El proyecto Granjita feliz, fundado hace una década, tiene como pilares las dimensiones agrícola, cultural y medioambiental del desarrollo local sostenible.

Como resultado de estudios académicos desde las Ciencias Sociales, las prácticas agroecológicas y la enseñanza del arte, vio la luz la Granjita feliz, una iniciativa del agrónomo Luis Darío Matos González, Licenciado en Derecho, y la veterinaria Elizabeth Frómeta Mejías, Licenciada en Estudios Socioculturales.

El amor que los une como pareja —hace casi 20 años—, la pasión por la naturaleza y el cuidado de los animales fueron las primeras motivaciones para integrarse al Movimiento de la Agricultura Urbana y desarrollar la cunicultura.

El proyecto Granjita feliz tiene como pilares las dimensiones agrícola, cultural y medioambiental del desarrollo local sostenible.

Luego fundaron el proyecto comunitario Granjita feliz, con un enfoque cultural, medioambiental, de promoción de salud y educativo, en su concepto más amplio. Hoy ha devenido Proyecto de Desarrollo Local (PDL) con el propósito de contribuir al bienestar de la comunidad, la familia y los habitantes del municipio habanero de Guanabacoa. Con el paso de los años la iniciativa ha trascendido la localidad donde surgió y ya impacta a habitantes de otros territorios de la capital.

Su primera acción pública tuvo lugar el 6 de octubre de 2013 y fue el Guateque comunitario, conducido por Darío al poco tiempo de haber sido intervenido a corazón abierto: “Sencillamente, el proyecto me ha dado vida porque me abrió el corazón al amor” —contó el promotor cultural durante una de las sesiones teóricas del recién celebrado Congreso Internacional Comunidad 2023.

Filosofía ganar-ganar

La Granjita feliz se erige como modelo de la cultura del Reciclaje. En el sitio se pueden apreciar gomas cortadas a la mitad y pintadas que se emplean como asientos para las actividades comunitarias. Los neumáticos se han reutilizado como semilleros, decorados con estrellas, flores y aves. Se han empleado en la construcción de las aceras y forman parte del escenario del huerto El Garabato, luego de ser rellenados con escombros y cubiertos con una pequeña capa de cemento, explicó Elizabeth.

Reciclar contribuye a la protección del medioambiente, por eso en la Granjita feliz, los materiales de desecho se transforman, dando nueva vida a estos productos y alargando su vida útil.

Actualmente, el PDL cuenta con una metodología o programa para el taller de artes plásticas en la Galería de los felices, destinado a estudiantes de las escuelas primarias de la localidad. En el aula ecológica también se imparten talleres de modelaje ecológico, agrobiodiversidad y prácticas culturales.

A través de las artes plásticas no solo se desarrollan habilidades artísticas, también se fomenta la expresión de emociones, se mejora la concentración, la paciencia y la perseverancia.

“Antes de sentarse a una mesa a dibujar, los niños tienen que ir al área, ver el huerto, reconocerlo y definir qué les gustaría hacer en sus dibujos. Una vez finalizado el taller se reúnen con el público presente y le explican lo que hicieron para que aprendan a socializar y a compartir sus pensamientos. Les dejamos como tarea que investiguen sobre las plantas, el objeto, la figura y la personalidad en la que se inspiraron para hacer su obra” —aseguró Darío al presentar su ponencia “Manantial de Artes”, en Comunidad 2023.

De conjunto con la Casa de Cultura “Rita Montaner”, de Guanabacoa, han celebrado eventos de narración oral, dibujo y pintura. El proyecto auspicia además la realización de concursos nacionales y encuentros científico-técnicos.

En el taller de Modelaje ecológico se relacionan con las plantas del entorno y diferentes materiales reciclados como papel o nylon.

Desde la Granjita feliz se gestan otras acciones para adolescentes, jóvenes, adultos mayores de la comunidad y de hogares de ancianos, casas de abuelos. De igual manera se apoya a los comedores del Sistema de Atención a la Familia.

De conjunto con la Casa de Cultura “Rita Montaner”, de Guanabacoa, han celebrado eventos de narración oral, dibujo y pintura. El proyecto auspicia además la realización de concursos nacionales y encuentros científico-técnicos como: Martí y la naturaleza y Adolfo Rodríguez Nodals in memoriam, sobre agricultura urbana, en las modalidades de artes plásticas, manualidades, arte culinario y literatura.

