Conversación con Lino Verdecia: El criterio, la crítica y el cine
En los últimos meses compartí con Lino Ernesto Verdecia Calunga (Holguín, 1947) dos visitas a la ciudad de Gibara. La primera, en los días del XIX Festival Internacional de Cine Pobre que fundó allí, en 2003, el director Humberto Solás. Ambos fuimos jurado de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica (ACPC) en compañía de la estimada Mayra Álvarez.
Entre proyecciones —premiamos el largometraje turco Cuando las hojas del nogal se vuelven amarillas, de Mehmet Ali Konar— y sobremesas, las conversaciones se encaminaban fecundamente no solo al cine, epicentro de aquellos días, sino a la literatura y la música, pasiones en común; pues para quienes lo conocemos y admiramos, Lino es la fiel imagen del hombre memorioso de conversación amena, como un torrente que no apabulla. No el memorioso estéril o coleccionista de datos y fechas por mero capricho enciclopédico, sino el perspicaz que hace del acto de la conversación un homenaje al diálogo. Lino Verdecia es, asimismo, un “memorioso vivencial” que aprovecha los momentos y recuerdos de sus más de cuatro décadas de experiencia docente —en asignaturas que van desde la literatura al cine cubano— y como crítico, investigador y ensayista, para armar una especie de urdimbre dialógica, un gobelino de variadísimos hilos que teje y desteje para el disfrute de sus oyentes y lectores (es alguien que también enarbola el valor de escuchar a los demás y apreciar el silencio).
“(…) para quienes lo conocemos y admiramos, Lino es la fiel imagen del hombre memorioso de conversación amena, como un torrente que no apabulla”.
A la Villa Blanca volvimos el pasado junio, para participar —él como ponente y yo como moderador— en un papel que, como parte del 26 Premio Celestino de Cuento, se organizó a propósito del veinte aniversario del fallecimiento del Premio Cervantes de Literatura 1997, Guillermo Cabrera Infante, nacido allí en abril de 1929 (parte de su casa natal, frente a cuya fachada nos realizamos una fotografía como subrayado para la memoria, aún se conserva en la calle Independencia de la villa donde el futuro G. Caín desdeñó la sardina y prefirió el cine).
El cuestionario que le hice llegar sirve para extender —para suerte mía— un diálogo que iniciamos hace más de diez años, en los pasillos y aulas de la Universidad de Holguín (¿Fue acaso la música de Senén Suárez, fallecido por esos días, el motivo del primer pistoletazo verbal?). Motivos sobran para conversar con el investigador y crítico, miembro de la Uneac desde 1980, actual vicepresidente de la sección de Cine, Radio y Televisión de esta organización en Holguín y al frente también de la Filial Juan Nepomuceno de su Comisión Aponte.
Lino pertenece a la ACPC desde 1994 y colabora con el programa Café Milenio de Radio Angulo y en otros espacios y publicaciones. Admirado por estudiantes, hoy esparcidos por diferentes partes de la isla y el mundo, es un hombre consecuente con lo que piensa. Lo importante —me dice aquí y le creo— no es “enseñarle” a sus alumnos, sino que ellos “aprendan”.
Trabaja ahora en una compilación de textos sobre el cine de Fernando Pérez, otra de crónicas suyas sobre Cueto (Holguín) y Santiago de Cuba, dos sitios fuertemente vinculados a su vida, y una de artículos sobre Benny Moré. Quizá “dentro de un tiempo me enfrente a algunas de estas preguntas —sobre todo las de mera opinión de gustos o preferencias— y responda con añadiduras o eliminaciones”, me señala. También me sucede lo mismo. Ante mi insistencia a delimitarle algunas respuestas en singular (un libro, filme, actores, según el primer chispazo que le llegara a la cabeza), él me respondió en plural, pues, añade, “he sido siempre pésimo en aritmética, de ahí que me sea difícil contar”. Sobre la crítica artística —esa que tanto reclamamos y que muchas veces tan mal tratamos— y el cine, vamos hilando el diálogo esta vez.

¿Por qué crees necesario, en tu caso, ejercer el criterio (el criterio artístico, la crítica de arte)?
“Pudiera parecerte una jactancia a la edad que tengo, pero casi al cumplir 50 años de graduado como Licenciado en Letras y de haberme jubilado luego de más de cuatro décadas como docente universitario en asignaturas que fueron desde Literatura hispanoamericana y Narrativa cubana, Investigación crítico-literaria y Narratología hasta Cine cubano y Música cubana, te confieso que en un alto porcentaje de esas horas de comunicación (en escenarios distintos como pueden ser un aula de pre o posgrado, un cinedebate, un comentario televisivo o radial, o una simple conversación frente a tazas de café), siempre y cuando de temas artístico-literarios se trate, me he sentido (y siento) en eso que podemos identificar como ‘ejerciendo el criterio’.
