De las exposiciones inauguradas en Holguín en las últimas semanas nos referimos anteriormente a Crónica del Espacio y el Tiempo II, del abstracto Juan Carlos Anzardo, en la Sala pequeña del Centro Provincial de Arte; y Cámara de maravillas, en la Sala principal de esa institución.

Hoy nos acercamos a otras dos muestras que completan este recorrido por lo más interesante que, en materia de artes visuales, se exhibe en las galerías de la provincia: 80 lauros, homenaje colectivo al multifacético artista y profesor Lauro Hechavarría en su cumpleaños octogésimo, en la Electa Arenal, del Centro de Arte; y Mundos paralelos, de Rodolfo A. Marrero, en el espacio galérico El Zaguán, del Fondo Cubano de Bienes Culturales en Holguín.

En sus 80 lauros

Lauro Hechavarría es uno de los artistas visuales más reconocidos en Holguín. Pintor, escultor y pedagogo de larga trayectoria, pertenece a una generación —la misma de creadores como Cosme Proenza, Jorge Hidalgo y Armando Gómez en el plano holguinero; y de compañeros de estudios como Tomás Sánchez, Roberto Fabelo, Zaida del Río y Alberto Lescay— que llevó la carrera artística a la par de los procesos de transformación social del país.

Su interés por la historia nacional, con sus grandes figuras y también con sus héroes cotidianos, recorre la obra de Lauro Hechavarría, que celebra, entre colegas y alumnos, sus 80 lauros.

“Sinceramente yo nunca sentí la tensión entre tres polos, porque al Lauro creador y profesor siempre lo acompañó el activista político. Sucedió con naturalidad. Mientras estudiaba en La Habana nos dijeron que teníamos un compromiso con la enseñanza artística por dos años y ya voy por 51”, aseguró en una entrevista a Claudia P. Hernández en el periódico ¡ahora! en 2022.

Esas más de cinco décadas dedicadas a la docencia –en las que impartió Escultura, Dibujo Anatómico y Técnicas de representación, entre otras disciplinas, en la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba, de Holguín– fueron homenajeadas en la exposición colectiva 80 lauros, abierta al público en la sala Electa Arenal del Centro Provincial de Arte, a propósito de la celebración de las ocho décadas de vida, el pasado 8 de julio, del multifacético artista y profesor.

Confluye en el mismo espacio galérico la obra de artistas de diferentes generaciones y búsquedas expresivas, desde contemporáneos suyos como Hidalgo y Rolando Salvador Pavón, hasta alumnos y creadores en cuyo trabajo, de una forma u otra, ha influido Lauro, como Eduardo Leyva Cabrera, Luis Ramón Silva, Argelio J. Cobiella Rodríguez, Roger García, Onelio Escalona, Dagoberto Driggs Dumois, Ronald Guillén Campos, César Sánchez, Daikel Hechavarría Reynaldo (su hijo) y Yeniset Hernández.

No hay una intensión ex profeso de que las piezas semejen o remeden al maestro, pues las influencias, más allá de técnicas, expresiones y corrientes, en la mayoría de los mejores casos suelen ser como ese rasguño, a veces imperceptibles, en la piedra, que permanece aunque no se note en la superficie.

Escultor por excelencia, Lauro cree que esta debe enfocarse en la forma, el volumen y el espacio. “Me gusta que cada pieza guarde un significado y para ello nada mejor que la Historia. Debo confesar que se trata de una relación espontánea que parte de mi convicción patriótica”.

Piezas suyas también están presentes en 80 lauros, desde caricaturas donde explora la sátira política y diferentes problemáticas sociales, hasta, en similar línea, una selección de carteles creados para conmemorar diferentes fechas, sobre todo las celebraciones del 1ro de mayo. “Citadinas” (acrílico/playwood) y “El baño” (esmalte sintético/lienzo) se incluyen en la muestra con curaduría de Bertha Beltrán Ordóñez y dirección general de Yuricel Moreno Zaldívar.

Miembro de la Uneac, obras suyas están emplazadas en espacios públicos, como los monumentos a Simón Bolívar, Bernardo O´Higgins y Augusto César Sandino, en la Avenida de los Libertadores, y a Jesús Menéndez, en el Bosque de los Héroes, en Holguín. Sobre su trabajo escultórico y la necesidad de potenciar la expresión en la provincia, comentó: “Iniciamos con fuerza, hicimos el Bosque de los Héroes, la Plaza Calixto García, los monumentos a Lucía y a Jesús Menéndez, pero ahí nos quedamos. El próximo proyecto era el homenaje a los 14 generales holguineros, que nunca se hizo, y corremos el riesgo de perder también el de la Reconcentración de Weyler conformado por siete esculturas monumentales, y ya preocupa que de los siete creadores involucrados quedamos cinco. Un proyecto en tercera dimensión y de gran elegancia que debe realizarse, sobre todo, por la historia de la ciudad”. Este interés por la historia nacional, con sus grandes figuras y también con sus héroes cotidianos, recorre la obra de un artista que celebra, entre colegas y alumnos, sus 80 lauros.

Galería Exposición 80 lauros

Entre mundos paralelos

Rodolfo A. Marrero Tamayo nació en Holguín en 1990 y se formó como instructor de arte, en la especialidad de Artes Plásticas. A la par que trabajaba como especialista en artes visuales en la Casa de Cultura Manuel Dositeo Aguilera, mantuvo un creciente trabajo creativo, como lo evidencia la exposición personal Mundos paralelos, exhibida en el espacio galérico El Zaguán, perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en Holguín.

