En la poética ambigüedad visual de las pinturas de Roberto Fabelo, o más bien en el dramatismo enérgico  de sus dibujos, acuarelas y esculturas, hay una evidente denuncia de actitudes y comportamientos, expresados a través de la innovación de las formas, de la transmutación permanente de todo aquello que nutre su inspiración para ofrecer una creación plástica eminentemente enfática, en la que el sentido de lo barroco y el diseño delirante y fantástico de los personajes tiene algo en común con la literatura latinoamericanista de García Márquez, escritor con el que siente una particular identificación.

Mundos y Sobrevivientes

Mundos (2005) y Sobrevivientes (2009), expuestas en el Museo Nacional de Bellas Artes, constituyen dos de las más grandes series realizadas por el maestro durante toda su carrera artística. Sostengo tal apreciación, ante todo y en el caso de Mundos, porque fue justamente a través de este proyecto que las historias del carismático creador se terciaron hacia otros caminos dentro de su rico universo temático.

“Un pequeño giro hacia zonas que no había explotado”, me dijo entonces, y mediante la cual prolonga —aún más lejos— su visión escudriñadora del mundo de hoy, con el interés de incitar a la reflexión sobre problemas que sobrepasan nuestras fronteras domésticas: la nefasta relación del hombre con la naturaleza y el medioambiente en tiempos de guerras y de pérdidas de  valores sociales y espirituales; convulsa contemporaneidad que cada vez  pone en mayor riesgo la existencia de la vida en el planeta.

En los jardines del Centro J.F. Kennedy con su obra Sobrevivientes.

Recuerdo que en la apertura de aquella suntuosa exposición del año 2005 se congregaron alrededor de cinco mil personas. Bajo un mismo tema se entremezclaron dibujos, esculturas, instalaciones y pinturas, como un agitado conjunto de arte que desde el recinto expositivo expandía, hacia la humanidad toda, severas advertencias sobre la paulatina destrucción del mundo. Si no se producen cambios radicales para bien de nuestra casa grande, la de todos, la naturaleza estaría condenada a perecer y, por supuesto, nosotros junto con ella, tal sentencia originaba Mundos.

Mundos no delimitó giros categóricos o cambiantes dentro del fantasioso universo pictórico de Fabelo sino constituyó un momento en su prolífera producción; una muestra que, como expresó en su inauguración Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, “choca al final con ciertos alegatos a favor de la raza humana” y se proclama en púlpito escenográfico que abre una (otra) discusión necesaria, desde el arte, sobre nuevos conceptos de vida.

Fabelo y Suyu en Mundos, una de sus muestras personales, con el amigo García Márquez, su esposa Mercedes y Julio García Espinosa. Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, 2005.

La otra serie a que hice referencia, Sobrevivientes, está recreada en La metamorfosis, uno de los más fabulosos y universales relatos de Franz Kafka, cuya interpretación iconográfica por Fabelo provocó verdadera expectación entre el público capitalino que acudió diariamente a disfrutar, descifrar y hacer las más inconcebibles conjeturas y juicios en torno a las diez enormes cucarachas que a modo de instalación escultórica invadieron la esquina frontal derecha del Museo Nacional de Bellas Artes en la capital, como parte de las muestras colaterales de la X Bienal de La Habana (2008).

Kafka en la obra de Fabelo

Lector “empedernido”, Fabelo es uno de esos intelectuales que tratan de encontrar sentido y recontextualizar, a través del arte, la obra kafkiana —como a la de muchos otros grandes autores de la literatura universal de los que es admirador—, interés sobre el cual ya en Mundos había sorprendido a los espectadores con sus gigantescas esferas, entre las cuales, la titulada “Mundo K”, sostenía su discurso iconográfico sobre la base de estos repulsivos insectos que, en Sobrevivientes, nos presenta de forma diferente; es decir, con cabezas humanas y de forma independiente, no aglomerados como en aquella otra que evidentemente constituye el antecedente más próximo del nuevo proyecto, cuyo impacto visual podía atrapar la atención del público a varias cuadras de distancia.

Poeta de la forma y el color —lírica que sustenta en un virtuoso dominio del dibujo para exaltar la belleza de lo grotesco— Fabelo levanta su obra sobre sólidos cimientos humanísticos que se proyectan desde ese profeso amor por su inseparable Suyú (Sueñito o Puti, como él llama a su esposa) y sus hijos Roberto Camilo y Gabriel.

“Hombre saltamonte” (creyón sobre masonite, 123 x 223 cm., 2009).

Define el amor a su familia como un “vicio que compite de igual” con el de la creación artística: “Tengo una familia hermosa, que es la vida misma, en ella radica gran parte de mi éxito”. Y esa pasión se irradia hasta sus semejantes y la naturaleza, interrelación de la que surge un arte solemne y agudo, intenso y dramático, que lo definen también como uno de los creadores más sobresalientes en Cuba durante los siglos XX y XXI.

