Con un llamado directo a la perseverancia, Tania Delgado Fernández inauguró la 46 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano este jueves en el cine Charles Chaplin. “Son las virtudes de la resistencia y la capacidad de crear las que permiten, a pesar de todos los obstáculos, que estemos aquí hoy”, declaró la directora del evento en un discurso que celebró un cine que “nos hace reconocer las múltiples realidades” del continente.

Enfatizó en la esencia del cine que reúne este festival y lo describió como “honesto, abierto, descarnado a veces, poético siempre, soñador, mágico”, y subrayó su valor como un antídoto cultural. Según sus palabras, el poder artístico y audiovisual del cine constituye “una poderosa alternativa en la manipulación y enajenación de otros medios”.

“Son las virtudes de la resistencia y la capacidad de crear las que permiten, a pesar de todos los obstáculos, que estemos aquí hoy”. Fotos de Endrys Correa

La 46 edición —de 4 al 14 de diciembre— rinde homenaje al centenario de Alfredo Guevara, a quien Delgado Fernández definió no solo como el fundador del Festival y una figura histórica, sino como un hombre que dejó “una huella profunda e indeleble de acción y pensamiento comprometido”.

Recordó también el 40 aniversario de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, un encuentro que tuvo lugar con Fidel Castro y Gabriel García Márquez al frente, y afirmó que hoy se continúa con un “cine pujante, para siempre nuevo cine latinoamericano”.

Tania Delgado presentó cifras que, a su juicio, demuestran la vitalidad del sector: de 2051 obras inscritas, fueron seleccionados 114 títulos para el concurso oficial, y se programará un total de 283 filmes de 42 países.

Asimismo, denunció, sin ambages, lo que calificó como un “genocidio” y “la intención perversa del exterminio” en Palestina; explicó que el festival en este 2025 también ofrecerá espacio a filmes que expresen la fuerza de la resistencia cultural de ese pueblo.

“Este año compartimos la alegría de realizar MECLA Isla Abierta (…) un espacio de colaboración entre el Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos y el Festival de Cine”.

Este año compartimos la alegría de realizar MECLA Isla Abierta, dijo, un espacio de colaboración entre el Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos y el Festival de Cine. “Como un mercado que sea un punto de encuentro entre creadores, productores y distribuidores que facilite el impulso a proyectos, a la circulación de talentos y contenidos y a las oportunidades de inversión y de alianzas estratégicas”.

En sintonía con este espíritu, Alexis Triana detalló la movilización para sostener la muestra. Reveló que la decisión gubernamental de no suspender el evento se respaldó con soluciones de emergencia: “Vamos a cumplir nuestro programa de exhibición”, aseguró, gracias a generadores eléctricos instalados en las salas de proyección ante la actual contingencia energética.

El presidente del Icaic también hizo un balance de la producción nacional y anunció la llegada al Festival de “34 producciones cinematográficas cubanas”, una cifra que no se alcanzaba en años, y defendió el apoyo estatal a creadores independientes con el Fondo de Fomento del Cine Cubano. Este esfuerzo logístico, para Triana, es un símbolo de un principio mayor: “la cultura es lo primero que hay que salvar”.

Alexis Triana aseguró que, ante la actual contingencia energética, el programa de exhibición va a cumplirse gracias a generadores eléctricos instalados en las salas de proyección.

Al cerrar, Triana lanzó un desafío a las críticas sobre la pertinencia de celebrar un Festival en medio de la crisis: “Siempre va a haber alguien criticando, pero no trabajando”.  Su apuesta, y la del Festival, es que el cine debe “salir de la sala” y llegar, mediante el cine móvil a las comunidades.

El homenaje a los Estudios Churubusco con el Coral de Honor conectó con la visión industrial que Triana reivindicó: “Los que fundaron no vieron solo el cine de arte, hablaron de una industria”, recordó, citando al propio Alfredo Guevara, cuyo centenario se conmemora, y al cineasta Tomás Gutiérrez Alea, “Titón”, quien soñaba con un país que produjera decenas de filmes anuales.

La dimensión artística, aunque central, se enmarcó dentro de esta narrativa de resiliencia. La película inaugural, Belén, de la directora argentina Dolores Fonzi, fue presentada como un ejemplo del cine de urgencia social que el Festival promueve.

“El homenaje a los Estudios Churubusco con el Coral de Honor conectó con la visión industrial que Triana reivindicó”.

El FINCL refuerza la voluntad de un continente que se narra a sí mismo, que se defiende a través del arte y que, a pesar de toda adversidad, insiste en mantener sus ventanas abiertas al mundo. Las salas de cine en La Habana se convertirán durante estos diez días en faros temporales de un diálogo urgente y necesario, cuyo verdadero éxito se medirá por las conversaciones que impulse y los puentes que logre tender mucho después de que se apaguen sus proyectores. Este Festival trasciende la exhibición cinematográfica y se convierte en un espacio de resistencia identitaria y solidaridad activa.

El llamado final es a la participación: a ocupar las butacas, a dialogar con las imágenes y a asumir que, en tiempos de fragmentación, la sala oscura sigue siendo un territorio esencial para el encuentro, la reflexión y la defensa de un futuro común narrado en plural.