“Los signos de la espera”
La poesía es un monstruo hambriento
y me consume
He dejado de ver los rostros
de beber el agua
he abandonado los rituales de la suerte
y me he entregado a la sed
La poesía me exige heridas
casi invisibles
pero sangran y sangran y sangran
y nunca es suficiente
Con soledad le pago sus desgracias
el vidrio azul que me cercena las costillas
la cortina de papel
el viento que no me deja pensar
La poesía me devora
Y vivo para ella, raspando las superficies
las pieles, los segundos
ausente de mí
traidora de los míos
extranjera de los otros
Cuando me mastica siento el placer del sacrificio
y lamo la carne rasgada por sus dientes
para descifrar los signos de la espera
La poesía me escupe o me digiere
Y no busco el Sol.
La busco
perdida en otra parte
siempre.
