Susana Orta regresó a esparcir su voz melódica, su carisma y sobre todo, su respeto a una herencia que comparte con su país natal. Es ahora el Festival Internacional de Jazz quien la recibe para que presente uno de sus proyectos: Susana O Trío.

La conozco hace tiempo, cuando además pude escucharla cantar como parte de Siga Volando, aquella charanga suiza que a tantos ha asombrado. Y en aquel entonces, ya me había comentado de la intención de impulsar su proyecto personal Susana O, asumiendo como punto de partida los cantos afrocubanos con arreglos que conducen a ritmos poco usuales en ese género.

Y finalmente está aquí, en La Habana suya, para presentarlo al público. Ya tuvo dos oportunidades con dos atmósferas y públicos diversos: en la Casa del Alba y en La Casa de África. El domingo 28 estará en La Pérgola del Pabellón Cuba y estará contenta de que sus abuelas la hayan acompañado tanto.

“Lo novedoso es que Susana ha ‘jugado’ un poco con las sonoridades asociadas a estas deidades y lo mismo nos entrega un bossa nova que una samba, que una rumba, que un danzón… y todo ello en una recreación armónica y rítmica que seduce”.

Es que llega Susana con este proyecto, teniendo como antecedente el álbum Heredad, homenaje a esos dos seres que tanto cariño le regalaron y que tanto influyeron en ella. Es su manera de agradecer, reconocer y homenajear. El EP, me cuenta, se grabó poco antes de que la pandemia obligara a cerrar fronteras y a guardar aislamiento en casa, y ahora es que realmente puede sentir que el disfrute es compartido.

Con temas de su autoría junto a Lucien Behrens (Lucero, Biricuto, Amalá de Changó y Danzón Moro), además de “Ruego a Yemayá”, de Alina Torres y arreglos de Gabriel G. Dihigo (Tito), Heredad es un tributo a los ancestros que viven la cotidianidad en el presente emocional de todos.

Lo novedoso es que Susana ha “jugado” un poco con las sonoridades asociadas a estas deidades y lo mismo nos entrega un bossa nova que una samba, que una rumba, que un danzón… y todo ello en una recreación armónica y rítmica que seduce. En formato de trío, acompañada en el piano por José Braide Leyva Valdés y en la percusión por Alberto García Navarro, la invitación está hecha.

Aplaudo a esta mujer incansable, que el año pasado trajo la feliz fusión de la trova con el tango y ahora propone una mirada diferente a su quehacer. Es incansable y sobre todo, mantiene viva la chispa de innovar, de mostrar siempre el resultado de una búsqueda intensa en el arte. Volverá, y estoy segura, de que otra será la motivación para unas líneas.