una violación contra nuestra soberanía, por cuanto intenta bloquear nuestro país; y, en segundo lugar, comete una violación contra el derecho de todos los pueblos porque dice ‘cualquier barco de cualquier país puede ser registrado’. ¿Dónde? ¿En aguas norteamericanas? ¡No, en alta mar, es decir, en aguas internacionales ¡Comete una violación contra el derecho de todas las demás naciones no solo contra Cuba!”

Al mismo tiempo, Fidel aseveró que Cuba era partidaria del desmantelamiento de todas las bases militares y de la no permanencia de tropas extranjeras en el territorio de otro país. “Si Estados Unidos —dijo— quiere el desarme, magnífico: vamos a desmantelar todas las bases que haya en todas las partes del mundo. (…) Pero con la política de desarmarnos nosotros frente a los agresores, no estamos de acuerdo”.

Fidel además señaló que ante la nueva situación se podían dar dos alternativas, bloqueo total o agresión directa, y agregó: “Bloqueo total, lo resistiremos tomando las medidas necesarias, si se presenta el caso, podemos resistir bloqueo total (…) Si hay la otra alternativa, el ataque directo, ¡lo rechazaremos!”

“(…) U Thant planteó que mediaría en el conflicto a petición de un grupo de Gobiernos, por lo que envió un mensaje con textos idénticos a Kennedy y Jruschov, solicitándoles que se abstuvieran de emprender acciones que pudieran agravar la situación (…)”.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reanudó el 24 de octubre a las nueve de la mañana, el mismo día en que entró en vigor el bloqueo naval impuesto por el Gobierno norteamericano a Cuba. En la reunión, U Thant planteó que mediaría en el conflicto a petición de un grupo de Gobiernos, por lo que envió un mensaje con textos idénticos a Kennedy y Jruschov, solicitándoles que se abstuvieran de emprender acciones que pudieran agravar la situación y propuso la suspensión voluntaria, por un período de dos a tres semanas de los envíos de armas y de la “cuarentena”, con el objetivo de que las partes se reunieran para solucionar la crisis.

De igual forma, U Thant había apelado al Gobierno de Cuba, exhortándolo a buscar algún terreno de interés común, como base para una discusión, por la cual se pudiera hallar una salida negociada a la crisis. Señaló que era posible contribuir grandemente a ese fin si la construcción de las instalaciones militares soviéticas en Cuba se suspendía durante el período de negociaciones.

Esa noche, en cumplimiento de indicaciones del Departamento de Estado, Stevenson se dirigió a U Thant e intentó que este hiciera una apelación a Jruschov para que mantuviera los barcos soviéticos fuera del área de la “cuarentena”; el diplomático birmano debía hacer la proposición como si fuera iniciativa propia con el objetivo de evitar una confrontación que podría producirse a corto plazo. U Thant estuvo de acuerdo con enviar un mensaje con la propuesta a primera hora de la mañana, y hacerlo a nombre suyo. Le plantearía la necesidad de que mantuviera sus barcos alejados para evitar una confrontación, porque pensaba que había la posibilidad de que los norteamericanos estuviesen preparados para discutir las modalidades de una negociación.

“El Gobierno cubano, a través de su embajador García Incháustegui, reafirmó a U Thant la actitud pacífica de Cuba, pero señaló que Washington no había aportado ninguna prueba que demostrara que la Isla era una amenaza para el hemisferio occidental (…)”.

En la mañana del 25 de octubre el Secretario General interino de la ONU, U Thant, recibió las respuestas de Jruschov y Kennedy a su mensaje del día anterior. El dirigente soviético dio una respuesta positiva, y aceptó el ofrecimiento para tratar de solucionar la crisis. Por su parte, la respuesta norteamericana era ambigua y no contenía ningún compromiso concreto.

El Gobierno cubano, a través de su embajador García Incháustegui, reafirmó a U Thant la actitud pacífica de Cuba, pero señaló que Washington no había aportado ninguna prueba que demostrara que la Isla era una amenaza para el hemisferio occidental y que esta tenía todo el derecho a defenderse de la agresividad del imperialismo estadounidense.

