A Aleyda Quevedo Rojas la conocí mucho antes de tenerla frente a frente. Aleyda es una escritora, comunicadora y gestora cultural ecuatoriana, apasionada por la literatura y por rescatar siempre el alma que entregan los libros. Su poesía me atrapó una tarde en la librería habanera Fayad Jamís, mientras hojeaba un ejemplar de su libro La otra, la misma de Dios, editado en Cuba. Gracias a las redes sociales me llegó la información de que presentaría su nuevo libro en nuestro país y pensé que era mi oportunidad de conocerla. 

El pasado 24 de agosto tuvo lugar una presentación suya en la Fábrica de Arte Cubano, en la sala Humberto Solá, junto a Patricia Rodda y Yanelys Encinosa. En ese espacio de tres mujeres, denominado “Una habitación propia” en una suerte de homenaje a Virginia Wolf, se leyó poesía de estas autoras y Aleyda nos acercó a su nuevo libro, Herbolario íntimo, editado y publicado por Cubaliteraria en formato digital.

Luego este poemario se presentó en la casa museo Osvaldo Guayasamín, el 2 de septiembre, ocasión a la que asistieron otros escritores cubanos, como Giselle Lucía Navarro, y la editora Nora Lelyen.

Nuestro encuentro tuvo lugar en el Ágora Coffee & Books, que nos abrió las puertas para compartir una delicada y hermosa entrevista.

Aleyda Quevedo Rojas es una escritora, comunicadora y gestora cultural ecuatoriana, apasionada por la literatura y por rescatar siempre el alma que entregan los libros.

¿Qué te reporta el arte de escribir?

“Escribir es una especie de camino. A mí la literatura me ha dado respuestas que no me han podido dar la política, la religión ni la economía. En muchas ocasiones ha sido mi válvula de escape, una terapia, un modo de estar menos sola. En este camino me siento plena y puedo crear un trabajo más libre. Siempre digo que las personas deben volcarse en la literatura lo antes posible; es una forma de acompañamiento silencioso.

“La literatura me permite desentrañar el lenguaje. Es una fuente de conocimiento que nos permite leer a otros autores, conocer otras culturas; es como abrazar el todo y sentirte realmente completo.  

“Para mí el cuerpo es un territorio de afirmación de la feminidad. Hablar del ser humano desde la corporalidad, los sentimientos, las emociones, el erotismo y la sensualidad femenina significa explorar un territorio de libertad”.

¿Qué es el cuerpo para Aleyda?

“Para mí el cuerpo es un territorio de afirmación de la feminidad. Hablar del ser humano desde la corporalidad, los sentimientos, las emociones, el erotismo y la sensualidad femenina significa explorar un territorio de libertad. Apropiarse del cuerpo implica entenderlo y saber que tú eres dueña de toda esa expresividad, pero también que es un cuerpo que tiene cicatrices, que sufre y siente placer, y que estás ahí con él y debes amarlo. También veo al cuerpo como una especie de artefacto artístico que gana más terreno en mi escritura, que lo he explorado desde distintas formas.

“En La otra, la misma de Dios presento un cuerpo que ama y sufre, una fuente que experimenta dolor y placer. Es un cuerpo que dialoga con Dios. Recurrí a la poesía mística, a recordar a Sor Juana Inés de la Cruz.

“En el 2017 presentamos aquí en Cuba uno de mis libros, titulado Soy mi cuerpo. En él se expone un cuerpo que experimenta la enfermedad, un cuerpo que casi muere, pero resucita. A veces dicen que la enfermedad es tu oportunidad de cambiar y desde ese concepto fue escrito este libro. También he hablado desde la maternidad, ese cuerpo que procrea, que trae al mundo un ser.

A juicio de Aleyda Quevedo Rojas, el poemario Herbolario íntimo revela el proceso de madurez por el que atraviesa su creación literaria.

“La poesía para mí es el género más autobiográfico. Se construye desde la experiencia de vida, de lo que se observa, se ve, los ruidos, los silencios.

¿Existe para Aleyda el límite en la poesía?

