Aunque el libro [1] que comentamos hoy es un tratado físico, natural, y también, ¿por qué no? metafísico, de cómo el hombre puede llegar a ser auténtico, su autor sabe que “la poesía es historia de lo que significa ser humano en este lugar, en este momento” [2]. Él pronuncia: “Si algo quiere ser dicho, el poema sabe que lo aceptaré. Lo permites en ti. Le permites que haga su trabajo en ti” [3]. Aquí se contempla con ironía a un ser complejo como un mero decursar de la naturaleza, donde la tendencia hacia el mal es una regularidad, no una excepción, porque se despoja al decursar humano de la ética, donde la maldad y la hipocresía del ser humano también es un hecho natural, y se jerarquiza el valor, el peso de la inercia y, en apariencia, parece que se destierra hasta la sensibilidad:
ab ovo
naciste de un huevo de un proceso
de purificación nada de esto tiene que ver
con la sangre luego vendrían las malas
interpretaciones: un escritor es un tipo
problemático sentí algo que no me
pertenecía aprendí de mis padres sobre todo
a no ser como ellos a veces hago el mal
pero no puedo evitarlo según stanislavski
existen leyes naturales que se deben seguir
aunque los dioses me hayan negado
separo la carne del hueso hasta donde pueda.
(p. 11)
Entonces aparece el hombre atrapado en su doble condición de ser de la naturaleza o dejarse arrastrar por engendros y enigmas sociales, reflejados a través de una filosofía existencial, una ingravidez concebida como saturación, como densidad erosionante. El desprecio de lo social precipita al yo lírico hacia un lógico tratado sobre la naturaleza. Véase “poema punk” (p. 18). O lo que parece lo mismo: su divisa es el anhelo de una naturaleza que no puede evitar lo social, en donde entraría su idea macabra y desacralizadora del concepto de la paternidad. En las relaciones padre–hijo se manifiesta, se prefiere un saber contra la intuición en verdadero choque de trenes:
“hora de recreo en el orfelinato”
él hizo lo que mi padre quería era aquella etapa
en la que el adulto se esconde del niño recreando
luego su propia desaparición no me canso
de repetirle a más sabiduría mayor divertimento
si haces eso no te aburrirás nunca
y él me advierte no te creo eres el loco de la casa
por eso nadie nos visita me pongo debajo de ti para
ver la oscuridad después cumplió lo prometido
si me llevas a la audición voy a hacer bang bang
nunca me echo para atrás ese día escondió
los zapatos para no ir a la escuela
estaba en plan pianista.
(p. 34).
“Entonces aparece el hombre atrapado en su doble condición de ser de la naturaleza o dejarse arrastrar por engendros y enigmas sociales, reflejados a través de una filosofía existencial, una ingravidez concebida como saturación, como densidad erosionante”.
En tal tema se mira lo común como extraño, se mira lo extraño como lo común, y lejos de las teorías educativas se trata de establecer una teoría educativa propia:
yoga
zaratrusta: dejamos que los niños se acerquen
a nosotros para impedirles amarse a sí mismos
él prefiere no inmutarse en la etapa
en que los demás chicos juegan él prefiere
la tranquilidad una especie de marasmo
con visiones penetrantes como las del monstruo
imaginario que podía matar con la mirada
ejemplo de relación con los elementos
esos ojos oh noche! difícil mirarte de frente.
(p. 84)
Las relaciones familiares, las relaciones padre–hijo, hijo–padre no pueden escapar a la inercia, a esa energía que no podemos controlar, al fin fuerza profunda, así se constata en una elegía donde se escapa el deseo-sentimiento pese al tono objetivo o frío del tratado. Ver “¿quién mató a Ernesto García?” (p. 35)
Pero sus pariguales siempre están en la naturaleza. La complejidad del ser atenta contra la objetividad de sus visiones, ideas y concepciones en un proceso que apunta al agnosticismo: “la verdad no es el ojo sino el sentir distorsionado / inexacto” (p.33). Y reconoce el valor de lo inercial en el universo, la condición traspasadora de la voluntad del hombre: los sentidos nos engañan en un mundo que no puede ser conocido a cabalidad. En plena desconfianza hacia nuestras percepciones describe las reacciones físicas del pensamiento. Llega a decir: “cómo podemos formar parte de la naturaleza?” (p. 50) Intenta describir sabiéndolo, y no sabiéndolo cómo somos parte de la naturaleza en un texto elíptico, ambiguo, escrito a la manera de Rito Ramón Aroche, con precisiones e imprecisiones de una historia de amor:
“el monstruo acuático y la mujer buzo”
cómo podemos formar parte de la naturaleza?
utilizaremos el cuerpo de una manera extrema
una danza-reflexión sentir que hable por sí solo
con los ojos desorbitados dramáticas entradas
y salidas a ras de suelo la sangre circula
más rápido y con más precisión en períodos
de sequía eso hace la tierra para remover
ciertas partes de la superficie solía marearme
si salía del puerto reflejo de la bahía
lo hacíamos en el muelle sobre manchas
de petróleo de aquellos sacos que poníamos
para no rasparnos membrana usualmente
resistentes.
