Dos aspectos que han estado ausentes en las investigaciones del cine cubano son la historia de la evolución tecnológica sonora y la indispensable valoración de los resultados de esa actividad de la producción cinematográfica. Por eso, el primer sentir que experimentamos ante este estudio es el de agradecimiento porque una joven autora se haya interesado por una parte importante de las películas, tantas veces vilipendiada, como es la banda sonora cinematográfica, pero no con la costumbre fatalmente establecida de entenderla solo como la música empleada.

Lo que comenzó con la lectura y el procesamiento de una abundante y dispersa bibliografía, siguió con la incorporación de las categorías teóricas al análisis de los filmes, no solo de la etapa de la tecnología analógica —que, por presentar avanzados tratamientos del sonido, se ha identificado aquí como antecedentes tecnológicos y expresivos del diseño sonoro—, sino con lo que es más importante: la etapa definitivamente digital en Cuba, donde se establecen las condiciones para un análisis más coherente del objeto de estudio de la investigación.

Uno de los mayores riesgos que enfrentó la autora fue haber tenido que remontar con creces la desventaja que significa estudiar toda una complicada y novedosa técnica, adentrarse en ella y, tras recorrer sus propios caminos, formular una serie de valoraciones y nuevas concepciones.

Uno de los mayores riesgos que enfrentó la autora fue haber tenido que remontar con creces la desventaja que significa estudiar toda una complicada y novedosa técnica, adentrarse en ella y, tras recorrer sus propios caminos, formular una serie de valoraciones y nuevas concepciones.

El trabajo tuvo la gran oportunidad de colocarse en el ámbito laboral de la realización de la banda sonora cinematográfica y acceder a invaluables testimonios en el momento en que coexistían más o menos cinco generaciones de especialistas del sonido. Este es otro de los aspectos logrados, ya que, infelizmente, en pocos años será más difícil rescatar todas estas experiencias que permanecían, hasta ahora, solo en la oralidad de los expertos en el oficio y en los mitos fundacionales de una institución como el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.

Con la presente obra se pudiera abrir una inédita perspectiva para la crítica cinematográfica cubana, mediante la incorporación de todo un instrumento conceptual de la técnica sonora que dará la posibilidad de dejar a un lado —al menos en cuanto a sonido se trata— ciertas limitaciones para su comprensión.

No es usual que alguien que recién se entrena en el análisis cinematográfico se manifieste de forma tan aguda, decidida y, por momentos, muy severa en los análisis sobre nuestra producción cinematográfica. Por eso con la presente obra se pudiera abrir una inédita perspectiva para la crítica cinematográfica cubana, mediante la incorporación de todo un instrumento conceptual de la técnica sonora que dará la posibilidad de dejar a un lado —al menos en cuanto a sonido se trata— ciertas limitaciones para su comprensión. Con las herramientas analíticas propuestas se pudiera empezar a abandonar el afán de conciliación de la crítica con los realizadores en pos de someter el trabajo audiovisual a un escrutinio más riguroso.

Es posible intuir, como resultado del acabado y minucioso estudio de una especialidad sin antecedentes en el cine cubano, que esta obra constituye una completa monografía de promisorio beneficio en el marco académico, pero también fuente de conocimiento sistemático en el ámbito profesional.

*Prólogo del libro Confluencias de los sentidos. Diseño sonoro en el cine cubano de ficción, de Dailey Fernández González (Ediciones Icaic, 2018).