A Beatriz Márquez: respeto, justicia y veneración
Beatriz Márquez, a capella, cantó “Valodia”. Todos los presentes la acompañaron en la letra. Tanto ella como nosotros quedamos profundamente conmovidos. Después recordó a su papá y también a capella cantó “Espontáneamente”. Regaló su voz perfecta y, sobre todo, su grandeza como ser humano. Los aplausos la inundaron de alegría, estaba feliz.
Cómo no estarlo si, finalmente, ante la prensa y algunos amigos se presentaba el libro Musicalísima. Beatriz Márquez, un viaje de memorias, escrito por el periodista Jaimé Masó y dedicado a Felipe Morfa (Fepo), director de radio y realizador de audiovisuales.
Estábamos todos en el centro cultural de ARTEX El submarino amarillo, y Los Beatles perdonaron a Jaime cuando él confesó que en su casa siempre se escuchó música cubana. Su padre quiso ser trompetista y en cambio, como chofer que fue, no le faltaba el acompañamiento de las grandes voces del cancionero de este país. Por eso cuando él, ya en La Habana, conoció a Beatriz Márquez en la radio gracias a Felipe Morfa, quiso escucharla, descubrirla, en honor a su papá ya fallecido. Guiado por “Fepo”, indagó en documentos, archivos sonoros, revistas de épocas pasadas, buscó testimonios de amigos y especialistas y conformó este libro, “no biografía, sino más bien apuntes, que no son más que pretextos para disfrutar todo el talento de una artista que, a inicios de su carrera perdió el nombre para ser, espontánea y dignamente, La Musicalísima”.
Ella, modestia personificada, recordó que “yo soy la muchachita aquella de Mantilla que ha llegado a ser lo que he sido por el público que tanto me ha dado…”
Es un riesgo escribir sobre música en Cuba y más aún, sobre una artista tan querida y conocida, confesó Jaime, y no le falta razón. Los fieles a ella disfrutarán del volumen, lo conservarán, “y será ese el mejor pago y no el derecho del autor”.
Agradeció Jaime a Beatriz y a su familia, a Rosa Marquetti, a sus amigos y parientes, a Ediciones Cubanas de ARTEX, a la editora Dulce María Sotolongo, a la Biblioteca Nacional, al Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, a los colegas de Habana Radio y Radio Metropolitana, a la musicóloga Liettis Ramos, a Miguel Ángel García y su equipo Afrocuba, a la poeta Gilda Guineras, a Miguel Díaz Marín, a Jesús Ortega, a Frank Padrón, a Lizzette Vila, a José Ramón Artigas, a Marta Valdés, a Roberto Fernández Retamar, a Marilyn Bobes, a Rembert Egües, a Gonzalo Rubalcaba, a Rey Montesinos, Ariel Cumbá, a Miriela Mijares, a Gerardo Alfonso, a Miguel Barnet, a Tania Cordero, a Leo Brower, a William Vivanco, al caricaturista uruguayo Esteban Isnardi y a los periodistas que han acompañado la promoción del volumen.
Beatriz sorprendió a todos y a la mismísima María Victoria Rodríguez Sosa. La cantante estaba sentada en una mesa, como los demás, y la homenajeada reveló cuánta energía siente cada mañana cuando, al despertar, escucha la grabación de la canción que juntas interpretaron, de la autoría de aquella. “No te miento, la escucho mientras tomo mi café. Me gusta tanto, me da tanta vida”, y para que lo comprobáramos, sin que aquella lo supiera, dio la seña y se escuchó la canción “Para Beatriz”, incluida en un álbum aún no lanzado de manera oficial de María Victoria.
Ante la “provocación” de la musicóloga Liettis Ramos, del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, Beatriz afirmó: “Soy más músico que cantante, es cierto. Y aunque no me considero buena compositora, algunas canciones he escrito y debiera compilarlas en un disco porque ya es hora de que la gente las reconozca como obras mías. Sería una mirada distinta hacia mí, pero me arriesgo”.
El libro, bajo el sello editorial de Ediciones Cubanas de ARTEX, rinde homenaje justo a quien es paradigma e inspiración. Como dijera José Ramón Artigas: “Este tipo de cantantes necesita actos de justicia, de respeto y por qué no, de veneración”. A Beatriz Márquez, en sus 71 años de vida, todo ello.