Poco después, U Thant se dirigía de nuevo a Jruschov y Kennedy. Con el objetivo de evitar un enfrentamiento en el mar, pedía al primero mantener los barcos soviéticos fuera del de la zona de intercepción, al menos por un tiempo limitado que permitiera la realización de las conversaciones para negociar una solución a la crisis. A Kennedy le solicitaba que las fuerzas de Estados Unidos en el Caribe evitaran un enfrentamiento con los barcos soviéticos, con el objetivo de disminuir el riesgo de cualquier incidente enojoso.

En horas de la tarde de ese día 25 de octubre se efectuó una nueva sesión del Consejo de Seguridad. El embajador soviético, Valerian Zorin, fue interrumpido en medio de su intervención por Stevenson, quien en tono inquisitivo, le pidió que dijera si en Cuba había o no armas ofensivas. Mientras Zorin se negaba a dar una respuesta directa a esa pregunta, Stevenson introdujo en la sala las ampliaciones de las fotos tomadas por los U-2, en las que se veía claramente los bombarderos y las posiciones de lanzamiento que se construían para los cohetes. El efecto fue devastador y el lance constituyó un fracaso total para la diplomacia soviética.

Ante esas claras evidencias, el representante soviético, respondió señalando que si el presidente Kennedy poseía esas pruebas desde el día 16 de octubre, como había hecho referencia en su discurso del 22 de octubre, ¿por qué no le había dicho nada sobre ese aspecto al ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, Alexei Gromyko, en la prolongada entrevista que sostuvo con él el día 18 del propio mes?

Estados Unidos mostró ante el Consejo de Seguridad fotos de los bombarderos y las posiciones de lanzamiento que se construían para los cohetes. El lance constituyó un fracaso para la diplomacia soviética. Imágenes: Tomadas de la ONU

Zorin además hizo énfasis en que, si el presidente Kennedy verdaderamente no tenía intenciones agresivas y quería defender la paz, ¿por qué se había callado y anunciado un bloqueo cuatro días después, colocando al mundo al borde de la guerra termonuclear? Posteriormente, Zorin mencionó la carta de Jruschov, destacando que ella se exponían claramente las intenciones de la Unión Soviética de buscar una salida negociada a la crisis, rechazando las interpretaciones que había dado Stevenson sobre la posición asumida por la URSS.

La sesión del Consejo de Seguridad terminó con el anuncio de U Thant de que, en la mañana del siguiente día, iniciaría conversaciones con los representantes de Cuba, la Unión Soviética y Estados Unidos, para tratar de buscar una solución a la crisis y se acordó, en espera de esas negociaciones, posponer las discusiones en ese organismo. Realmente, después de esta sesión del 25, no hubo ninguna otra reunión del Consejo de Seguridad donde se discutiera el tema de la Crisis.

El 26 de octubre U Thant recibió una carta de Jruschov comunicándole que aceptaba su proposición del día 25, por lo que en adelante los barcos soviéticos se mantendrían fuera del área de intercepción, aunque señalaba que esa situación no podría prolongarse.

Sin embargo, las horas que se vivían eran muy tensas, tanto para Cuba y la URSS, como para Estados Unidos, y llegaron a su punto más álgido cuando el 27 de octubre fue derribado un avión U-2 de la fuerza área estadounidense por cohetes soviéticos, en el momento en que éste violaba el espacio aéreo cubano.

El 27 de octubre Jruschov envía una misiva a Kennedy en la que le propone retirar los cohetes nucleares del archipiélago cubano, si Estados Unidos retiraban los suyos de Turquía, se comprometían a no invadir Cuba desde su territorio o de otro de sus vecinos y pactaban no inmiscuirse en los asuntos internos de la Isla.