Jornada de la acción “Unidos por ti”, una actividad de profundo valor humano que brinda apoyo a niños y adolescentes con patologías oncológicas.

De gran impacto social resulta la Jornada de la acción “Unidos por ti”, que organizan la Granjita feliz y la Filial Habana de la Sociedad Cultural José Martí. En esa experiencia participan agricultores urbanos y suburbanos, emprendedores y todos los que quieran colaborar en la preparación de canastas con viandas, frutas, vegetales, hortalizas, condimentos frescos y secos, dulces, cakes y panes para niños y adolescentes de los municipios Guanabacoa, Regla, San Miguel del Padrón y el Cotorro, que padecen patologías oncológicas.

Tiempos de inclusión

En el huerto, niños, adolescentes y adultos en situación de discapacidad cultivan múltiples especies de plantas aromáticas y vegetales que hoy se pueden adquirir allí. Las tierras pertenecen a la institución religiosa Los Escolapios, de Guanabacoa, y fueron cedidas al proyecto en usufructo gratuito.

“Pretendemos que su accionar no se limite a hacer música, danza, teatro, sino que tengan los elementos mínimos que les permitan manifestarse como personas capaces de modelar el medioambiente que les rodea…”

El taller de agrobiodiversidad y prácticas culturales se ha orientado también para esas personas con discapacidades sensoriales, físicas y mentales. Debido a sus limitaciones, algunas de ellas no son capaces de abrir una llave para el agua y no pueden sostener en sus manos una manguera para regar las plantas. Por eso les llenan un pomo con el líquido y les enseñan a plantar semillas y proteger las macetas.

Darío advierte que, aunque muchas personas con discapacidad hoy son adultos, actúan como si fueron niños y que al concluir su preparación en las escuelas especiales se ven limitados por la sociedad.

En la Granjita feliz se prepara a los niños, adolescentes y adultos con discapacidad para insertarse en la sociedad, ser útiles e independientes.

“Pretendemos que su accionar no se limite a hacer música, danza, teatro, sino que tengan los elementos mínimos que les permitan manifestarse como personas capaces de modelar el medioambiente que les rodea, respetar el entorno y educar a los demás ciudadanos”.

Además, la Granjita feliz tiene entre sus líneas de acción la Brigada artística “Conquistando sueños”. Muy a tono con la recién instituida Asociación Cubana de Personas con Discapacidad Intelectual, los brigadistas y sus familiares participan en todo el entramado de la sociedad.

En los últimos años, se han presentado en el periódico Granma y en varios ministerios e instituciones. Darío comenta que durante una celebración en la calle Línea del Vedado habanero, los integrantes de la Brigada le robaron un show a la compañía de teatro infantil La Colmenita y se convirtieron en el centro del espectáculo.

“Somos del criterio de que el desarrollo local comunitario no se alcanza si no somos capaces de unir, en todos los procesos socioculturales, tanto la dimensión agrícola, como la cultural, como la medioambiental”.

La Granjita feliz ha recibido múltiples reconocimientos por parte del Centro de Intercambio y Referencia de Iniciativa Comunitaria, la Oficina de Atención al Trabajo Comunitario de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Universidad de La Habana y la Red Iberoamericana de Medio Ambiente. De igual manera, ostenta la doble corona de la excelencia que otorga el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana.

Elizabeth fue galardonada con la Giraldilla de La Habana, junto a tres personalidades de la ciudad en ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente. Por su parte, a Darío le otorgaron el sello por los 500 años de la ciudad debido a su contribución a la cultura y educación medioambiental.

“Vemos estos reconocimientos como el accionar de todas esas personas que son anónimas, desconocidas, que no tenían derecho a la participación. Hemos promovido desde hace diez años su plena inclusión social” —expresó Darío al respecto.

Y acotó el jurista: “Somos del criterio de que el desarrollo local comunitario no se alcanza si no somos capaces de unir, en todos los procesos socioculturales, tanto la dimensión agrícola, como la cultural, como la medioambiental”.

Según Darío, la última rama del Derecho es, precisamente, la educación ambiental y en los próximos años será, tal vez, la más importante junto con el Derecho penal, civil y el internacional público. “Por eso consideramos que, dentro de todos los procesos socioculturales, la dimensión ambientalista tiene que ser vital” —concluyó el promotor.