Dos de las manifestaciones más representativas del desarrollo y auge de una vanguardia artística propia del proceso revolucionario cubano iniciado en 1959 fueron la fotografía y el cartel. A ambas ha apelado la iniciativa curatorial de la más reciente exposición de la Galería El Papelista, titulada En Julio como en Carteles. Algo parecido a lo que sucede con la construcción del título de la exposición, es de constatarse en la concepción curatorial de las imágenes que propone, en cuanto a que las fotografías son de la autoría de un solo creador, en tanto la de los carteles responde a un número importante de ellos.
En efecto, la coincidencia entre el mes de su inauguración y el nombre de este único fotógrafo en exposición, el muy conocido Julio Larramendi, deviene gestora de una particular asociación temática entre fotografía y carteles. Más que un contrapunto visual, es un diálogo entre dos lenguajes que encaran desde puntos de vista diferentes un mismo tema. Esta afinidad temática entre ambas manifestaciones de la gráfica de comunicación propicia en el receptor un ejercicio cognitivo que no es ajeno ni a la belleza ni a la razón, si atendemos a una motivación que se dilata a partes iguales desde la raíz estética y comunicativa de sus respectivos lenguajes. En consecuencia, fotos y carteles se mantienen incólumes en sus particularidades, es decir, en sus respectivas técnicas de impresión y objetivos específicos de su codificación visual.

De ahí que dos puntos de vista diferentes sobre un mismo tema o asunto, más que un impedimento para la decodificación del mensaje, deviene complemento y calce de una realidad que se amplifica y enriquece a ojos vista de cada receptor. De ahí que el ordenamiento visual de la exposición esté concebido en función de orientar la experiencia estética del visitante a favor de la aceptación inmediata del supuesto “encontronazo” que podría propiciar una propuesta curatorial que se identifica a partes iguales con dos medios de comunicación visual, o sea, con dos registros diferentes de una misma realidad. Y a las diferencias lógicas apuntadas en cuanto al enfoque y tratamiento de cada tema por parte de los dos lenguajes elegidos, justamente, responderá el atractivo mayor de esta nueva muestra del papelista, en particular, para todo receptor sincero que, en julio como en carteles, nos da su opinión franca.