Finalmente, el Gobierno estadounidense decidió enviar una carta a Jruschov en respuesta a la recibida el día 26, pues en ella, el gobierno soviético solo ponía como condición para retirar los cohetes de Cuba: que Estados Unidos se comprometiera a no invadir la Isla y a impedir que esta acción se perpetrara desde cualquier otro país. De esta manera, Washington ignoró la misiva de Jruschov que había transmitido Radio Moscú en la mañana del día 27, en la que hacía la propuesta relacionada con la retirada de los cohetes de Turquía. La actuación del Gobierno norteamericano consistió en manifestarse como si no hubieran recibido la carta del 27 y esperar la respuesta del líder soviético antes de emprender alguna acción de lamentables consecuencias.

El Secretario General interino de la ONU, U Thant, jugó un papel importante en la mediación.

El contenido fundamental de la carta de Kennedy a Jruschov planteaba que la URSS debía retirar los sistemas de armamentos ofensivos de Cuba bajo la inspección de la ONU, y comprometerse, con las debidas garantías, a no introducir en lo sucesivo armamento de esta clase en Cuba. De actuar de esta manera, Estados Unidos levantaría rápidamente el bloqueo naval y daría garantías de que Cuba no sería invadida. La esencia del mensaje consistía en que, si los cohetes no eran retirados inmediatamente de la ínsula, Estados Unidos se vería obligado a iniciar las acciones combativas a más tardar los días 29 o 30 de octubre.

El encargado de llevar el mensaje al embajador soviético en Estados Unidos fue Robert Kennedy, hermano del presidente de Estados Unidos. En la conversación, el embajador de la Unión Soviética insistió en la retirada de los cohetes estadounidenses en Turquía. Finalmente, se acordó que esos proyectiles en Turquía serían desmantelados tres y cinco meses después de la retirada de los cohetes soviéticos de Cuba, y que ese acuerdo se mantuviera en estricto secreto y no se incluyera en el texto oficial sobre el cese de la crisis. 

El 28 de octubre se trasmitió la carta de repuesta de Jrushchov a Kennedy por Radio Moscú. De nuevo el Gobierno soviético cometía un error durante la crisis: el texto ya se estaba haciendo público y no había sido concertado con el Gobierno cubano. El contenido fundamental de la carta era el siguiente: “Veo con respeto y confianza la declaración, expuesta en su mensaje del 27 de octubre de 1962, de que no se cometerá un ataque contra Cuba, de que no habrá invasión (…) Entonces los motivos que nos impulsaron a prestar ayuda de ese carácter a Cuba desaparecen. Por eso hemos dado instrucciones a nuestros oficiales (…) de adoptar las medidas correspondientes para que cese la construcción de los mencionados objetivos, para su desmontaje y devolución a la Unión Soviética”.

“El 28 de octubre se trasmitió la carta de repuesta de Jrushchov a Kennedy por Radio Moscú. De nuevo el Gobierno soviético cometía un error durante la crisis: el texto ya se estaba haciendo público y no había sido concertado con el Gobierno cubano”.

Esta noticia fue recibida con júbilo en Washington, sin embargo, la dirigencia cubana manifestó su inconformidad, pues la garantía de la palabra del Presidente norteamericano tenía muy poco valor, como había demostrado la historia de los últimos años. Por eso, en la tarde de aquel domingo el líder cubano, Fidel Castro, planteó sus conocidos “Cinco Puntos” y manifestó que no existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:

1ro. Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presiones comerciales y económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.

2do. Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.

3ro. Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en los Estados Unidos y en Puerto Rico.

4to. Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.

5to. Retirada de la base naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos.

Fidel denunció que no existirían las garantías de no invasión de que hablaba Kennedy y planteó sus conocidos “Cinco Puntos”. Imagen: Tomada de Granma

Las negociaciones

El lunes 29 de octubre, en Naciones Unidas, la delegación soviética anunció la designación del viceministro de Relaciones Exteriores, Vasilievich Kuznetzov, para encabezar las negociaciones con Estados Unidos. Por la parte estadounidense participarían Adlai Stevenson y John McCloy, y por Cuba, Carlos Lechuga. Otra noticia dada a conocer ese día fue la aceptación de U Thant a la invitación del Gobierno Revolucionario para que visitara la Isla. Partiría hacia La Habana el martes 30.

