El Festival Internacional de Cine de Gibara (FICGibara) inició su decimoséptima edición este 1 de agosto, con el desfile inaugural por la calle Independencia y las palabras de apertura de Sergio Benvenuto Solás, su director. En estas mismas calles hace veinte años ─cifra encomiable para un proyecto de su envergadura y alcance─, Humberto Solás, el director de clásicos de la cinematografía iberoamericana como Lucía y Cecilia, inició el camino que convertiría esta cita en un encuentro multicultural, con el cine como epicentro y con el pueblo gibareño como su principal protagonista.  

Este año, FICGibara ─que no deja de ser un termómetro para medir las temperaturas de los contextos, y las búsquedas e inquietudes del panorama cinematográfico nacional─ se realiza con un fuerte apoyo de los gobiernos e instituciones locales, además del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).

“Pensemos el evento ─comenta Benvenuto─ como un motor del desarrollo local de la región y un modelo exitoso de animación cultural, aunque mucho queda por hacer”. Sobre las peculiaridades y retos del Festival, a partir de la anterior edición, conversamos con Sergio Benvenuto, a pocas horas de comenzar en la Villa Blanca una nueva edición de “uno de los eventos más significativos del ámbito cinematográfico y artístico en el país”.

FICGibara es “uno de los eventos más significativos del ámbito cinematográfico y artístico en el país”, comentó Benvenuto. Foto: Kevin Manuel Noya

El Festival tuvo el año pasado un doble reto: resurgir luego de dos ediciones pospuestas por la COVID-19 y hacerlo en un contexto económico bastante complejo. Hoy, ya a las puertas de la edición 17 y tras 20 años, ¿cómo valoras la pasada edición? ¿Crees que logró vencerse el reto, cuando incluso pensaste que sería “el más difícil de los festivales en la historia de Gibara”?

Ese Festival tuvo a su favor encarar precisamente ese reto tan grande, con un apoyo local mucho más fuerte, tanto económico como en la conciencia hacia la necesidad de un evento así en Gibara. Los primeros años fueron extraordinarios y de aprendizaje. Luego estuve siete años lejos y de pronto, me vi aquí. En 2019 las circunstancias fueron distintas y el trabajo con Jorge Perugorría al frente y un nuevo equipo fue magnífico: por el contexto, los artistas, la calidad de las proyecciones. Es un año que se equipara con los mejores festivales ocurridos en la historia de Gibara.

En cambio, la experiencia de 2022 fue difícil por el propio contexto, pero poco a poco fuimos teniendo apoyos muy importantes; además del Icaic, los de Holguín y de la propia Gibara, fueron aportes realmente decisivos y han sido un impulso importante para que no se desfigure el Festival.

La Colmenita estuvo presente en el desfile inaugural de la decimoséptima edición de FICGibara. Foto: Robert Rodríguez

El año pasado, buscando el máximo nivel de calidad en las selecciones y al no realizar una convocatoria, se realizó un Festival de curaduría, con obras que permitieron configurar muestras internacionales competitivas. Para ello, el Festival se auxilió en profesionales de la programación, otros festivales… ¿Mantienen esta estrategia, aunque este año sí se haya lanzado una convocatoria? Me llama la atención encontrar en competencia películas premiadas o que integraron la selección oficial de Cannes, Sitges, Guadalajara, Berlín, Málaga…

Mantenemos el concepto de trabajar con programadores invitados, lo que nos garantiza una altura en las presentaciones. Creo que va a seguir siendo una práctica, que estuvo también en algún momento de la primera década y la hemos retomado con más fuerza. En la medida que la convocatoria no sea lanzada un año antes es necesario recurrir a estos programadores y es más difícil lograr la participación internacional. Eso hay que consolidarlo trabajando con más tiempo y es algo muy difícil en este momento, dada la perspectiva más corta para los asuntos financieros.

La participación de los cineastas jóvenes cubanos y extranjeros, junto a reconocidos directores, permite el encuentro del cine institucional, alternativo e independiente. Todo ello confluye en Gibara. ¿Cuánto crees que aporta el Festival al panorama cinematográfico cubano?

Los festivales son termómetros y magníficos espacios para medir las temperaturas de los contextos. Creo que todavía Gibara aporta mucho menos de lo que quisiéramos al panorama cinematográfico nacional. A lo mejor me equivoco, pero creo que podría aportar más, mucho más.

Podría pensarse más un país que no sea solo la capital, pues no se ha logrado tener una visión de lo importante que es un festival así. Habría que pensar más en los jóvenes, ya que es un proyecto de desarrollo local que viene desde la cultura. Desde el punto de vista cinematográfico es difícil; tenemos un solo cine y es complejo poder articular un programa como el que presentamos en el evento.

Sería una gran ingenuidad o una falta de visión pensar que un festival no es un catalizador de opiniones y problemáticas, más aún cuando estamos viviendo una situación compleja en el gremio audiovisual. Pero un festival es un proyecto artístico cuya misión fundamental es la búsqueda de alternativas para los que hacen sus filmes, en especial aquellos con más dificultades, los más jóvenes y los que tienen menos recursos. Este es un tema de gran actualidad que obviamente debe estar en el epicentro a la hora de discutir los problemas del presente. En un festival los cineastas tienen que sentirse a gusto y las instituciones tienen que aprovechar la oportunidad, porque pocas veces se dan los momentos de intercambio en un proceso dinámico, alegre, eufórico, con muchos matices positivos.

