Aprendí a ser pedagogo para la poesía,
como a ser poeta para la pedagogía.
Raúl Ferrer

Certeras resultan las palabras del poeta, narrador y ensayista Félix Pita Rodríguez cuando escribe que “‘quien abre este libro, toca a un hombre’. Tal vez nunca más ajustada, más precisa, más en su lugar que en este libro, la frase que troqueló Walt Whitman, para sus Hojas de hierba”.

Así puede leerse en el prólogo al libro titulado El retorno del maestro (Editorial Gente Nueva, Colección Biblioteca Escolar, La Habana, 1990, 170 pp.), que incluye una colección de versos del maestro-poeta Raúl Ferrer, acompañados de las ilustraciones de la artista Miriam González Giménez.

La lectura de El retorno del maestro se convierte en una experiencia reveladora. No se trata solo de un título más en la bibliografía de quien, por décadas, desarrolla, tanto en zonas rurales como urbanas de la isla, una activa y enriquecedora labor como maestro. 

Esta selección, que agrupa en tres secciones casi un centenar de poemas, fechados entre los años 1938 y 1978, permite también comprobar esos sólidos vasos comunicantes que entrelazan la vida y la obra, la acción y el pensamiento, de Raúl Ferrer.

En estas páginas se descubre cómo, a través de un cuidado discurso lírico, que hábilmente maneja diversas formas estróficas ─en especial, la décima y el soneto–, el autor logra –como él mismo afirma─ recoger el “testimonio diario, registrando acontecimientos e impresiones mayores y menores, sociales y familiares”.

El retorno del maestro agrupa en tres secciones casi un centenar de poemas, fechados entre 1938 y 1978.

“El aula”, sección que abre el libro ─sin dudas, el conjunto más logrado del volumen─, incluye treinta y seis textos, casi en su totalidad nacidos del propio magisterio del creador en la escuela rural del central Narcisa, donde ejerce por años tan noble profesión.

Aparecen en esta primera parte, poemas tan sugerentes como “Estudio del cocotero”, “Para aprender el acento”, “Tiempos del verbo”, “Las cuentas” y “La protesta de Baraguá”, concebidos con el propósito de contribuir a enseñar a sus alumnos ortografía, historia, geografía…

Se reproduce, igualmente, la décima “La clase”, escrita en 1978, en que se sintetiza “la vergüenza y el honor / del maestro verdadero”:

La clase es una paloma
en la escuela de cristal.
En el mar sería la sal
y en la flor sería el aroma.
Por la clase, limpio asoma
de los niños el lucero.
Darla bien es lo primero,
que ella resume el amor,
la vergüenza y el honor
del maestro verdadero!

Enriquece esta sección, el conocido poema “Romance de la niña mala”, de 1941, todo un canto a la justicia y la igualdad, a la exaltación de los más auténticos y puros valores humanos, considerado como un texto referencial dentro del panorama de la lírica insular del siglo XX. 

Treinta y tres poemas pueden leerse en Arco iris, segunda sección del libro. Se encuentran aquí algunos de los textos de Viajero sin retorno (1979), cuaderno que Raúl Ferrer dedica al lector adulto, en que vuelve sobre la escuela, la patria, los héroes, la identidad, temas todos recurrentes en su obra.

“Solo diecinueve poemas integran El retorno, en que el maestro-poeta regresa, ya desde la experiencia vivida y los sueños realizados, a comentar, indagar, reflexionar, mediante su personal discurso lírico, sobre esos temas que le preocupan, y ocupan, a lo largo de su existencia”.

Sobresalen “Canto al maestro rural”, conmovedor testimonio dirigido, en 1940, “al maestro de la ciudad”; “Guayabera”, sencillo y sentido homenaje, escrito en 1955, a todo un símbolo de cubanía, y “Ronda del 28 de Enero”, fechado en 1939 para recordar el nacimiento del más trascendente revolucionario e intelectual del siglo XIX cubano.

Al Héroe Nacional dedica el autor, por cierto, varios textos, que se reúnen en El retorno del maestro. Uno de ellos es el soneto “Martí”, de 1953, creado en el año del centenario del natalicio del Apóstol: 

Tiene que haber, con su dolor entero,
un corazón de rosa navegante…
Y ha de vivir allí, para que cante
el ufano milagro del jilguero.

Para marcar tus rutas, un lucero.
Para cargar tus libros, un gigante.
Y para que el amor siga adelante,
la sonrisa de luz de un tabaquero!…

Allí el pasado ardiendo en una hoguera.
La paloma y la estrella. Y la bandera,
florecida con todos los cariños…

Allí, para hacer tuyo el monumento,
dulce el futuro, con la miel de un cuento
de los que diste al mundo de los niños!…

“El maestro ha vuelto: la alfabetización, Nicaragua, el Internacionalismo, la Unión Soviética. Aquí está con su voz alta y limpia, campesina y proletaria”, escribe, al presentar la última parte del libro, la poeta y narradora Excilia Saldaña quien, por cierto, tiene a su cargo la edición y las notas de la obra.

Solo diecinueve poemas integran El retorno, en que el maestro-poeta regresa, ya desde la experiencia vivida y los sueños realizados, a comentar, indagar, reflexionar, mediante su personal discurso lírico, sobre esos temas que le preocupan, y ocupan, a lo largo de su existencia.

“Canción-Paz”, de 1959, poema final del volumen, es, quizás, como una reafirmación de esos principios que guían la vida de Raúl Ferrer:

Lo que el mundo necesita
es la ciencia con amor.
Ni la muerte ni el dolor
en el átomo palpita.
La tierra al trabajo invita
y debemos responder.
Entonces vamos a ver
que muerto el odio y el llanto,
que la Paz que es un canto
para vivir y crecer!

Los pueblos hermanos son
en la vida y en la muerte.
Nadie se juegue su suerte
con la bomba por razón.
Canten todos la canción 
que con palomas difundo.
Es el mensaje profundo
que en la paz de su alborada,
echa Cuba liberada
sobre los pueblos del mundo!

No solo se dedica Raúl Ferrer (Yaguajay, 1915-La Habana, 1993) a impartir clases. Antes de enero de 1959, también lucha en defensa de los derechos ultrajados de los maestros y, luego de la victoria de la Sierra y el llano, no ceja en su empeño de contribuir a edificar la nueva sociedad cubana.

Desde la razón y la pasión, entre otras acciones, aparece en la organización de la Campaña Nacional de Alfabetización, se desempeña como director de educación para adultos y viceministro de Educación y se consagra a animar el Programa Nacional por la Lectura.

En su biografía, junto a medallas, condecoraciones y títulos honoríficos, es imposible dejar de mencionar el respeto, la admiración y el cariño que le profesan quienes fueron alguna vez sus alumnos o, simplemente, quienes lo conocieron en sus infatigables cruzadas a favor de la educación y la cultura.

Vuelvo a Félix Pita Rodríguez en el prólogo a El retorno del maestro, quien afirma que “este libro es como la hermosa crónica de momentos centelleantes de la vida de este poeta”. Quien lo dude, busque la respuesta en estas conmovedoras, estremecedoras, hermosas páginas legadas por el maestro-poeta Raúl Ferrer para su tiempo y para el tiempo por venir.