En sus conversaciones con la alta dirección del país, quedaron delineadas las posturas firmes de Cuba en cuanto al necesario cumplimiento de los cinco puntos decretados por Fidel. Se planteó que no se permitiría ninguna inspección de control en territorio cubano con pretensiones de verificar la verdadera retirada de los cohetes, pues Cuba no había violado ninguna ley internacional, y que en cambio, Estados Unidos si lo habían hecho y nadie controlaría el cumplimiento de su palabra de no invadir a la isla. Al respecto expresó Fidel a U Thant, en la primera entrevista sostenida en la tarde del día 30 de octubre:

“Precisamente nosotros no comprendemos por qué se nos pide eso, porque nosotros no hemos violado ningún derecho, no hemos llevado a cabo agresión absolutamente contra nadie; todos nuestros actos han estado basados en el Derecho Internacional, no hemos hecho absolutamente nada fuera de las normas del Derecho Internacional. En cambio, nosotros hemos sido víctimas, en primer lugar, de un bloqueo, que es un acto ilegal, en segundo lugar, la pretensión de determinar desde otro país qué tenemos nosotros derecho a hacer o no hacer dentro de nuestras fronteras.

“Nosotros entendemos que Cuba es un Estado soberano ni más ni menos que cualquier otro de los Estados miembros de las Naciones Unidas, y con todos los atributos que son inherentes a cualquiera de esos estados.

“Además, los Estados Unidos han estado violando reiteradamente nuestro espacio aéreo sin ningún derecho, cometiendo un acto de agresión intolerable contra nuestro país. Han pretendido justificarlo con un acuerdo de la OEA, pero ese acuerdo no tiene para nosotros ninguna validez. Nosotros fuimos, incluso, expulsados de la OEA.

“Nosotros podemos aceptar cualquier cosa que se ajuste al derecho, que no implique merma en nuestra condición de Estado soberano. Los derechos violados por Estados Unidos no han sido restablecidos, y por medio de la fuerza no aceptamos ninguna imposición.

“Entiendo que esto de la inspección es un intento más de humillar a nuestro país. Por lo tanto, no lo aceptamos”.

Fidel sostuvo encuentros con U Thant en La Habana. Ambos coincidieron en el carácter ilegal del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. Imágenes: Tomadas de Internet

Más avanzada la conversación diría el Comandante en Jefe: “resulta realmente difícil comprender cómo se puede hablar de soluciones inmediatas, independientemente de soluciones futuras, cuando lo que más interesa no es pagar ahora cualquier precio por la paz, sino garantizar la paz de manera definitiva, y no estar pagando todos los días el precio de una paz efímera”.

U Thant coincidió con Fidel respecto a la ilegalidad del bloqueo: “Mis colegas y yo opinamos, y así se lo hice saber a Estados Unidos, que el bloqueo era ilegal; que ningún Estado puede admitir un bloqueo no ya solo militar, ni siquiera económico. Eso es usar la imposición de la fuerza de una gran potencia contra un país pequeño. También les dije que era ilegal e inadmisible el reconocimiento aéreo que se estaba haciendo sobre Cuba”. El Secretario General interino de la ONU también destacó en la reunión que él estaba buscando una solución a largo plazo del problema, no solo inmediata, porque consideraba que ambas cuestiones estaban unidas.

El 1ro. de noviembre Fidel ofreció una comparecencia ante las cámaras y micrófonos de la televisión nacional para informar sobre los resultados de las conversaciones con U Thant. El Primer Ministro cubano reconoció de forma positiva la labor desempeñada por U Thant, señalando que se trataba de una persona honesta, imparcial, competente, que tenía verdaderos deseos de luchar por encontrar soluciones a los problemas surgidos y había inspirado confianza en la dirección cubana. “Indiscutiblemente —agregó Fidel— que es de interés de que las Naciones Unidas constituyan una institución de garantía para los derechos de los pueblos, sobre todo para los derechos de los pueblos pequeños; y en este momento nos parece que las Naciones Unidas están desempeñando bien ese papel”.

