Leyenda y valores democráticos en los Diarios de campaña de José Martí
Martí ofrece pruebas de que está entrando en su propia naturaleza no sólo en sus Diarios de campaña, sino también en las cartas del período donde llega a pronunciar que “Lo que me rodea lleva la misma alma que yo […] por ahora he dejado de sufrir” pues “no soy inútil ni me he hallado desconocido en nuestros montes” y “Cuba ya tiene escritos sus nombres con mis ojos en muchas nubes del cielo y en muchas hojas de los árboles” [1]. Esta condición se muestra por supuesto en un grupo de ensayos que tratan temas diversos dentro de la bibliografía dedicada a los Diarios de campaña, pero que, por su importancia trataremos aquí en este capítulo donde nos acercaremos a ellos en orden cronológico.
En 1961 el escritor Calvert Casey publica un valioso ensayo titulado Diálogos de vida y muerte [2], estudio ampliamente citado por esta bibliografía pasiva que sometemos a análisis. Allí se refiere a la dialéctica de la vida y la muerte en Martí que atraviesa medularmente las razones y aspiraciones de sus Diarios de campaña: ¿Quién puede dejar de sentirse intrigado ante el gran espíritu que es capaz de pensar que adelantar por las sendas de la muerte es una forma de la vida, como el arte es una forma del amor, mientras dedica la vida entera a asegurar las óptimas condiciones materiales y políticas a todo un pueblo?”.(p. 342) Vemos así como su obsesión por unir los opuestos deja de ser una expresión literaria para convertirse en sus actos póstumos. Porque Martí encuentra “en la gran exaltación de la vida el gran abrazo a la muerte, como negándose a dejarla fuera del banquete, complacido de su proximidad, porque Martí es capaz de comprobar la ausencia de horror en lo que mucho se ha temido, con una complacencia no exenta de morbosidad: “No es horrible la sangre del campo de batalla”. “¿Será que ha muerto Flor […] y su labio roto?” (p. 343). Sobre las expresiones martianas en los Diarios que evidencian la premonición de muerte afirma que se trata también del viejo juego sensorial con que el español acaricia la muerte para destruirla.
“Almanza ve en Martí al hombre que encarna la posibilidad de redención cubana, no sólo la posibilidad de la independencia y la república”.
El hecho de la muerte de Martí, suceso crucial a la hora de interpretar la trascendencia de los Diarios de campaña, vuelve a ser recreado y tenido en cuenta en el singular y aportador ensayo Los hechos del apóstol [3], de Rafael Almanza, que ve la luz en el 2005. En el mismo, su autor ve similitudes entre José Martí y Cristo: para él Martí es sacerdote, víctima y altar. Se concibe a los Diarios de campaña como vía crucis, como ascenso a la cruz y camino de resurrección. Almanza ve en Martí al hombre que encarna la posibilidad de redención cubana, no sólo la posibilidad de la independencia y la república. Las tesis de este ensayo parten de una idea esbozada en el estudio Los hombres en Martí, de Cintio Vitier, allí donde se lee que Martí en la realidad que vivía en sus últimos días, y que serían plasmados en los Diarios de campaña, “tuvo la grandeza de haber llegado a ser un resucitado mortal”. Según el ensayista la originalidad de Martí radica en que en él los hechos del espíritu y los hechos de la historia coinciden, él supo ser capaz de renunciar a la mística para obedecer a la historia. Para él el Diario de Montecristi a Cabo Haitiano es égloga, y el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos es épica. Según Almanza Martí insiste en la figuración crística en el primer Diario, donde ve coincidiendo en la cruz naturaleza e historia, por ejemplo, en los flamencos, en el haitiano, en la Cruz verde del Cristo camino a Haití. Afirma que el suceso que le sirve de bisagra entre los Diarios es la Semana santa, y rastrea todas las posibles alusiones a la misma en ambos diarios. Polemiza con la idea de Lezama sobre los Diarios que apunta que Martí alaba la sabiduría del Taita. Pues el estudioso afirma que estos viejos le predican el cristianismo. Se subraya en el ensayo la presencia del tema nupcial en los Diarios, presente desde lo sexual propiamente dicho hasta la más recia visión del destino, porque en ese momento se están resolviendo las líneas maestras de la vida y la personalidad de Martí. Concluye su original estudio señalando y fundamentando lo que hay de encarnación de Cristo en la vida de Martí.