(p. 50)
“En los textos las elipsis y epítetos conforman muchas veces el poema, en su obsesión de equipararse a objetos y criaturas de la naturaleza”.
Otros poemas recuerdan las maneras de Ismael González Castañer. En los textos las elipsis y epítetos conforman muchas veces el poema, en su obsesión de equipararse a objetos y criaturas de la naturaleza. La conducta humana es evaluada desde la altura del comportamiento de la naturaleza, ya sea animal o vegetal. Avanzan sobre pronunciadas elipsis, acompañadas por el no uso de signos de puntuación, lo que crea una tensión dialéctica al interior del poema. Véase el poema “los comedores de patatas” (p. 63). Son textos construidos a golpe de elipsis y yuxtaposición, e imágenes que designan al hombre a puro vocativo. Véase el poema “cajas de brillo” (p. 62). Porque estamos ante un escrito o discurso sobre una materia determinada o lo que es decir un tratado, donde la duda es un elemento de inquisición, donde es notable la intermitencia y la dialéctica del mundo y el pensamiento, pues según el autor, y algunos otros de su grupo generacional como Edwin Reyes y Daniel Duarte de la Vega, nuestros sentidos y facultades mentales nos engañan: “permaneceré agnóstico” (p. 19), se repara en la cualidad agnóstica del conocimiento: “la interpretación en su carácter hipotético / doctrina que considera importante / saber nada con certeza” (p. 28). Se aprecia un principio físico para enunciar el dolor: “el corazón necesita ser devorado / por sus mismas dimensiones para ser/ de los últimos órganos en descomponerse” (p.63). Entonces acerca analogía y duda. En tal sentido podemos leer en el libro la fábula de cómo le llega el amor a un miembro de la naturaleza, que es un poema amoroso cargado de tensión emotiva, cantado y contado a través de elipsis y de un tono aparentemente frío y que tiende hacia lo físico:
“kathetos”
principios de diciembre trayecto desde águila
hasta prado al comienzo le esperaba
a un costado del teatro marfil de sus dientes
después el cine (anticristo maldición
que luego padeceríamos) la noche blanca
más tarde llegaría a su casa hasta el día
en que se robaron el último banco
de madera antigua) dónde comenzó todo?
el sol era tan fuerte en el movimiento
de las grandes constelaciones al borde del andén
aguardando la próxima función sobresalía alguien
como un organismo renovado elemento esencial
de los campos magnéticos en la próxima luna
eminencia redondeada en la extremidad
de un hueso que encaja en otro hueso
ya se conocen leyendas de ciervos
que murieron enganchados por sus astas.
(p.45).

Ve la relación amorosa como un objeto de la física o de la ciencia, y nos revela cómo el diario intermitente y constante de una relación amorosa puede contarse de forma metafísica y con visos filosóficos, dígase un tratado. Véase “mujeres desplumando ocas” (p. 48).
También la decepción amorosa es un orgullo que se une a la inercia y a una especie de discontinuidad. Véase el poema “zur jannett” (p. 56)
Presenciamos una efusión que no es sentimental, un adagio sentencioso que aflora con frecuencia en estos textos del discurrir o decursar humano donde la pasión se contempla con los ojos de la física o de la matemática, donde el individuo es el movimiento de una máquina, y no su ser. Y el escritor parece confesarnos: ¿y si tomamos los lances de la existencia como un experimento? Porque más que la pasión le preocupa el entendimiento entre los hombres, léase en este sentido su poema “cubo de condensación” (p. 70), que es un canto amorfo a la solidaridad, a la comunión humana.