Sin duda, las posiciones y planteamientos de U Thant en torno a la Crisis de Octubre y las valoraciones positivas que sobre su persona dio la máxima dirección de Cuba, influyeron en que el Gobierno de Estados Unidos evitara luego una discusión amplia en Naciones Unidas sobre la crisis y la participación directa de U Thant en las negociaciones. Poco a poco Washington fue sacando el tema del marco de las Naciones Unidas.

Desde el 31 de octubre, de acuerdo con el compromiso contraído por la URSS, se había iniciado la retirada de los cohetes de alcance medio, sin ningún tipo de obstáculo por parte de Cuba. La actitud cubana y soviética contrastaba con la asumida por Estados Unidos, que mantenía el bloqueo y aumentaba los vuelos rasantes. Por si fuera poco, incorporaba nuevas exigencias para el cese de sus acciones agresivas y se negaba a entrar en negociaciones directas con los cubanos. Las conversaciones se llevaban a cabo entre soviéticos y norteamericanos por una parte; soviéticos y cubanos por otro lado y todos los factores con U Thant.

“(…) las posiciones y planteamientos de U Thant en torno a la Crisis de Octubre y las valoraciones positivas que sobre su persona dio la máxima dirección de Cuba, influyeron en que el Gobierno de Estados Unidos evitara luego una discusión amplia en Naciones Unidas sobre la crisis (…)”.

Desde el regreso de U Thant a New York, los negociadores soviéticos y cubanos venían confeccionando un proyecto de Protocolo Tripartito para ser sometido al Consejo de Seguridad por los tres países. En el proyecto quedaban recogidos los intereses de Cuba que habían sido planteados por Fidel en los Cinco Puntos. Además planteaba en su capítulo IV, artículo 12: “Las partes contratantes acuerdan aceptar el plan sobre la presencia de la ONU en la zona del mar Caribe, por medio del establecimiento de puestos de observación por los representantes de ese organismo con el objeto de lograr el cumplimiento de los objetivos del presente acuerdo”.

Cuba estuvo de acuerdo con este artículo, pues no se trataba de que se hiciese una verificación solamente en su territorio, sino también en el territorio de otros países de la región, incluyendo Estados Unidos, pero Washington rechazó la proposición.

El martes 6 de noviembre, el Gobierno de Estados Unidos, convencido de que se habían desmantelado los cohetes y después de aceptar la propuesta de la URSS de verificación en alta mar de los buques que los transportaban, solicitó oficialmente como solución de la crisis una nueva exigencia, la retirada de los IL-28, convertidos de pronto en armas “ofensivas”.

El bloqueo naval y las violaciones al espacio aéreo cubano continuarían todavía por varios días, al tiempo que Kennedy amenazaba con tomar nuevas medidas agresivas a partir del 20 de noviembre. Precisamente ese día los soviéticos terminaron cediendo, cuando llegó a la Casa Blanca un mensaje de Jruschov, en el cual se anunciaba que los IL-28 serían retirados en un plazo de 30 días. El Presidente estadounidense inmediatamente realizó una conferencia de prensa donde declaró que se habían reducido significativamente los peligros con la decisión soviética de retirar las “armas ofensivas” y que habría paz en el Caribe si esas armas se mantenían fuera del hemisferio y si no se usaba a Cuba para exportar los propósitos agresivos del comunismo.

Con posterioridad, Estados Unidos presentó oficialmente como solución de la crisis una nueva exigencia: la retirada de los IL-28, convertidos de pronto en armas “ofensivas”.

Minutos después de la conferencia, el secretario de Defensa, Robert McNamara, anunció que había ordenado a la Marina de Guerra el cese del bloqueo, comenzado el 24 de octubre. También el 20 de noviembre, la URSS y los demás países socialistas miembros del Tratado de Varsovia declararon el paso de sus fuerzas armadas a condiciones normales. En Cuba, dos días después, se tomaron medidas similares.

