El vituperador profesional que se respete —mucho más si es titulado en lengua y literatura hispánica—, alguna vez debería leer “El arte de injuriar”: ese enjundioso ensayo de Borges sobre el método de vilipendiar con ingenio. A tales lecturas, sin embargo, no parece haber accedido Jacobo Machover, ilustre académico de Aviñón, escritor de biografías presuntas. Ciertamente, cuando intenta mancillar la vida y obra de la poeta Nancy Morejón —irrespeto personal mediante, al extremo de endilgarle el mote de “viejita”—, por momentos sospeché que algún debutante político de república bananera le ha estado suplantando la identidad. 

Según Borges, cuando en materia de arte se le cuelga a alguien el título de doctor, ello resuena como una suerte de aniquilación. Explica que, por ejemplo, mencionar los sonetos cometidos por el doctor Lugones, equivale a medirlos mal para siempre o refutar cada una de sus metáforas. Yo, sin embargo, confieso un obstáculo que me impide usar semejante recurso a favor el doctor Jacobo Machover: he leído de pe a pa sus octavillas, y en ellas no he logrado hallar ni una sola metáfora o recurso literario que justifique la presencia del académico.

“Nunca imaginé que cupieran tantos adjetivos, lugares comunes y frases hechas en un vademécum. Y téngase en cuenta que además demoniza, oscurece, presupone, descontextualiza, omite, simplifica, exagera, y es pródigo en falacias”.

Uno espera que quien se promueve como ensayista, investigador, crítico literario, y demás vivisecciones del género, al menos se nos aparezca con una línea que certifique la pertinencia de sus entorchados. Y miren que la tuvo fácil. Estaba hablando, nada menos y nada más, que, de Nancy Morejón, una de las voces imprescindibles de la poesía cubana en cualquier época, dueña de una sólida obra que trasciende el marco de la lengua. No mencionar semejante detalle, y en cambio burlarse de su edad, se le pudiera excusar a un gendarme o a un portero de lupanar; pero bueno, así las cosas.

Para mí es un misterio por qué el doctor ha preferido desechar las herramientas habituales del oficio, al tiempo de camuflarse cualquier vestigio de intelectualidad que delate al académico. ¿Acaso quería hacer una parodia del senador Joseph McCarthy? Si es así, lo ha logrado con creces y más aún. Quiero decir, me pregunto cómo le fue posible hilvanar tal número de procedimientos propios de la manipulación mediática en unas pocas octavillas. Nunca imaginé que cupieran tantos adjetivos, lugares comunes y frases hechas en un vademécum. Y téngase en cuenta que además demoniza, oscurece, presupone, descontextualiza, omite, simplifica, exagera, y es pródigo en falacias.

Tras semejante esfuerzo, es duro no alcanzar el resultado previsto. Al día de hoy la poeta y ensayista Nancy Morejón sigue siendo la presidenta de honor del Mercado de la poesía de París, tal como puede verse en el programa del evento. Dicen que mal de muchos es consuelo de tontos, pero dejemos el refrán en apenas la parte del consuelo, pues siempre algo es más que nada. Sí, porque de algún modo tal vez le esperance saber que no estuvo solo en el ridículo. Como decimos en buen cubano, también el Pen Club de Francia y los organizadores del evento se fueron con la de trapo.

El Pen Club de Francia, como todos los Pen Club del mundo, vende la imagen de organización a la que provoca vértigo la censura; excepto, desde luego, cuando esa censura alcanza a los escritores cubanos que apoyan su Revolución. En esos casos no solo se toman una pastilla contra el mareo, ya vemos que también se toman la censura por su mano. ¿Alguien ha visto que el Pen Club haya condenado alguna vez el bloqueo estadounidense contra Cuba? ¿Habrá mayor acto de censura en el mundo? Pero bueno, ahora mismo recuerdo a Voltaire: “Azar es una palabra vacía de sentido; nada puede existir sin causa”.