Para la ensayista María Fernanda Pampín, “el aporte más interesante de los Diarios para la representación de una idea de la naturaleza consiste en la conformación de una moral ligada a la estética de la naturaleza”.
Si María Fernanda Pampín había escrito un ensayo sobre el regocijo del cuerpo en los Diarios de campaña, también pudo concebir otro sobre la presencia de la naturaleza en ellos. Nos referimos a Los Diarios de Martí y el hombre natural, [4] donde revela la presencia de una filosofía de la naturaleza en muchos de sus escritos, con sólidas bases en el discurso trascendentalista. La consolidación de esa filosofía se logra a través de la materialización de un concepto: el hombre natural, que también es la configuración de un sujeto particular plantado en el eje de los diarios martianos.
Según la ensayista, el aporte más interesante de los Diarios para la representación de una idea de la naturaleza consiste en la conformación de una moral ligada a la estética de la naturaleza, que se basa en el discurso de Ralf Waldo Emerson, y afirma, como algunos de estos estudiosos de estos diarios —Chi Güemez, Gancedo— que la autobiografía en América Latina es también una forma de hacer patria, suscribiendo así una idea de Sylvia Molloy. Pampín plantea que en los Diarios de campaña se produce la síntesis del hombre natural en Martí, porque establecen una relación entre lo autobiográfico y la experiencia social del poeta. Martí coloca su mirada en la conformación de una sociedad futura integrada de todos los hombres: negros, mujeres, campesinos, españoles, criollos, etc., porque materializan el concepto de hombre natural que se perfiló como idea en sus poemas y en Nuestra América, que no es un sujeto individual, sino que se postula como colectivo. Esta idea del sujeto colectivo de los Diarios de campaña tiene una forma de manifestación en el carácter etnográfico del relato que se revela en los numerosos retratos de oficiales negros que Martí recoge en los Diarios y que estudia Mayra Beatriz Martínez en su ensayo En torno a las centelleantes páginas [5]. Estos oficiales negros son agentes históricos de la guerra, pero no solo refleja a los usualmente connotados. La mayoría son admirables en su propia naturaleza, no los acerca al patrón blanco, sino que intenta retratarlos en sus genuinos valores físicos, espirituales, conductuales.
“Esta idea del sujeto colectivo de los Diarios de campaña tiene una forma de manifestación en el carácter etnográfico del relato que se revela en los numerosos retratos de oficiales negros que Martí recoge en los Diarios (…)”.
Tal carácter etnográfico puede divisarse asimismo en la presencia aquí también del tema de los pueblos originarios, porque Martí ratifica en él su fe en la reanimación indígena: “Por el poder de resistencia del indio se calcula cuál puede ser su poder de originalidad, y por tanto iniciación, en cuanto lo encariñen, lo muevan a fe justa, y emancipen y deshielen su naturaleza. – Leo sobre indios”. En este ensayo la autora analiza los Diarios igualmente como manifestación de cómo la poesía encarna en la realidad, lo que ocurre por la presencia de la condensación en las primeas páginas del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, que llega hasta la elipsis narrativa. Martí se detiene a permitir que la realidad sea construida por la voluntad lírica. La acción se ralentiza en tales pausas de observación / meditación, a partir de las cuales el relato primario queda en suspenso, y se corresponde con momentos de intensas vivencias personales del autor, como su encuentro con el monte cubano o con el Cauto.
De esa riqueza sociocultural de los Diarios de campaña que hemos estudiado aquí también da pruebas el excelente ensayo José Martí: imaginario cultural antillano, caribeño y nuestro americano [6], escrito por Yolanda Wood como parte del libro Caribe. Universo visual, donde se explora este imaginario en sus diarios de viaje, haciendo énfasis en sus Diarios de campaña, en los que Martí, con la retórica al uso de dichos diarios, manifiesta irreverencia hacia la hegemonía cultural.