En la tarde del 25 de noviembre, la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y el Consejo de Ministros de la República de Cuba se reunieron, en sesión conjunta, para tratar los problemas referentes a la solución de la crisis y discutir la respuesta a las palabras del presidente Kennedy del martes 20. Allí se acordó hacer pública una declaración para dar a conocer al pueblo y al mundo la posición del partido y el Gobierno cubanos de condena a la violación flagrante del derecho internacional por parte del gobierno de Estados Unidos.

El 26 de noviembre Carlos Lechuga, embajador cubano en Naciones Unidas, visitó a U Thant para expresarle que era muy importante que la ONU no perdiera el control del proceso de negociaciones, pues ya a esas alturas los representantes soviéticos y norteamericanos se reunían sin consultar a U Thant, a quien solo se le informaba después de los acuerdos tomados. Era evidente que el Gobierno estadounidense trataba de esquivar un debate en el Consejo de Seguridad donde saldrían a relucir todos sus actos agresivos contra la Isla y violaciones del derecho internacional y de la Carta de la ONU.

Además era de conocimiento público que U Thant, quien debía rendir cuentas de las gestiones que como mediador le confió el Consejo, había manifestado en La Habana que los dos temas, el de la solución a corto plazo y el de la normalización de las relaciones internacionales en la zona del Caribe, estaban vinculados, por lo que las acciones subversivas y bélicas contra Cuba y el bloqueo económico, también serían objeto de análisis, como aspectos esenciales de la solución de la crisis a la largo plazo. Por supuesto, Estados Unidos evitó en todo momento verse en una posición tan incómoda en Naciones Unidas, mucho menos a entrar en un debate con los cubanos.

Incluso, en uno de los documentos desclasificados en Estados Unidos que contiene las sugerencias que McCloy hizo a Kennedy antes de que este último se reuniera el 29 de noviembre con el Viceprimer Ministro de la URSS, Anastas Mikoyan, se recomendó al Presidente estadounidense que le expresara al dirigente soviético que si la URSS mantenía la intención de incorporar a los cubanos en la discusión de los arreglos finales, se examinaría la alternativa de interrumpir unilateralmente las negociaciones.

“Estados Unidos evitó en todo momento verse en una posición tan incómoda en Naciones Unidas, mucho menos a entrar en un debate con los cubanos”.

El 28 de noviembre el Gobierno Revolucionario cubano cursó instrucciones a su embajador en la ONU, Carlos Lechuga, previendo una posible discusión en el Consejo de Seguridad de los proyectos independientes de declaración de Estados Unidos y la URSS. Se le orientaba que debía ajustar su conducta al criterio del Gobierno cubano expuesto en la Declaración Conjunta del Consejo de Ministros y de la Dirección Nacional de las ORI, firmada por el Primer Ministro Fidel Castro y el Presidente Osvaldo Dorticós, el 25 de noviembre.

También que, en caso de no arribarse a un acuerdo conforme a los puntos de vista de Cuba —que era lo más probable—, declarara que no existían garantías para Cuba y fuese agresivo contra la posición norteamericana, denunciando ante la ONU las consecuencias de esa posición (derecho a invadir que se atribuía, derecho a continuar con medidas de presión económica y de guerra paramilitar), llamando la atención al Consejo de Seguridad sobre el descaro de entrar a discutir el derecho a la invasión, lo cual pugnaba con los principios de la Carta de las Naciones Unidas.

“Ser enérgico en la intervención —se enfatizaba en las instrucciones—, y anunciar al mundo que no se ha logrado la paz en el Caribe, y que solo se ha evitado, por ahora, la guerra”.

“El compañero Lechuga debe saber que la posición de Cuba ha agotado todas las posibilidades de flexibilidad, y en lo adelante, no da un solo paso atrás en esa posición, que claramente aparece en la Declaración Conjunta de la Dirección Nacional de las ORI y del Consejo de Ministros, que se adjunta”.