“Creo que no. Me gusta explorar todas las fronteras que el lenguaje te pueda exponer, que el ritmo de la poesía te pueda imponer. He trabajado el soneto, el verso libre. Me interesa mucho la poesía epigramática porque creo que es muy sonora y muy cercana a la filosofía, que es como un pensamiento, un modo de atrapar la contemplación de la naturaleza. Como ejercicio personal trato de romper los límites a la hora de revisar mis textos; siento que es muy necesario para no repetirme. Es muy importante ir sin corsé a la hora de escribir.

¿Cómo llega la idea de Herbolario íntimo?

“El poemario inicialmente se iba a llamar Botánica oscura, pero un gran narrador y amigo, Fernando Iwasaki, me comentó que el libro era una especie de catalogación desde los sentimientos, las plantas. A partir de ese significado propio que había creado, me sugirió la idea de herbolario. En este libro trato de rescatar el espíritu vivo que está en las plantas. Curarse con ellas es un acto muy arraigado en la cultura andina.

“La poesía para mí es el género más autobiográfico. Se construye desde la experiencia de vida, de lo que se observa, se ve, los ruidos, los silencios”.

“Hay una serie de universos familiares que están contenidos en las plantas. Con esta mirada a la naturaleza conformé un tejido de afectos familiares, universo interior de emociones. Mi poesía ha sido muy orgánica, nunca me aparto de las fuerzas que han sido esenciales en mi trabajo: el erotismo, el amor, la enfermedad y la muerte. Es un libro que habla también de mi proceso de madurez en la literatura.

¿Por qué el uso de distintas estructuras de versos en Herbolario íntimo?

“Con respecto a los temas que abordé y los sentimientos que me expresaban los poemas, estos fueron naciendo. La primera parte, denominada “Hierbas oscuras”, es más amplia y funciona como una introducción a lo que se puede encontrar el lector en todas las páginas. La segunda, llamada “Herbolario de intuición”, es una poesía epigramática, más condensada, con menos adjetivos y con más peso en lo filosófico. En ese momento las ideas me exigían eso. En la tercera parte, “Botánica del cuerpo”, el primer poema es un poema largo, es como una especie de empezar a contar sobre la fluidez del amor erótico, que es como un río imparable. Intenté mezclar todos los conocimientos que venía explorando y los volqué en el libro y en el audiovisual que lo acompaña, el cual fue producido por La Cava Record.

Otros dos libros de Aleyda Quevedo Rojas, titulados La otra, la misma de Dios y Soy mi cuerpo, se presentaron anteriormente en Cuba.

¿Qué puedes aconsejar para la promoción de la literatura?

“Es muy importante disponer de espacios como blogs, revistas electrónicas, las redes. Apropiarnos de las ventajas que nos permiten estas plataformas, poder construir pequeños jardines donde es posible publicar nuestra información, vinculada a las artes, que llegue nuestro trabajo a otra parte, retroalimentarnos de otras voces, conocer escritores emergentes.

“Como gestora cultural también enfoco mi trabajo a la socialización y divulgación de la literatura. Me gustaría que los lectores de Cuba pudieran descargar los libros gratuitos que se encuentran en nuestras páginas web: www.edicionesdelalíneaimaginaria.com y lacastalia.com.ve. Tenemos autores de varios países y 46 libros de descarga gratuita.

“Otro de los consejos es no estancarnos en los formatos, diversificar la literatura y hacerla llegar a todos los públicos desde las herramientas que tenemos. Los artistas deben trabajar con medios de comunicación, gestionar su carrera desde distintos medios y plataformas.

¿Qué es para Aleyda el jardín emocional, metáfora utilizada en el poemario?

“Es una especie de oasis donde me sumerjo para encontrarme con el dolor, la belleza, mis errores, mis incapacidades. Es el universo que uno va guardando, creando y que en diversos momentos te sostiene. Es todo lo bueno que vas obteniendo de la gente, los momentos, los aprendizajes; y si no dispones de ese colchón salvavidas sobreviene la depresión, la enfermedad, y no tienes de dónde sostenerte y te anulas. Y para mí este jardín emocional es lo que me permite resistir y salir. El arte y la literatura también te ayudan a construirlo”.