El que comentamos es el segundo libro del autor. Los poemas de su libro anterior [4] son como botones de rosas que pensaban abrirse, y no se abrieron, que prometían, indicaban la sed de este nuevo tratado, y para estar a tono con sus búsquedas, aquellos eran el huevo, estos la criatura. Ya en este se respira un trasfondo filosófico, cosmovisivo y escritural más trascendente. Y en tal sentido imita el tono del tratado, lo que indica enunciados, tesis probatorias y ejemplos, acompañado todo de afirmaciones a modo de sentencia, dando la idea de un individuo que presume de su sapiencia. El yo lírico acaba confesando que es un elemento más de la naturaleza en los tratados y más allá de los tratados, donde el qué se convierte en el cómo: “voy hacia la nada” […] “vaga claridad nocturna que suele aparecer sobre el horizonte como una visita del cielo”. “carbono 13” (p.77).

Y en este poemario–tratado es lógico que abunden los poemas de poética en donde nos confiesa que “si me gustara demasiado un libro no escribiría” (p. 15), porque anhelamos el libro imposible, el que alguna vez escribiremos y seguiremos escribiendo; donde dice: “quiero lo que no conozco” (p. 33), una manera de buscar lo imposible, precepto raigal del arte y hasta de la ciencia. Porque el arte y la poesía son formas rescatadas de los antiguos para mantener esencias en nosotros, son maneras de buscar lo imposible:
ab eterno
fin del yo no de la escritura
es algo que no puede detenerse
entonces conoceremos
al fantasma del vagabundo
el rojo sangre la composición del agua
cuánto tiempo necesita la gravedad
para transformarse los kurdos no tienen país
y yo seré un extranjero en otro lugar
cortado por las piedras las tierras que busco
ya no existen y el mar se ha retirado
jarrón usado por los griegos
para mantener el vino puro.
(p. 87)
Y “poesía significa imposibilidad de traducción” (p. 27); donde abundan metáforas e inercia de la página en blanco y la escritura del texto, donde en consonancia con los presupuestos agnósticos del cuaderno, “la verdadera dialéctica no es la presencia, sino la ausencia” (p.20), o puede hallarse un texto conformado por citas de notables que recuerdan el momento de eclosión escritural de los 2000 en Cuba, presidido por el grupo Diáspor(a)s, junto a otros con cierto gesto de postmodernidad que tuvo su punto de esplendor en la fecha recién señalada: finitud del texto, puesta en tela de juicio de la noción de trascendencia; donde reconoce la importancia del dolor, como lo hizo Martí, para quien es el principio fundamental de su poética, porque no entender la importancia del dolor en la vida lleva a ser seres inauténticos, y aparece la descripción física y mecánica del dolor. Consúltese “flujo y reflujo” (p. 64).
“Aunque a veces el autor nos haga creer que la existencia es la prolongación de un contrasentido, él sabe que el mundo está lleno de gente demasiado satisfecha. Hay que tener conciencia que siempre se puede ir más allá. Y sobre todo, no aceptar que el lenguaje lo diga todo”.
Donde, tal como Martí, reconoce que el arte es naturaleza y a la naturaleza como arte, y que la poesía es sitio de intermitencia, como la vida (ver p, 78); donde lo sublime está conformado por una dimensión física que el poeta o el hombre necesita observar con disciplina matemática o monacal en cuadro o viñeta Zen:
“fuegos artificiales en un puente abandonado”
mi padre me llevó a explorar una fabulosa colina
que dominaba todo el horizonte cielo de nubes
polícromas disfrutaba vivir ese paisaje
más hacia el sur donde las mareas bajan
todo procede del mar miren lo que hace
con las rocas en la cima de repente percibí
que el sol estaba saliendo todo el color
en un instante me extasiaba con la llanura
inmensa colmada de casas diminutas
evitaba el agrietamiento.
(p. 85)
Aunque a veces el autor nos haga creer que la existencia es la prolongación de un contrasentido, él sabe que el mundo está lleno de gente demasiado satisfecha. Hay que tener conciencia que siempre se puede ir más allá. Y sobre todo, no aceptar que el lenguaje lo diga todo. [5] Porque no es el absurdo lo que se opone al misterio, es la nada. Como afirma Emir Cioran, el misterio es la señal del ser. Allí donde está, indica plenitud oculta.
Notas:
[1] Ernesto García Alfonso. Segundo tratado: estructuras dobles. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2019. Este libro, a pesar de tener como fecha de publicación el 2019, vio la luz en la Feria del libro de 2025, y fue ilustrado en su interior y su exterior por el maestro del abstraccionismo Pedro de Oraá. Su primer cuaderno también tiene en su portada una obra de este pintor.
[2] Idea del poeta escocés John Burnside (1955-2024).
[3] Ídem.
[4] E.G.A. Tratado del nô. Colección Pinos Nuevos. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2013.
[5] Ida Vitale.