Al día siguiente, Lechuga volvió a recibir instrucciones desde La Habana, en ellas se le indicaba que, si bien estaba excluida una declaración tripartita, tampoco Cuba estaba de acuerdo con el proyecto de declaración de los soviéticos y que la única alternativa era una declaración independiente, con la que al menos Estados Unidos quedaría desenmascarado ante el Consejo de Seguridad.

El 3 de diciembre, la oficina del Ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa, envió a Lechuga un mensaje cifrado que era una versión de un memorando enviado por Dorticós a Roa, en el que se subrayaba que Cuba haría una sola declaración de acuerdo con las instrucciones enviadas y que era “imposible ocultar en el Consejo de Seguridad las discrepancias entre la URSS y Cuba”, aunque no había que destacarlas expresamente, pero sí fijar la posición cubana de que la promesa de no invasión, sin las garantías mínimas contenidas en el proyecto de Protocolo, no constituían una seguridad para la Isla.

“Una de las discrepancias fundamentales de Cuba con el proyecto de Declaración de la URSS estuvo en la afirmación de que, en todo, el Gobierno soviético actuaba de acuerdo con el de la República de Cuba, lo cual no era cierto”.

Las observaciones que nuestro Gobierno le hizo a los proyectos de Declaración de Estados Unidos y la URSS fueron:

1ro. No se aceptaba como acuerdo válido ninguno que no incluyera los Cinco Puntos, del 28 de octubre, tal y como aparecía en el proyecto de Protocolo Tripartito, pues la simple promesa de no invasión no era garantía alguna, ya que dejaba libre las manos a los Estados Unidos para proseguir con sus actos de presión, bloqueo económico y acciones subversivas paramilitares contra Cuba.

2do. Se coincidía con la URSS al oponerse decididamente a permitir la nueva exigencia de los Estados Unidos sobre el supuesto retiro del “sistema de armas aptas para uso con fines ofensivos”, ya que además por su generalidad implicaba armas convencionales.

3ro. Se consideraba que toda insistencia de los Estados Unidos sobre futuros medios de inspección solo significaba un intento de humillar a Cuba y afectar su soberanía, puesto que ya se habían retirado todas las armas comprometidas entre Kennedy y Kruschov, extendiéndose incluso a los IL-28, y esto había sido verificado en alta mar, como se había acordado entre ambas partes. Además se destacó que para Cuba, toda oferta de no invasión con carácter condicional era ineficaz, pues invadir no era un derecho de los Estados Unidos, sino un delito internacional.

4to. Se enfatizó en que no se daría un solo paso atrás en no aceptar verificación sobre la base de la promesa de no invasión. Tampoco se aceptaría ningún tipo de inspección unilateral, solo inspección múltiple que incluyera el territorio de los Estados Unidos.

5to. Se rechazó la declaración de los Estados Unidos de reservarse el derecho de hacer uso de otros medios de inspección y control, al constituir ello una vulneración de la soberanía de Cuba.

6to. No aceptación como materia de discusión la sola oferta de no invasión, pues la materia de discusión debían ser los Cinco Puntos y lo demás consignado en el proyecto de Protocolo.

“En realidad, Kennedy no se comprometió oficialmente a nada. Todo quedó en palabras y letras de correspondencia. Estados Unidos nunca se comprometió a dejar de seguir agrediendo a Cuba de las más disímiles maneras, sino a no invadirla”.

Una de las discrepancias fundamentales de Cuba con el proyecto de Declaración de la URSS estuvo en la afirmación de que, en todo, el Gobierno soviético actuaba de acuerdo con el de la República de Cuba, lo cual no era cierto. Además, Cuba discrepaba con la declaración soviética cuando esta consideraba como compromisos, algunos asuntos a los que nunca los norteamericanos se comprometieron, tales como el respeto a la soberanía de Cuba y la inviolabilidad de sus fronteras, así como la no interferencia en sus asuntos internos.