Provocación del espectador

En Fabelo igualmente puede apreciarse esa propensión ascendente del artista hacia el arte objetual, basado en la provocación del espectador, al que convierte en parte de su obra, haciéndolo partícipe de ella. Compendio de discursos provocadores y espectaculares, mediante los cuales exhorta a no aceptar la realidad tal y como la percibimos, sino a participar en ella, cambiarla, mejorarla, humanizarla.

“Oración doméstica” (122 x 244 cm, 2017).

Entonces sus obras derivan en conmovedores procesos de autorreflexión crítica; en arte que equivale a vida y esperanza. De tal forma, sus trabajos constituyen crónicas del devenir artístico de este pintor de multitudes, paradigma de la exquisitez del dibujo entre varias generaciones de creadores que le sucedieron: “A partir del dibujo comencé a abordar el mundo. Debo de hacerle justicia al dibujo que fue el que me ayudó a comer”, me ha dicho.

La internacionalmente reconocida historiadora, curadora, crítica del arte y editora panameña, Mónica Kupfer, en un artículo publicado en la revista Artnexus (ArtNexus 82. Arte en Colombia 128, Sep-Nov 2011), bajo el título de “Roberto Fabelo. Museo de Arte Contemporáneo”, afirma:

Fabelo es un verdadero maestro del disegno, palabra con la cual los renacentistas italianos describían el don que tienen algunos artistas para combinar la habilidad para dibujar con la capacidad intelectual para inventar la imagen. Su pericia con la línea impacta en todos los medios y soportes que emplea: tinta sobre papel, creyón sobre cartulina, acrílico sobre seda. Incluso, sus pinturas son dibujos, pues en lugar de trabajar con pinceles, por lo general dibuja con crayones de óleo que le permiten crear los rasgos rayando sobre la tela o, en muchos casos en esta muestra, sobre una base de vinilo templado a manera de lienzo.

La línea de Fabelo es inquieta, agitada, repetitiva. Lo suyo es un expresionismo casi físico que nos permite intuir los movimientos de su mano y la manera en que las líneas, ya sean paralelas, en curvas, o cruzadas, van construyendo la forma. Años de práctica en el manejo del claroscuro le permiten convencernos de la tridimensionalidad de sus personajes. A veces, Fabelo crea las formas partiendo del negro, al estilo de un grabador, formando una mezotinta (o grabado a la manera negra), en la que raspa y bruñe la plancha para producir los claros. La pintura titulada “Gran huevo”, por ejemplo, fue dibujada con crayones de óleo blanco sobre vinilo negro, de tal manera que el huevo emerge de un oscurísimo fondo. Dentro del cascarón quebrado, ovoide y tenebroso, vemos una muchedumbre zoológica, como en un arca de Noé. En otras piezas, Fabelo crea retratos sobre fondos negros, circulares como tondos, y en otras ocasiones utiliza un vinilo claro de tono cremoso, que recuerda un pergamino avejentado, sobre el cual traza su pintura en sepia dando la sensación de un dibujo antiguo.

Otra de las series más trascendidas de este ingenioso artífice es la titulada No somos animales, en las que recrea extrañas morfologías de seres humanoides con cabezas de animales o insectos, o portadoras de caracolas, peces y otras faunas inimaginables sostenidas en la cabeza, de las que en ocasiones emanan cuernos, antenas u otros elementos surrealistas. En su obra sobresalen los dibujos y pinturas alusivos a la mujer, vistas a través de su imaginación con abultados senos, vientres y nalgas; de los que emana una ferviente y expresiva sensualidad que frisa en lo caricaturesco, pero que trasmiten disimiles mensajes sobre el papel de las féminas en la sociedad, como trabajadoras, madres, domésticas…

“Humidor” (escultura en bronce, 185 cm., 2018).

Algunos datos de interés

Fabelo ha impartido conferencias y ha ejercido como jurado en diversos concursos de artes visuales en Cuba y el mundo. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos (AIAP). En 1996 fue seleccionado Premio Unesco para la Promoción de las Artes Plásticas en París, Francia; y desde 2002 su obra “Autorretrato” forma parte de la colección de la Galleria Degli Uffizi en Florencia, Italia, sede de una de las más antiguas y famosas colecciones de arte del mundo.

Ha sido merecedor, además, de la Distinción por la Cultura Nacional y las medallas Abel Santamaría y Alejo Carpentier; así como de la Orden Juan Marinello, impuestas por el Consejo de Estado de la República de Cuba como mérito por su labor artística. También ha recibido la Placa Conmemorativa por el 480 Aniversario de la Fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana. En 2007 la rectoría del Instituto Superior de Arte de La Habana le otorgó la categoría especial de profesor consultante. Ostenta también el Diploma al Mérito Artístico, otorgado por este alto centro de estudios.

