Los tristes sucesos del Palacio de La Moneda, el 11 de septiembre de 1973, han repercutido en la historia de la América Latina contemporánea y dejado una huella aún latente en la memoria no solo de los chilenos. Ese día el presidente Salvador Allende defendió al precio de su vida el mandato que le entregó el pueblo en las urnas. Pero finalmente se impusieron los golpistas militares y Chile comenzó a vivir una etapa que, entre sus numerosas secuelas, lanzó al exilio a miles de sus hijos.

Evoquemos en la fecha el grato recuerdo que nos dejó uno de aquellos exiliados políticos: la actriz y presentadora Mirella Latorre.

Tanto como la imagen, puede quedarnos de una persona su voz, su personalidad, su presencia asidua en nuestro ámbito familiar. Mirella Latorre consiguió todo ello con profesionalidad, carisma y amor. Ella se insertó en la pantalla chica de los cubanos por más de una década. Y hoy nos viene a la memoria la elegancia de su porte, la dicción elegantísima de su discurso, el tono pausado y cautivador de su voz.

Al sistema de la Televisión Nacional de Chile se incorporó en 1961. Como conductora en la televisión cubana, penetró los hogares durante una década. Foto: Tomada de Internet

Se trataba de una dama establecida dentro de la televisión y el teatro chilenos, transitaba la sexta década de vida y se conocía que su esposo, el periodista Augusto Olivares, jefe de Prensa de la Televisión Chilena y uno de los más leales amigos del presidente Allende, había muerto junto a este en el Palacio de La Moneda, al producirse el golpe de Estado del general Pinochet.

A raíz de estos sucesos Mirella se exilió en Francia, desde donde llegó invitada por la Unión de Periodistas de Cuba para recoger la distinción conferida póstumamente a su esposo. Pensó que aquella sería una breve estancia, pero en la Isla decidió permanecer por dos décadas.

Hija del escritor Mariano Latorre, Premio Nacional de Literatura de Chile, Mirella comenzó su carrera en el teatro a los 17 años en el Instituto Pedagógico, que después se convertiría en Teatro Experimental de la Universidad de Chile.

Desde la televisión cubana Mirella Latorre, en su condición de conductora amena e inteligente, penetró los hogares con su programa Conversando, que se trasmitió a lo largo de once años, y cuyo recuerdo pervive entre los televidentes, al igual que su voz y estilo de natural sobriedad. La televisión cubana ganó con Mirella a una comunicadora carismática, enriquecedora de la labor de un medio tan familiar para el cubano.

Hija del escritor Mariano Latorre, Premio Nacional de Literatura de Chile, Mirella comenzó su carrera en el teatro a los 17 años en el Instituto Pedagógico, que después se convertiría en Teatro Experimental de la Universidad de Chile. Trabajó en radioteatros que le dieron popularidad y después se incorporó a la televisión (que a Chile llegó solo a inicios de la década del 60), donde presentó programas destinados a la mujer y leyó noticias en el informativo vespertino de Canal 13. Ella actuó además en la que se considera la primera teleserie chilena, Los días de los jóvenes, de 1967.

Mariano Latorre y su hija Mirella. Foto: Tomada de la Biblioteca Digital Nacional de Chile

Al sistema de la Televisión Nacional de Chile se incorporó en 1961, desde donde condujo el programa Almorzando con Mirella, que después pasó a llamarse Buenas tardes Mirella, de vasta teleaudiencia por su variedad temática (entrevistas, invitados, temas femeninos y de cocina). A Chile no volvió definitivamente hasta 1995, para en su patria retirarse de los medios de comunicación. De 2003 data su última aparición, en el radioteatro La epopeya final de Salvador Allende, trasmitido por las ondas de Radio Tierra.

Mirella Latorre murió a la edad de 91 años, el 10 de junio de 2010, en su Santiago de Chile natal. En su patria se la recuerda como actriz de teatro, radio y televisión de primer orden. En Cuba, su segunda patria, es una de las voces inolvidables de los medios masivos de comunicación.

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