Por otro lado, en la medida en que no se logre que las provincias, al menos las colindantes, destinen fondos a que los pequeños proyectos y sus cineastas, participen, no estamos aportando más. Los cineastas de estas provincias deben ser apoyados por sus autoridades para venir a un festival de esta dimensión, porque estoy convencido de que no existe un proyecto que haya aglutinado a tantos cineastas y artistas en general a lo largo de todos estos años en esta zona del país.

“Estoy convencido de que no existe un proyecto que haya aglutinado a tantos cineastas y artistas en general a lo largo de todos estos años en esta zona del país”. Foto: Robert Rodríguez

En las recientes ediciones del Festival ha priorizado los eventos profesionales y las proyecciones. Las citas teóricas este año destacan el discurso de género y el patrimonio audiovisual.

En 2008 cuando Humberto fallece y Gibara queda destruida por un huracán, el Festival era una entidad muy sólida, al punto que fue esencial para redirigir a la cooperación de la restauración de Gibara. También fue un incentivo para las autoridades, pues había que hacer el Festival al año siguiente.

Dos meses después de su fallecimiento estábamos iniciando una muestra temática que tuvo tres ediciones y nos puso a debatir sobre audiovisuales que venían al Festival con temáticas como género, medioambiente… De esa manera se crearon esas discusiones y proyectos que fueron muy trascendentales y que estuvieron, por primera vez, autofinanciados. De ahí viene esta tradición de tratar diferentes temas, que influyen en otros movimientos y festivales realizados en Gibara. Este año nos enfocamos al tema de género, porque es realmente muy importante abordarlo. Está presente en películas, obras de teatro, exposiciones y actividades en la comunidad. Vamos transversalizando el tema. También realizaremos un panel en el espacio teórico en la Casa de Cultura.

Hace veinte años, Humberto Solás inició el camino que convertiría esta cita en un encuentro multicultural, con el cine como epicentro y con el pueblo gibareño como su principal protagonista. Foto: Lia Contino

Como productor, director del Festival y cinéfilo sé que te preocupa especialmente el deterioro y posible pérdida de parte del patrimonio audiovisual cubano que necesita restauración. Aunque sabemos que se realizan acciones (la presentación en Gibara de la copia restaurada de De cierta manera, de Sara Gómez, es muestra de ello). ¿En qué estado, respecto a lo anterior, se encuentra la obra de Solás, uno de nuestros más importantes directores? ¿Y desde el Festival cómo se ha abordado el tema del patrimonio audiovisual?

El patrimonio está enlazado a la esencia de este proyecto desde el desarrollo sostenible de la comunidad y la actividad cultural, con una visión más amplia que incluye el medio ambiental. Estos temas siempre están en la mesa de debate; pero están, además, los temas patrimoniales de cine, las urgencias y las soluciones, las alternativas para salvar y preservar el patrimonio cubano; y que en ese proceso salvemos paulatinamente el máximo de obras posibles para restaurarlas en el futuro.

Es algo importante para motivar a productores, pues solo congelar y preservar el estado en que se encuentra el material, llevarlo a una digitalización de máximo nivel, es mucho más económico que el precio por restaurarlos, pues implica detener ese proceso de deterioro de las películas.

Tenemos la intención de generar un encuentro justamente en esta edición del Festival para discutir un proyecto piloto con la obra de Humberto Solás, que tiene una singularidad y es que está en una situación bastante compleja, pues aun cuando se intenta preservar, solo hay una restauración de máxima calidad que es Lucía. Tenemos obras restauradas de Titón, Santiago… y en el caso de Solás es una urgencia objetiva y moral. En ese sentido todos estamos de acuerdo, pero hay que avanzar en un contexto difícil. Estamos manejando experiencias, buscando alternativas que sean más económicas para lograr los mismos objetivos, y motivar a otros a sumarse.

FICGibara apuesta por que la presencia de músicos y artistas de otras manifestaciones se mantenga y preserve. Foto: Robert Rodríguez

Como vimos, el pasado año la cita tuvo un fuerte apoyo local en su realización. Este año creo notar que el apoyo se mantiene y se potencia: el Icaic, las distintas instancias del gobierno y las autoridades provinciales y municipales de cultura en Holguín y Gibara, entro otros, se involucran con fuerza en la realización (incluida la programación artística) del Festival. ¿Cómo valoras esto, partiendo del Festival como un motor del desarrollo local de la región y como un modelo exitoso de animación cultural y de protagonismo del pueblo gibareño?

Llegamos a un Festival que tiene una mayor parte de los recursos locales. Las autoridades y las personas del ámbito cultural han defendido que vengan no solo cineastas, sino que la presencia de músicos y artistas de otras manifestaciones se mantenga y preserve, porque forma parte de un interés colectivo, de esa percepción de que en veinte años ha venido mucha cultura a esta villa de oriente.

Sigue siendo muy difícil en las condiciones actuales hacer un evento de esta magnitud. Se necesita mucha gente comprometida, aunque hay muchos apasionados trabajando en este Festival. En la medida que las crisis ocurren vienen las ideas. Este es un festival multicultural y fue absolutamente importante que Holguín entrara en el mapa económico de una manera decisiva el año pasado para aportar una cantidad de fondos, y que estos fondos permitieran que el Festival mantuviera su concepto multicultural. Ya este año es de una manera incluso mayoritaria, como debe ser, porque ese es el concepto que tienen muchos festivales en el mundo; que funcionan con los fondos de los ayuntamientos locales y ayudas nacionales, aunque el más importante es el local.

Jornada inaugural de la decimoséptima edición del Festival Internacional de Cine de Gibara. Foto: Juan Pablo Carreras
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