Comenzando por el final del libro, como si estuviéramos en un imaginario viaje hacia la semilla, informo que el título de esta novela de Eduardo que tengo el gusto de presentar, se debe a una película (y ya se verá la importancia del cine en la novela toda), que el cineasta Nicanor O Donell realizó sin apoyo institucional, subió a Youtube y obtuvo hasta el momento de la redacción de esta historia, nueve likes. El corto de ficción al que hago referencia se llama Mi pene me envidia, y fue elaborado luego de un estruendoso fracaso de crítica, pero de amplia aceptación por parte del público, de una película nombrada Yuxtaponte o muere.

Antes de pormenorizar los rocambolescos obstáculos que hubo de afrontar el cineasta en la filmación de esta película, en la cual él depositó no solo energía e ingenio, sino que también puso en juego su vida, es menester detenernos en el país del cual procede el creador que responde al nombre de Nicanor o Nick.

La estructura narrativa de la novela Nueve likes recuerda más a un guion cinematográfico que a una novela per se.  

Señalo el conveniente recurso de dividir, en lo posible, los escenarios y los actuantes de mundos que, aunque en apariencia no guardan relación para el desempeño de la trama, sí tienen hilos comunes con el absurdo que se disfruta ampliamente en la novela Nueve likes, cuya estructura narrativa recuerda más a un guion cinematográfico que a una novela per se.

El país, como decía, donde nació y permanece viviendo Nicanor O Donell tiene peculiaridades tan inusuales, que lo hacen no sólo atractivo, sino extrañamente incomprensible, no obstante lo cual, el creador parece aceptarlo aunque admite que “es un sitio raro a los ojos de los demás, un parque temático adonde ir de vacaciones para redescubrir luego el gusto de las cosas que se dan por sentadas. En consecuencia, él era un fenómeno sólo por vivir allí, por no volverse loco”.

Ejemplos de estas rarezas mencionadas son las medidas insólitas implantadas en el país sin nombre de donde procede el cineasta protagonista de esta novela. En primer lugar, en un momento el gobierno decidió ayudar a ciudadanos solitarios, sin parejas, para lo cual se fabricaron consoladores y muñecas inflables.

Resultó que, en aras de sustituir importaciones, teniendo en cuenta el alto costo de los materiales de dichos adminículos, fueron confeccionados por la industria nacional, con los consiguientes defectos de fabricación (por ejemplo, las muñecas no se inflaban, o si acaso solo partes como un brazo o media pierna, y nunca la cabeza). El resultado de la campaña para ayudar a solitarios no pudo ser peor: al cabo de dos años, creció el número de los sin parejas, y aumentó el índice de suicidios, lo cual trajo como consecuencia la satanización en las redes sociales, y una guerrita de emails, aunque esta última fue catalogada como folclórica e inofensiva.

Sucedió que más tarde, las autoridades implantaron de forma obligatoria y como manera de demostrarle al mundo el nivel cultural alcanzado en la población, el lenguaje en verso para todos los ciudadanos, para lo cual redactaron decretos en prosa, con algunas faltas de ortografía. Aunque más adelante, fue derogada esta medida, en el momento de los aconteceres de la novela que nos ocupa, estaba vigente esta forma de comunicación exclusivamente en verso. Ya podrá imaginar el lector la complejidad de los diálogos entre Nicanor y sus asistentes de filmación, ya de por sí casi desopilantes por el hecho de que el director del filme se encontraba secuestrado, y a miles de kilómetros de altitud, concretamente en un avión.

Una novela película que nos regala uno de nuestros más imaginativos y fértiles creadores, Eduardo del Llano. Foto: Tomada de Granma

Ya definido el país y sus atipicidades, nos adentramos en el grave conflicto del secuestro. ¿De qué se trata tan extraño, escalofriante hecho? Pues de una organización o movimiento nombrado GIA o EIGEN, siglas que significan “Ejército Independentista Genérico”, cuyos miembros visibles, ubicados en el avión donde viaja nuestro protagonista, utilizan pasamontañas de color lila, hablan inglés, y cada uno responde al nombre de un planeta (Urano, Platón, Venus, Neptuno, Marte, Mercurio, Júpiter, todos bajo la égida del jefe, Sol).

Tan peculiares como el país de Nick son estos secuestradores, cuyas demandas dejo para que el lector las encuentre, aunque no puedo dejar de señalar que ellos mismos declaran “no somos terroristas, o solo un poquito”, a la vez que reparten folletos instructivos entre los pasajeros del avión, en aras de ganar adeptos al EIGEN o GIA. Lo cierto es que el cineasta tuvo la suerte de que entre estos militantes de no se sabe qué partido o movimiento político, había un ex crítico de cine, específicamente especialista en cinematografías periféricas, el cual procedió a reconocer a Nicanor, quien a su vez dirigió un filme que resultó del agrado del otrora crítico y actual secuestrador. No me parangones, se llama la película que de cierta forma salvó la vida del director de cine. Más aún, convenció a Sol, (jefe del comando, como ya dije) de que le permitiera a Nick continuar dirigiendo Yuxtaponte o muere.

En medio del caos, del miedo, de la violencia y de las amenazas que caracterizan a un secuestro del tipo que se narra en la película, perdón, en la novela, O Donell pudo continuar monitoreando la conducción del filme que lo ocupaba en esos momentos. El jefe, Sol, declaró “Acepté que el cineasta tercermundista dirigiera su película desde aquí porque tiene el potencial de trabajar a favor de nuestra causa. El mundo podrá ver que no somos salvajes descerebrados”.

Nicanor, por tanto, a pesar de las circunstancias, gozaba de cierto privilegio e incluso estaba complacido, habiendo dicho en un momento que sin su película, su vida carecería de sentido. Los intercambios entre él desde el aire, y su equipo de realización en el país sin nombre, siempre comunicándose únicamente en verso, constituyen momentos del absurdo llevado a la máxima forma de comicidad, rasgos éstos que tipifican a la novela en su conjunto, la cual es, sin dudas, una de las obras de Eduardo más cinematográficas de cuantas ha escrito hasta el presente.

Vuelvo a reservar espacio motivacional al público, para que se adentre en los vericuetos de Nueve likes, aunque para no dejarlos en vilo, ni que esta presentación cause miedo o preocupación entre los lectores, ya que he hablado de secuestro, enmascarados y tensiones, concluyo brindando la información de que la película Yuxtaponte o muere, gracias a la incorporación de tomas de lo sucedido en el avión, fue un éxito de taquilla, Liam Neeson interpretó al cineasta, y se recaudaron más de cien millones de dólares. Por cierto, esta cifra representa siete más que el rescate exigido por el grupo GIA o EIGEN, con su Sol al frente.

Invito pues al público a disfrutar de esta insólita aventura, de esta novela película que nos regala uno de nuestros más imaginativos y fértiles creadores, Eduardo del Llano.