Rodolfo tuvo una formación autodidacta, aunque de niño participó en talleres en la Casa de Cultura Manuel Dositeo Aguilera, en la que luego se desempeñó como especialista en artes visuales.

A Rodolfo le interesa la anatomía humana, cuestión difícil de dominar, mucho más cuando su abordaje mueve los hilos y la estructura del relato sobre el que gravita la pieza. Aquí no encontramos un cuerpo apacible, sosegado, en pose, presto para la contemplación (salvo la serenidad que emanan los retratos de Martí titulados “Utopía”, “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas” y “Romance”; y la pieza “Entre dos mundos”).

Los rostros, en cambio, están en rebeldía. Son cuerpos contorsionados, amordazados y en lucha con sus miedos (como sacados de los círculos del infierno dantesco o de la parte inferior de “El juicio final” de Miguel Ángel, donde habitan las almas atormentadas, condenadas, en penitencia). Son seres en catarsis, que reflejan el dolor y la soledad, el vacío existencial y lo arduo que resulta salir del círculo donde el yo se debate consigo mismo, pero irradia sus dudas a los demás.

Basta con detenerse en piezas, mayormente en técnica mixta, en las que predominan los tonos ocres, terrosos, sepias, muchas veces sobre el papel envejecido; apenas las figuras humanas, algunos objetos que refuerzan los aspectos psicológicos, y un contorno difuminado, rojizo, que hace a los cuerpos gravitar en la nada, perderse, como en “El silencio de la verdad” II y II, “El náufrago” (de la serie Desmanes de la tierra), “El grito del silencio”, “Para ti que no me entiendes”, “Como marioneta dirigida por manos inexpertas prosigue su camino silencioso” e “Ilusión de un náufrago del tiempo (Sueños de papel)” I y II.

“Desde niño visitaba las galerías y tuve la suerte de crecer viendo las obras de artistas como Cosme Proenza, Miguel Ángel Salvó, Julio César Rodríguez, Víctor Manuel Velázquez, Carlos Gámez de Francisco, entre muchos otros, pero fundamentalmente la obra de ellos en Holguín”.

Rodolfo —que trabaja actualmente como atrecista de la Compañía de Narración Oral Palabras al Viento— tuvo una formación autodidacta, aunque de niño participó en talleres en la Casa de Cultura Manuel Dositeo Aguilera, en la que luego se desempeñó como especialista en artes visuales. Al no ingresar en la Academia Regional de Artes Plásticas El Alba, cuenta, “me tocó seguir el camino más largo, visitando galerías, buscando libros e información por la mayor cantidad de vías, hasta que tuve la suerte de conocer a Carlos Gámez de Francisco unos pocos meses antes de partir a Estados Unidos. Me dio pautas y guías, y de ahí en adelante comencé a buscar y experimentar. Luego la universidad le dio otras pautas en cuanto a concepto para seguir esa experimentación y tratar de encontrar mi camino en las artes”.

Cuando le pregunto por su interés en la figura humana, el dibujo anatómico y el retrato, que muchas veces se convierte en autorretrato, Rodolfo asegura: “Desde niño visitaba las galerías y tuve la suerte de crecer viendo las obras de artistas como Cosme Proenza, Miguel Ángel Salvó, Julio César Rodríguez, Víctor Manuel Velázquez, Carlos Gámez de Francisco, entre muchos otros, pero fundamentalmente la obra de ellos en Holguín. Me llamó mucho la atención los escorzos y distorsiones que lograban en la figura humana. En su mayoría eran figuras que tomaban de la historia del arte y que incluían en su discurso. Eso me gustó bastante”.

“Trato de reflejar en mi trabajo algún sentimiento, estado de ánimo o pensamiento que en muchas ocasiones me cuesta exteriorizar de otra manera. Cuando fui encontrando el por dónde quiero llevar mi trabajo utilicé referentes de la historia del arte universal, tanto contemporáneos como del barroco principalmente. Pero sentía que no llegaba a lo que deseaba y ahí es cuando comienzo a trabajar con autorretratos y con retratos de familiares y amigos, que les he pedido posen para hacer alguna foto. Y las poses van entre lo que deseo trasmitir y ese reto personal por superarme en cuanto al dibujo anatómico que es bien difícil”.

“Trato de reflejar en mi trabajo algún sentimiento, estado de ánimo o pensamiento que en muchas ocasiones me cuesta exteriorizar de otra manera”.

Las obras que integran Mundos paralelos —una exposición atractiva en su sencillez, con curaduría de Danilo López Garcés y dirección general de Manuel F. Hernández; y con unas 16 piezas que nos muestran el trabajo de un artista joven en crecimiento y aprendizaje a la par del trabajo— dialogan con las dos obras de Oscar García González como artista invitado: “A través de la ventana” y “A través del alma” (bolígrafo/papel) que se muestran en El Zaguán.

“Rodolfo explora en las diferentes técnicas de la pintura y el grabado, aprendiendo sobre la marcha, tomando un poco de aquí y de allá (…) para así ir armando como decimos en buen cubano su muñeco, contextualizando al aquí, al ahora como tantos otros, en la incesante búsqueda de mundos paralelos”, comenta la artista Rosa Leticia Leyva Azze en las palabras del catálogo de una muestra que nos abre la puerta a esos mundos paralelos —que son los territorios poblados de voces y silencios, de cuerpos en trance y sobrecogimiento— en los que también habita Rodolfo Marrero Tamayo. Mundos para creer o descreer, pero mundos posibles.

Galería exposición Mundos paralelos