En realidad, Kennedy no se comprometió oficialmente a nada. Todo quedó en palabras y letras de correspondencia. Estados Unidos nunca se comprometió a dejar de seguir agrediendo a Cuba de las más disímiles maneras, sino a no invadirla. Cumplió con su compromiso de retirar los cohetes Júpiter de Turquía e Italia, pues sabía que de todas maneras serían retirados a corto plazo por su carácter obsoleto.

En cuanto al proyecto de resolución presentado por la parte norteamericana saltaba a la vista su insistencia en la comprobación por parte de la ONU del retiro de los cohetes y bombarderos bajo la definición general de “sistemas de armas apta para fines ofensivos”; así como el condicionamiento de la no invasión a Cuba al criterio ambiguo y fácilmente manipulable de que Cuba no emprendería acción que amenazara la paz y seguridad del Hemisferio Occidental, cual había sido la supuesta justificación de las agresiones de Estados Unidos contra Cuba.

Finalmente, la crisis se liquidó de manera formal con dos cartas a U Thant, una muy breve firmada conjuntamente por Adlai Stevenson y V. Kuznetsov y otra más extensa del Gobierno revolucionario cubano. Ambas con fecha 7 de enero de 1963. Estados Unidos había logrado imposibilitar un amplio debate en las Naciones Unidas.

Como en juicio docto señaló Carlos Lechuga: “Esto también es un hecho que dejó en cierta forma desamparada a Cuba, pues le impidió exponer sus criterios en el seno de la comunidad internacional, en la ONU, que supuestamente estaba actuando de mediadora en el conflicto, y se cerró el camino para continuar la discusión sobre uno de los aspectos fundamentales de la crisis que era lo que se dio en llamar la solución a largo plazo, la búsqueda de una fórmula que diera fin a la política agresiva de los Estados Unidos contra ella, raíz de todo el conflicto”.

Estados Unidos impidió un amplio debate en las Naciones Unidas y que Cuba denunciara ante el mundo la agresiva política de la Casa Blanca, valoró el entonces embajador Carlos Lechuga (en la foto, junto al Canciller Raúl Roa). Imagen: Tomada de Cubadebate

Nada más entregadas las cartas a U Thant para que este las trasladara al Presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, se reanudaron inmediatamente los planes subversivos de Estados Unidos contra la Isla.

A modo de conclusión podría decirse que la ONU desempeñó un papel importante durante la Crisis de Octubre, incluso desde antes de su estallido, en tanto se convirtió en escenario de enconada batalla diplomática de Cuba y la URSS frente a Estados Unidos. También hay que reconocer la labor que realizó U Thant, Secretario General Interino de la ONU, en función de lograr una solución definitiva a la crisis.

Sin embargo, Estados Unidos actuó siempre desde posiciones de fuerza y violaron impunemente la Carta de las Naciones Unidas, práctica que han seguido desempeñando hasta la actualidad. Las Naciones Unidas no tomaron ante estas violaciones medidas de sanción contra Estados Unidos, demostrando que los principios básicos bajo los que se creó esta organización habían quedado en letra muerta desde fecha temprana, producto de la irracionalidad y el irrespeto del imperialismo norteamericano hacia las normas más elementales de comportamiento en las relaciones internacionales, pretendiendo siempre actuar a su libre albedrío y como gendarme del mundo.

Cuba denunció en todo momento esta conducta inadmisible para las Naciones Unidas y mantuvo una posición digna y firme ante la defensa de su soberanía. La posición valiente e intransigente de la dirección cubana al negarse a cualquier tipo de inspección del territorio cubano, al plantear los Cinco Puntos e impedir en todo momento que se le presionara, fue lo que salvó el prestigio moral y político de la Revolución en aquella coyuntura. Esto fue así, a pesar de que la URSS tomó decisiones inconsultas con la parte cubana que trajeron como consecuencia que la Isla fuese la más desfavorecida con la solución que se le dio a la crisis.