“Si se tratase del cine, y te aseguro que sin intentar remotamente creer que represento una cátedra, que tengo la razón o ‘aquí el que sabe soy yo’, he creído ser útil en tratar de que quienes me escuchen comprendan mi modo de ver las cosas, lo que de hecho será otro modo, coincidamos o no.
“No sé si te he comentado que —y decirlo hace años me trajo mis ‘problemitas’— uno de mis postulados como docente era convencer a mis estudiantes que mi mayor interés (objetivo, según los entendidos) no era enseñarles, sino que ellos aprendieran. Claro, para ello tenían que leer, estudiar, comparar, reflexionar… por ese rumbo está mi modo de enfocar la crítica”.
Si te pidiera un decálogo sobre la crítica —como aquellos de Horacio Quiroga o Monterroso sobre el cuento—, ¿qué puntos no dejarías de incluir?
Imagino conozcas o hayas escuchado algo de mi pentálogo para la crítica. Esos valores, rasgos, caracteres, condiciones o como se les quiera llamar y a los que me he referido desde hace años en otras ocasiones. Te los puedo resumir así: 1) formación e información; 2) ética para proceder y respetar; 3) buena capacidad comunicativa (sea oral o escrita; si ambas, mejor); 4) honestidad-sinceridad (para emitir criterios); y 5) valor (intelectual y “físico”), el primero para ratificar o rectificar alguna consideración; y el segundo porque he sabido y visto a criticados “ofendidos” que amenazan o agreden… y a mí no me gusta “quedarme dado”.
“(…) he creído ser útil en tratar de que quienes me escuchen comprendan mi modo de ver las cosas, lo que de hecho será otro modo, coincidamos o no”.
Luego que ves un filme, ¿qué te motiva a escribir sobre él? El español Francisco Umbral decía que “es mejor y más fácil escribir a partir de una decepción que a partir de un entusiasmo”. ¿Estás de acuerdo con él? ¿Crees que, por naturaleza, al crítico le entusiasma más plantarse frente a una obra y contar sus lunares, que darse al elogio de lo positivo?
“No lo creo así, ese es el criterio de Don Francisco Umbral. He leído muy buenas valoraciones a partir del entusiasmo (recuerdo ahora lo que dijo Juan Antonio García Borrero en un Diario del Festival, 1998, a raíz del estreno de La vida es silbar, de Fernando Pérez), pero he leído también valiosas opiniones a partir de no tanta seducción entusiasta (como las de Berta Carricarte sobre Inocencia, de Alejandro Gil, 2018). Y si se trata de recordar, no he olvidado una caricatura que siendo niño vi y me hizo reír —no imaginaba lo que me deparaba el ‘destino’— en una revista Carteles donde, con el enunciado ‘el crítico asiste a la sala de cine’ o algo así, mostraba a un individuo con muy agrio semblante y feroz expresión de disgusto, mientras en las lunetas cercanas los demás se desparramaban de risa. Eso puede ocurrir, cosas parecidas me han sucedido. Y también lo contrario, he captado intertextos que disfruto, mientras otros…
“Yo me he sentido subyugado ante una película y he sentido necesidad y deseos de escribir [Romeo y Julieta y las tinieblas (Jiri Weiss), La batalla de Argel (G. Pontecorvo), El padrino 1 (F. F. Coppola), Dodeskaden (A. Kurosawa), Atrapado sin salida y Amadeus (M. Forman), La historia oficial (L. Puenzo), Suite Habana (F. Pérez)…] y muy pocas veces una decepción —empleando el término de Umbral— me ha estimulado tal motivación. Tan pocas que ahora mismo no recuerdo ninguna”.
¿Crees —como Oscar Wilde— que la crítica es un género en sí, “una creación dentro de una creación”? ¿Qué es la crítica para Lino?
No creo que sea exactamente un género. La crítica suele expresarse generalmente en forma de artículos, reseñas o ensayos, y ya esas formas tienen demasiados años de existencia como prosa reflexiva. El espíritu crítico de lo expresado radica en qué, cómo y cuánto se valora de aquello que se analiza; he ahí la crítica: una manera evaluativa de enfrentarse a algo realizado.
¿Qué no le debe faltar a un crítico de cine?
Mi pentálogo lo explica. Aunque si me veo a mí en estos momentos te diría que, además: un equipo medianamente bueno (y otros recursos) para acopiar, revisitar y apreciar audiovisuales. Sobre esto último, recuerda que aunque pertenecemos a la ACPC (y estamos por tanto afiliados a la Fipresci), cada vez más tendemos a ser críticos de audiovisuales y ello sobrepasa las fronteras del cine.
“El espíritu crítico de lo expresado radica en qué, cómo y cuánto se valora de aquello que se analiza; he ahí la crítica: una manera evaluativa de enfrentarse a algo realizado”.