El artista durante el montaje de la exposición Mundos. Goya y Fabelo. Centro Cultural Conde Duque, Madrid 2023.

Entre los más de veinte premios profesionales, recibidos a lo largo de su carrera, se destacan el Premio Adquisición III Trienal de Arte Contemporáneo en Nueva Delhi, India, 1978; el Premio de Dibujo en Intergraphik, Berlín, Alemania; el Premio en la IX Exposición de Dibujo, Rijeka, Yugoslavia; y el Premio Internacional de Dibujo en la Primera Bienal de La Habana, todos estos en 1984. En 1993 Fabelo recibió el Primer Premio en la XI Bienal Internacional de Dibujo de Cleveland, Gran Bretaña; y en 1996 el Primer Premio en la I Bienal Iberoamericana de Acuarela, Viña del Mar, Chile.

Ha realizado 45 exposiciones personales en once países: Estados Unidos, Cuba, México, Panamá, Venezuela, Alemania, Dinamarca, España, Grecia, Suecia y Suiza. Entre ellas, se destacan cinco exhibiciones en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, donde se atesoran 36 obras de Roberto Fabelo. Entre sus muestras personales también se destacan Anatomía de Fabelo, en el Museo de Arte Latinoamericano de los Ángeles, California (MoLAA) en el año 2014; Dibujos anatómicos, en el Pérez Art Museum Miami (PAMM); Persistencia, en el Palazzo de la Cancillería del Vaticano, en 2017; así como su presentación en 2018 durante el Festival de las Artes de Cuba en el Centro para las Artes Escénicas J.F. Kennedy en Washington D.C.

Exposición Divertimentos, Museo Goya, Zaragoza, 2023.

Más recientemente, en 2023 expuso en España Mundos: Goya y Fabelo, en el Centro Cultural Conde Duque, de Madrid; además de la intervención en la fachada de Casa de América de Madrid con su instalación “Sobrevivientes”; la exposición Divertimentos, en el Museo Goya, de Zaragoza, y la intervención artística en la Plaza del Pilar, también en esta ciudad aragonesa, con su instalación “Liderazgo”, conformada por veintiún rinocerontes de tamaño natural, para las que se han editado catorce catálogos de envergadura.

Sus obras han sido incluidas en cientos de exhibiciones y ferias de arte en 34 países: Estados Unidos, Canadá, Cuba, Costa Rica, México, Nicaragua, Panamá, Colombia, Chile, República Dominicana, Argentina, Brasil, Alemania, Bélgica, la antigua Checoslovaquia, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Inglaterra, Italia, Luxemburgo, el Principado de Mónaco, Noruega, Polonia, Portugal, Rumanía, Suecia, Suiza, la antigua Yugoslavia, China, India, Japón y Argelia. De estas exhibiciones, diecisiete han tenido lugar en museos.

“Catedral” (cafeteras de aluminio y espejos, 220 x 200 x 200 cm., instalación, 2003).

Entre las muestras más destacadas de este artista en los últimos años podemos mencionar, además, las realizadas en Shanghai Urban Planning Exhibition Center; Fujian Art Museum, Fuzshu; Changshu Art Museum; SZ Art Center, Beijing en 2014; On The Horizon: Colección de Arte Contemporáneo de Jorge Pérez (Pérez Art Museum Miami, PAMM en 2015); Exposition Café IN (Café en la exposición), en el Museo de las Civilizaciones Europeas y Mediterráneas de Marsella, Francia en 2016; Tiempos de la intuición, en representación del Pabellón de Cuba en la 57ma Exhibición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia, expuesta en el Palacio Loredan en 2017. Asimismo, presentó más de una decena de obras en la exposición Sueño de navegante que itineró por España con presentaciones en DA2 Domus Artium, en la ciudad de Salamanca en 2019; en el Museo de Afundación Obra Social Abanca, en Santiago de Compostela, y en el Museo de Afundación Obra Social Abanca en Vigo, ambas en 2022. Un año más tarde, en 2023, esa exposición se presentó en el Museo Afundación Obra Social Abanca, en sus sedes de Ferrol y de A Coruña. En este mismo año Fabelo participó durante los meses de marzo y abril en RiverRun: arts nature impact y Leonardo, fluir eterno, en el Centro para las Artes Escénicas J.F. Kennedy, en Washington D.C.

“La mujer que amaba a los perros” (acuarela sobre cartulina, 113 x 15 3 cm., 2010).
Conversando con Silvio Rodríguez.
Con Agustín Cárdenas, Premio Bienal París 1965 y Premio Nacional de Artes Plásticas Cuba 1995, miembro de Los Once, La Habana, e integrante del Movimiento Surrealista, París, 1982.