Para Benny Moré su cumpleaños era en diversos momentos del año, constantemente celebra festines en su conuco de San Miguel del Padrón. Era muy amistoso y gustaba de hacer grandes banquetes a sus invitados, de cualquier país que vinieran.

Todo parece indicar que el Benny sabía bien que la vida es corta y hay que vivirla con máxima intensidad. Tenía como lema la letra de una canción de Luis Marquetti: “La vida es corta, hay que vivirla, / después no importa si hay que morir”.

Benny en familia con Machito, Mario Bauzá, 1959. Con la alegría que siempre marcó su carácter. Imagen: Tomada de Internet

Mantuvo siempre la costumbre campesina de alimentar la hospitalidad, esa tradición africana de siglos, tanto fue así, que mandó a fabricar una larga mesa para unos veinte comensales e hizo que la vistieran con azulejos, para las fiestas que a diario hacía en su casa.

Benny Moré era excelente cocinero y amante de la buena comida criolla. Desde niño vivió entre esclavas negras que dominaban los secretos de la cocina cubana. Adoraba las comidas criollas: lechón asado, plátano con chicharrones, tasajo, ajíaco, quimbombó, arroz con camarones, bacalao. Con este último una de sus tías acostumbraba a prepararle un sabroso arroz entomatado, siempre que Benny pasaba por el pueblo de Santa Isabel de las Lajas.

Gustaba visitar, tarde en la noche, a su pariente el negro Congo en Catalina de Güines para consumir las célebres butifarras que inspiraron a Ignacio Piñeiro en 1932 a componer el famoso son “Échale salsita”. El investigador Lino Betancourt me contaba que acostumbraba comer las butifarras, agachado, y en esa posición hacía cuentos ingeniosos de esclavos africanos. Esa manera de contar cuentos, acuclillado, es costumbre guajira.

“Le gustaba comer arroz frito en la Plaza del Vapor, donde a veces llegaba tarde en la noche, después de sus presentaciones en el cabaret Alí Bar”.

Según su hermano Teodoro, a Benny le encantaba la jutía asada. “Las asaba con pedacitos de caña de azúcar para matizarle el amargor, era enfermo a ese animalito del monte”. Practicaba a menudo la pesca, especialmente con red y jamo. Su plato preferido, además de la jutía y los mariscos, era una rara comida que consistía en yuca con harina de Castilla, grasas y bolas de maní.

En México aprendió a comer con picante y lo disfrutaba. El rabo encendido, por ejemplo, le gustaba aderezado con mucho picante. También le complacía la comida china (inventada en Cuba). Le gustaba comer arroz frito en la Plaza del Vapor, donde a veces llegaba tarde en la noche, después de sus presentaciones en el cabaret Alí Bar. Otra comida china de su preferencia era el plato “tapita y pao”, que acostumbraba a pedir en el restaurante El Pacífico, de Rayo y San Nicolás, en el Barrio Chino habanero.

Mono Pérez, un empresario panameño, que contrataba con regularidad al Benny, en cierta ocasión fue invitado por el sonero cubano a comer en su casa en La Cumbre. Y contó entonces el empresario: “Comí hasta hartarme porque, sinceramente, estaba muy sabrosa. Creí justo darle las gracias a su esposa Iraida, que nos sirvió la gran cena. El Benny saltó con expresión autoritaria y me dijo que quien había preparado la comida era él y no ella. Iraida confirmó lo dicho por el Benny. Benny insistió varias veces en ser el cocinero de la exquisita comida”. Eso sucedió el 3 de noviembre de 1953, a solo tres meses de creada su Banda Gigante.

“La madre de Benny, Virginia, contaba que desde niño estuvo muy ligado a la tierra, y le gustaba sembrar las viandas que, tiempo después, él mismo cocinaba”.

En febrero de 1954 Benny arribó al aeropuerto de Tocumén, Panamá. Le traía un regalo a la mamá de Mono Pérez. Al llegar a la casa pidió un delantal y se puso a cocinar una apetitosa comida criolla. Los comensales le preguntaron que cómo había aprendido a cocinar tan bien. Benny, respondió con la naturalidad que lo caracterizaba: “Mi mamá me enseñó cuando aún era un chiquillo, para que les cocinara a mis hermanitos menores cuando ella estuviera trabajando en la calle. Después he mejorado, debido a mis amistades que me han dado recetas y recomendaciones, pero yo aprendí desde niño. Nosotros pasamos muchas vicisitudes y tuvimos que comer candela, la vida de los pobres es muy dura”.

La madre de Benny, Virginia, contaba que desde niño estuvo muy ligado a la tierra, y le gustaba sembrar las viandas que, tiempo después, él mismo cocinaba. “Mientras sembraba —agrega Virginia— Benny cantaba canciones de moda”. “Las canciones me las aprendía enseguida —continúa exponiendo Benny. Yo creo que así nació mi afición por la agricultura, las buenas comidas y el canto. Y de verdad que siento mucho placer sembrando mis cositas en los canteros de mi conuco para después hacer mis propias comidas”.

Escultura de Benny Moré en el Paseo del Prado de Cienfuegos, obra del escultor cubano José Villa Soberón. Imagen: Tomada del sitio Mincult

Una de las anécdotas que Noraida Hernández —quien fuera pareja del Benny— contó a Félix Contreras fue sobre comidas que apreciaba: “Me acuerdo de lo que le gustaba comer: pato en salsa que criaba en el patio, cocinaba ajiaco que otras veces le hacía mi papá, tomaba refresco de tamarindo, eso es lo que más le gustaba, ah, y el rabo de buey encendido, con salsa de tomate y pimienta. Le gustaba también comerse sus langostas, uh”.

“En una ocasión, —contaba Mono Pérez— traje dos patos y el Benny iba a cocinar uno de ellos y mi padre el otro. Mientras cocinaban los dos, cada uno iba haciendo cuentos tradicionales de su país. Benny contó una anécdota de horror y misterio, de un muerto que revivió dentro del ataúd, saltó y salió huyendo y no se supo qué se hizo del muerto. Mi papá lo catalogó como una gran mentira. Total, que los patos se convirtieron en un mazacote, hasta los huesos se habían desintegrado”. 

“En la última etapa de la vida de mi padre, no comía mucho —contaba su hija Hilda—, ya estaba enfermo de cirrosis, pero preparaba sabrosas comidas para complacer a sus amigos. Vivió siempre, en su etapa de director de orquesta, con visitas constantes de músicos, empresarios, directores musicales, compañeros, amigos y viajeros de medio mundo. Hizo un gran esfuerzo por mantener viva su alegría, que lo sostenía en un difícil estado de salud”.

Bartolomé Maximiliano Moré, conocido como Benny Moré, el Bárbaro del Ritmo. Imagen: Tomada de Cubahora

En este significativo día, toda Cuba celebra el cumpleaños del Bárbaro del Ritmo, nuestro Benny. Brindemos con júbilo y satisfacción por el Sonero Mayor de Cuba, símbolo y maestro de todos los géneros de la música cubana. Y celebremos a su manera, con música y alegría. ¡Felicidades Benny!