¿Y qué crees no debe estar ausente en una buena crítica como producto comunicativo?
La claridad en las ideas, la suficiencia expositiva de aquello que interesa exponer.
Luego de décadas de docencia, ¿qué te ha aportado la enseñanza al ejercicio del criterio?
Tener siempre presente los diferentes niveles de percepción de quienes te escuchan o leen. Es sorprendente a veces entrar en contacto con opiniones, valoraciones y apreciaciones de los públicos. ¡De cuántos aparentes dislates me he valido para enrumbar y fortalecer mis valoraciones!
¿Crees que el auge de las nuevas tecnologías ha influido en el consumo audiovisual?
“Si te dijera que no, comenzando por ti que fuiste mi alumno y eres un buen amigo, te reirías y pensarías que estoy decrépito. Puedo decirte que las llamadas nuevas tecnologías —con todo nuestros atrasos y bien sabidas realidades— influyen de muchas maneras, a veces para bien, otras no tanto.
“Efectos, simplificaciones, manipulaciones —en el sentido técnico de lo que ello significa y que tanto empleé cuando impartía narratología— y otros logros cualitativos, son consustanciales al desarrollo”.
Libro necesario para conocer o valorar el cine cubano…
Me es difícil esta respuesta en singular, pero el libro que más consulto —y que es una lástima no vaya a tener nunca una reedición ampliada— es Guía crítica del cine cubano de ficción, no solo por lo que señala el querido y respetado autor, sino también por las referencias a otras fuentes allí citadas, y que a veces he logrado consultar.

Tres libros de ficción a los que vuelves. Si quieres añade un cuarto o un quinto de no ficción…
Si supieras, me colocas en un pequeño “dilema de clasificación”: si Espejos (el excelente título de Eduardo Galeano) lo asumiera como mera ficción, y he polemizado al respecto, es el libro sobre el que más vuelvo en los últimos cinco años. Después te diría: El llano en llamas (la indiscutible obra maestra de Juan Rulfo y una de las lecturas que más me han impresionado desde 1970 hacia acá). El reino de este mundo. Y con frecuencia releo algunos cuentos de Onelio Jorge Cardoso. Si te digo de no ficción: en los últimos tiempos con frecuencia voy a compilaciones con textos de Alfredo Guevara (Revolución es lucidez, Tiempos de fundación, ¿Y si fuera una huella? Epistolario); Romper la tensión del arco (utilísimo libro de Jorge Luis Sánchez) y, tal vez te asombres, disfruto releer textos de Raúl Roa García, lo mismo de Escaramuza en las vísperas, Retorno a la alborada que de La revolución del 30 se fue a bolina. Pero nunca he sido un lector disciplinado, por eso tengo incompletas secuencias de lecturas de autores más y menos conocidos, y a muchos que debiera haber leído no lo he hecho… y estoy bien consciente de que ya no tendré tiempo para ello.
Críticos que admiras o que, de alguna manera, han influido en tu trabajo.
Admiro a todo el que asuma con sensatez y calidad esa labor, y si de admiración se trata podría decirte varios nombres (todos cubanos) y creo, es más, estoy convencido de ello, todos influyen aun cuando en algo no coincida con ellos. En mi opinión, inclusive cuando esto último sucede, me están “obligando” a revisar mis conceptos, mis apreciaciones… entonces, después, inclusive discrepando, creo que han influido en lo que hago porque puedo ratificar o no lo que he valorado.
Película y director cubanos que prefieras.
“No haré como Jorge Molina que, a una pregunta muy parecida, respondió: ninguna; pero preguntas en singular y te respondo en plural: nunca he votado por Memorias del subdesarrollo en primer lugar de las encuestas en que he participado y en orden del que dudo coloco: La última cena y la primera historia (rechazo llamarle cuento) de Lucía. Y a continuación Clandestinos (para mí una de las pocas obras audiovisuales cubanas donde nada sobra).
“Por supuesto: Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás y Fernando Pérez”.
Película extranjera.
Me haces sonreír. Son tantas las que me han dejado una huella singular que… La quimera del oro, Hamlet, Rashōmon, La strada, Viridiana, Siberiada, Amadeus, Arrepentimiento, La historia oficial, Estación central, El secreto de sus ojos, Ciudad de Dios.
“(…) preguntas en singular y te respondo en plural: nunca he votado por Memorias del subdesarrollo en primer lugar de las encuestas en que he participado y en orden del que dudo coloco: La última cena y la primera historia (rechazo llamarle cuento) de Lucía. Y a continuación Clandestinos (para mí una de las pocas obras audiovisuales cubanas donde nada sobra)”.
Documental cubano.
Vuelvo al plural: Suite Habana, Por primera vez, Now!, Mi hermano Fidel. Para solo decirte cuatro.
Tres directores foráneos.