En tal sentido, cree que Martí escribe dos Diarios porque estos documentos tienen receptores diferentes y también propósitos distintos de lo que se revela en las intenciones y características de la escritura de ambos textos. Lo antillano del Diario de Montecristi a Cabo Haitiano estriba para la autora en la inmersión antillana sin precedentes en la obra martiana, con marcada intención narrativa y proyección efectiva hacia sus explícitos destinatarios. Tal carácter afectivo evidencia lo que Luis Alburquerque define como “el carácter bidireccional” del relato de viaje, al poner en relación la cultura visitada y la del visitante. Lo antillano en el segundo Diario está vinculado a que afloran pasajes de gran sensibilidad hacia el campo cubano, sus colores, olores, sabores, las plantas, la lluvia, el agua. Como un fundamento de tales verdades la autora señala la estrecha relación del Diario de Montecristi a Cabo Haitiano con sus diarios de viaje anteriores, donde Martí es cronista social, y esto tiene su punto de partida en el proyecto de vida liberador que Martí escogió.
“Wood estima que las cartas a Carmen Mantilla y María del período constituyen un corpus textual que es imposible desligar de los Diarios, son un discurso paralelo de gran significación durante esos últimos meses de la vida del héroe”.
Como Luis Álvarez en su ensayo estudiado en este libro, Wood estima que las cartas a Carmen Mantilla y María del período constituyen un corpus textual que es imposible desligar de los Diarios, son un discurso paralelo de gran significación durante esos últimos meses de la vida del héroe. Luego de reconocer que el mar en el Diario de Montecristi a Cabo Haitiano se constituye en clave simbólica del mismo, refiere que el imaginario cultural en los Diarios viene dado por las experiencias allí narradas, que se convierten en una experiencia identitaria, por el contenido liberador de los conceptos, actitudes, historias, mitos y leyendas para observar diversos niveles del contexto individual, colectivo y social, así como los sustratos conscientes e inconscientes que fundamentan los valores heredados, las huellas de tradiciones, los tipos característicos y el valor ancestral de lo primigenio, y que son percepciones y observaciones y afectos que constituyen un aporte patrimonial de gran significación en la narrativa testimonial de la escritura martiana. Y si bien este imaginario cultural se expresa de manera local e histórica, permite esbozar ciertos fundamentos del espíritu que habita en la sociedad, al observar las relaciones entre lo natural y lo humano. En ese imaginario cultural habitan lo nativo, lo histórico, lo económico, lo social, lo mítico, lo étnico, lo afectivo, lo lingüístico, lo artístico y lo mágico. Situado como estaba Martí en el pensamiento latinoamericanista de la pluralidad cultural, es notoria su aguda percepción de que, en medio de una multiculturalidad, se reconoce una identidad común que atraviesa siglos de historia.
Balance
Los valores democráticos que atesoran los Diarios de campaña se han puesto de manifiesto incluso aquí en este capítulo que trata ensayos con temas diversos que la investigadora no pudo unificar para su estudio. Lo que prueba el carácter armónico del pensamiento y la escritura de Martí volcado en estos caleidoscópicos Diarios. Dichos valores democráticos se ponen de manifiesto en el hecho de que Martí a través de los Diarios se define como el hombre que encarna la posibilidad de redención cubana; en que son el lugar donde ocurre la síntesis del hombre natural en Martí porque se establece una relación entre lo biográfico y la experiencia social del poeta que integra a todos los hombres; en el carácter etnográfico de los Diarios y en la irreverencia hacia la hegemonía cultural que en ellos se manifiesta por la presencia de un imaginario cultural antillano, caribeño y nuestro americano, que se convierte en una expresión identitaria.
Notas:
[1] José Martí. Cartas a Carmen Miyares de Mantilla y sus hijos. Obras completas, t. 20, Editorial Ciencias sociales, 1991, La Habana, pp. 223, 227 y 225, respectivamente.
[2] Calvert Casey. “Diálogos de vida y muerte” en Lunes de Revolución, La Habana, n. 93, dedicado totalmente a Martí, y posteriormente se publicó en el libro Memorias de una isla, La Habana, Ediciones R, 1964. Leímos este ensayo en Anuario del Centro de Estudios Martianos, n. 39, pp. 340- 344.
[3] Rafael Almanza. Los hechos del apóstol. Ediciones Vitral, Pinar del Río, 2005.
[4] María Fernanda Pampín. “Los Diarios de Martí y el hombre natural” en Revista Temas n. 57:105- 114, La Habana, enero-mayo de 2009.
[5] Mayra Beatriz Martínez. “En torno a las centelleantes páginas”. Convivencias de El viajero. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2011.
[6] Yolanda Wood. “José Martí: imaginario cultural antillano, caribeño y nuestroamericano” en Caribe. Universo visual. Editorial Universitaria Félix Varela, La Habana, pp. 34-39.