Dicen los organizadores del evento que desconocían la biografía de Nancy. ¿Será que conocían la de Machover: señor que aplaude el lanzamiento de cocteles molotov contra la embajada cubana en París? Enseguida que despojaron de la presidencia de honor a Nancy corrieron a convocar a los medios que ya sabemos; una semana después de la marcha atrás dada a la fatal decisión, todavía esos medios no la dan a conocer. ¿Tendrán algún problema con la libertad de expresión? ¿Acaso es problema de los medios, o se reparte medio a medio ese asunto? 

Al día de hoy la poeta y ensayista Nancy Morejón sigue siendo la presidenta de honor del Mercado de la poesía de París, tal como puede verse en el programa del evento. Foto: Tomada de la Uneac

Ahora, en Facebook, estuve leyendo el testimonio de Machover. Nos cuenta que la idea le surgió de ramplán, por iniciativa propia, nada de que lo usaran como peón sacrificable, o de sicario mediático. Todo muy espontáneo, casual, y luego le sorprendió el apoyo de infinitos cubanos (sic). No sé por qué razón semejante apoyo infinito no se refleja en su muro de Facebook. Apenas recibe 10 o 12 reacciones en cada uno de sus obsesivos posts contra Nancy; en cambio, un par de días atrás publicó la foto de su gato y logró recaudar la friolera de 70 likes, el doble que de su foto de perfil. Quién sabe si esto no ha sido una pulla del karma, o un sarcasmo de Némesis; aunque imagino que de semejante guiño siempre podrá culpar al algoritmo.

Quiero decir, debería aprovechar el impulso ahora que se haya en modo victimista. Nos cuenta que todos lo atacan y ofenden, y quizá por aquello de dale a quien no te dio, también la emprende contra el novelista Leonardo Padura. Y hasta la escritora Zoé Valdés recibe lo suyo, y le reprocha ponerse en sintonía con los ataques que él recibe del “Minint y las autoridades castristas”. Menos mal que usa un muro de Facebook y no una AK-47 para disparar en redondo.

Es lo que digo, el señor académico de literatura hispánica no se leyó a Borges. El argentino lo avisa en su ensayo: “El agresor sabe que el agredido será él, y que ´cualquier palabra que pronuncie podrá ser invocada en su contra´, según la honesta prevención de los vigilantes de Scotland Yard”. Pero bueno, Machover quizá esperaba flores a cambio de camorra. Tal vez sean confusiones entendibles en un setentón que se burla de la vejez ajena.

Volviendo a su testimonio, su actuar sería un hecho menor, sin conexión alguna con los contextos donde semejantes linchamientos de escritores y artistas cubanos ya van siendo habituales en la guerra cultural contra Cuba. Pura casualidad que una vez más se sumen a esa campaña los medios a destajo de la NED y la Usaid.

Inexplicable coincidencia también que todos usen iguales métodos y lenguaje relleno de tópicos como si recitaran un mal guion. En cualquier caso, la culpa del chasco siempre la tendrán el Minint y la Seguridad del Estado que tienen agentes en todas partes; esa cruel dictadura que, sin embargo, es apoyada en referéndum por el 86 por ciento de los votantes. Jacobo Machover se queja de que le dicen anticubano, y yo para nada creo que sea así. Uno se mide por el tamaño de los enemigos, y un país acostumbrado a enfrentar el imperio más poderoso de la historia no va a caer tan bajo. En cualquier caso, el problema de Machover es con la lógica, las matemáticas, el sentido común.

En fin, ya sabemos que jamás la culpa recaerá en quienes emplean semejantes procedimientos goebbelianos o cacerías de brujas a lo Torquemada 2.0; pero bueno, al final todo se recompone: a Nancy lo que es de Nancy, y la oscuridad a esos opacos que odian el brillo ajeno. Por fin ya terminó este abominable apagón ocurrido en la Ciudad de las Luz: ya veremos a qué triste ficha le tocará mañana manipular el interruptor.

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