“Charles Chaplin, Akira Kurosawa y Luis Buñuel.
“Y Andréi Konchalovski, Giuseppe Tornatore y Alejandro González Iñárritu”.
Director que crees sobrevalorado por la crítica y el público.
Prefiero ni pensar en ello, se trata de gustos, prejuicios y preferencias, y —te ejemplifico con la música— una vez escuché a una persona muy instruida y sensible decir, por ejemplo, que no le gustaba como cantaba Luciano Pavarotti; conozco a quien casi llegaba al orgasmo con temas cantados por Alfredito Rodríguez. Un amigo que alquilaba casetes de películas, en una ocasión a una pareja de recién casados entregó cuatro. Cuando fueron a devolverlas le comentaron con sumos elogios “la de los pececitos que se comían a los que naufragaron…” (creo recordar era una de unas pirañas en un río sudamericano), pero no le “hallaron nada a la del viejo que acariciaba un gato y…” (se referían a El padrino, primera parte). La crítica es la crítica, el público será siempre el público, independientemente de…
Y alguno que creas lo contrario (que tiene una obra valiosa y no es justipreciado).
Discúlpame, no estoy tan actualizado como para responderte eso. Los críticos como tú, o sea, los que están muy activos y tienen buena memoria sí pueden valorar casos así. A veces leo o escuchaba —veía cuando tenía televisor— ese tipo de criterio, te confieso que ahora no llego a tanto.
Actores preferidos.
Marlon Brando, Toshiro Mifune, Francisco Rabal, Henry Fonda, Iy Smoktunovsky (el actor ruso que hizo de Hamlet), Fernando Rey, Nikolái Cherkásov, Anthony Quinn, Robert de Niro, Alberto Sordi, Vitorio Gasman, Federico Luppi, Dustin Hoffman, Ricardo Darín, Jack Nicholson, Sidney Poitier, Javier Barden, José Wilker, Ulises Dumont, Al Pacino, Héctor Alterio, Denzel Washington, Luis Tosar…
Tus tres actrices.
¿Discriminación? ¿Por qué actores sin precisar cifra y solo tres actrices? Sofía Loren, Anna Manganni, Giuletta Masina, Tatiana Samoilova, Sonia Braga, Ingrid Bergman, Norma Leandro, Meryl Streep, Fernanda Montenegro, Glenn Close, Cecilia Roth, Juliette Binoche, Jessica Tandy, Susú Pecoraro, Jessica Lange…

Una de tus escenas favoritas…
El cochecito del niño rodando escaleras abajo en El acorazado Potemkin; la extraordinaria secuencia de la cena y sus consecuencias en Viridiana; la violación de la monja en Lucía, 1895; e igualmente la cena del conde con los esclavos en La última cena; el accidente automovilístico de la película francesa Las cosas de la vida; la reunión de Vito Corleone con los otros jefes mafiosos donde les advierte sobre el futuro de Michael; el enfrentamiento Alberto Delgado-Cheíto León en El hombre de Maisinicú; el final de Clandestinos; la que muestra a Martí adolescente descubriendo lo erotizante…
¿Quién crees no debe faltar en esa lista de premios nacionales de cine en Cuba?
Por otorgar ese premio a “cuentagotas” —excepto cuando se otorgaron tres en 2007 y dos los últimos dos años— lamentablemente se murieron Mayuya (María Eulalia Douglas) y Camilo Vives sin ese merecido reconocimiento. No deben faltar Adela Legrá, Julia Yip, Luis Alberto García, Erick Grass… y acabar de incluir a los críticos e investigadores que más vienen haciendo desde los años ochenta y que la letra de lo reglamentado los incluye como posibles a reconocer con ese premio. Ahí está la obra que habla por ellos.
Canción que te lleva, irremediablemente, a un filme.
No recuerdo nunca los títulos de las canciones, pero en primer lugar la archialudida de Casablanca. Los temas de filmes como Verano de amor, Los mejores años de nuestras vidas, Flashdance, Un hombre y una mujer, Los paraguas de Cherburgo, Indiana Jones, Por un puñado de dólares, Titanic…
Película histórica.
La guerra y la paz; Stalingrado.
Versión de un libro llevada al cine que más disfrutes.
Otelo y Hamlet (versiones soviéticas), Trono de sangre; El cartero llama dos veces (el remake con Jack Nicholson).
¿Cuál quisieras ver en la pantalla? ¿Y cuál preferirías que nunca fuera llevado al cine?
Ver, El reino de este mundo (Alejo Carpentier). No ver, Saccario (Miguel Cossío Woodward).
¿Chaplin o Keaton?
The king, Charles Chaplin.
¿Cine o sardina? ¿O ambas?
Mejor cine y masas de cerdo fritas. ¡Y luego te invito!


De excelencia me lo bebí Saludos para ambos