El martes 13 de febrero será una fecha relevante y entrañable para Emilio Cueto Suárez. En la mañana ingresó en la Academia de Historia de Cuba como Miembro Correspondiente en el Extranjero, en el salón principal del Centro de Estudios Martianos; y en la tarde se le impuso por el Ministerio de Cultura la Distinción por la Cultura Cubana, en la Biblioteca Nacional de Cuba. Fueron dos sesiones solemnes donde se pusieron de manifiesto los inmensos aportes de este cubano radicado en Washington a la cultura de su tierra natal y también la admiración, respeto y cariño de muchos cubanos a la obra de Cueto.

En su discurso de ingreso a la Academia de Historia de Cuba (AHC), Cueto se refirió al impacto de la figura y la obra de José Martí en el mundo, en un pormenorizado informe acerca de cómo en numerosos países se ha representado a nuestro Maestro, lo que justifica plenamente que sea considerado como el cubano más universal. La investigación de Cueto data de muchos años y abarca numerosos viajes por las distintas regiones del orbe para buscar, adquirir y clasificar las huellas martianas en cualquier tipo de soporte. Libros, revistas, pinturas, grabados, así como la filatelia, la música, las estatuas y bustos erigidos en muchas ciudades, plazas y calles, revelan la presencia de Martí, cuyo nombre honra logias masónicas e instituciones culturales y educacionales de diversas naciones. Las obras literarias de Martí han sido traducidas a treinta y nueve lenguas, ha inspirado canciones creadas por un centenar de compositores de una veintena de países y ha sido recreada por numerosas autoridades postales en sellos. Cueto explicó, además, cómo realizó su intensa búsqueda, que se une a otras indagaciones ejemplares y acuciosas realizadas por él sobre temas cubanos.  

El presidente de la AHC, Dr. Eduardo Torres Cuevas, pronunció el discurso de recepción en la corporación, en esencia un amplio elogio a la pasión cubanísima del homenajeado, a quien se le identifica con la frase de “Nada cubano me es ajeno”. El orador apuntó anécdotas del incansable peregrinar de Cueto por el mundo con el fin de engrosar su enorme y plural colección de objetos cubanos, reunidos en su casa, conocida como La Emilioteca. También Torres Cuevas salpicó la charla con amenas anécdotas personales en las que el carácter y la pasión cubana de Cueto quedaron refrendados.

 

El presidente de la Academia de Historia de Cuba, Eduardo Torres Cuevas, entregó a Cueto el diploma que lo acredita como miembro de la corporación.

Una vez terminados los discursos de rigor, Emilio Cueto recibió el diploma que lo acredita como Académico Correspondiente en el Extranjero de la AHC y un cuadro con la imagen de José Martí.  

Pocas horas después, en la tarde, se congregaron en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, un grupo de amigos, investigadores, trabajadores y directivos de esa institución, así como funcionarios de los ministerios de Cultura y Relaciones Exteriores para el acto de imposición a Cueto de la Distinción por la Cultura Nacional.

El director de la Biblioteca Nacional de Cuba, Omar Valiño, remarcó los extensos y sostenidos vínculos de trabajo del homenajeado con la institución. A continuación, el Dr. Torres Cuevas, presidente también de la Sociedad Cultural José Martí, fue el encargado de las palabras de fundamentación del otorgamiento del importante reconocimiento. Nuevamente, el prestigioso orador se refirió a la extensa hoja de servicios a la cultura cubana de Emilio Cueto, la que fundamenta la concesión de la importante distinción.

El director de la Biblioteca Nacional de Cuba, Omar Valiño, destacó los amplios vínculos de Cueto con esa institución.

Después de la imposición de la medalla acreditativa, correspondió el momento a las palabras de agradecimiento de Cueto, que fueron emotivas, pues comenzó afirmando que estaba en “su casa”, tal y como siempre denominó a la Biblioteca Nacional José Martí, institución a la que ha donado todos sus libros y en la que ha dado numerosas conferencias sobre sus investigaciones. En las páginas de la Revista de la BNJM publicó su primer texto en Cuba, en 1992 y de entonces a la fecha siguió publicando en ella muchos artículos y ensayos. Cueto evocó el cariño y diligencia con que siempre fue tratado allí. Tuvo palabras de particular cariño para la gran bibliógrafa cubana, Araceli García Carranza. También expresó elogios al cálido recibimiento que tuvo en cada estancia en su patria de origen, y dijo lo que ya todos sabíamos, que Cuba era su gran pasión. El condecorado rememoró sus antiguos vínculos afectivos e investigativos con la nación cubana en los que sus estancias por años en la Biblioteca Nacional fueron fundamentales para construir su obra intelectual. Fue un discurso de agradecimiento.

Es bueno decir que la obra escrita de este infatigable intelectual asciende ya a 22 títulos, entre los que se pueden citar Mialhe´s Colonial Cuba (1992), Cuba in Old Maps (1999), Ilustrating Cuba´s Flora and Fauna (2002), Camagüey en la música (2015), Cien barcos en la historia de Cuba (2018), entre otros. Me gustaría destacar en este texto un par de ellos. Me refiero a su libro sobre la Virgen de la Caridad del Cobre y el de las huellas de Cuba en el imaginario de los Estados Unidos. Los restantes títulos de la obra escritural de Cueto, que no cito por una cuestión de espacio, versan sobre temas historiográficos, culturales, geográficos y relacionados en general con sus búsquedas como coleccionista de lo cubano en el mundo.

Tras recibir los homenajes, Cueto fue saludado efusivamente por los asistentes a la velada.

La Virgen de la Caridad del Cobre en el alma del pueblo cubano (2014) es un homenaje sin precedentes a la deidad, donde aparecen en ordenado despliegue viejísimas oraciones que nuestros bisabuelos le rezaron a la virgen, estampas populares, caricaturas, fotografías, grabados, pinturas, esculturas, obras conceptuales de arte contemporáneo y posmoderno, medallas de diversos metales, ex votos, canciones, vitrales, poesías y fragmentos de novelas y obras de teatro donde se menciona a la virgen, páginas de graduaciones de escuelas (desde luego, antes de 1959), dedicatorias, cubiertas de libros y revistas, letreros, posters, epitafios, artesanías, almanaques, anillas de habanos, camafeos, llaveros, relojes, abanicos, calcomanías, en fin, en cuanto soporte se pueda imaginar, donde los cubanos de aquí y de allá han plasmado su devoción por La Cachita, sin olvidar por supuesto los tatuajes en la piel, uno de los soportes más socorridos. Para el pueblo de Cuba, o para una enorme parte de él, la virgen es considerada la máter de la vida espiritual y del tiempo, fuente de la existencia, imán de la reconciliación y depósito acendrado de los mejores valores de una tradición.

El segundo libro, Cuba en USA (2015), es el fascinante testimonio de cómo el imaginario de un país, Cuba, ha irrigado la imaginación de otro, Estados Unidos, y lo ha hecho desde la visualidad, lo objetual y la espiritualidad. Es la historia, desde las imágenes y la cultura, del diálogo entre dos pueblos, sostenido en el tiempo, que no termina nunca y proseguirá creciendo en el futuro. Es un título imprescindible en lo adelante para estudiar las relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos desde ángulos que sobrepasan a la política. Por demás, la labor de Cueto se ha desarrollado fuera de Cuba, en los Estados Unidos y en cuanta latitud se le ha invitado a explicar su trabajo. Por solo citar un ejemplo, en el lustro que va de 2008 a 2013, colaboró con la Universidad Internacional de Florida (FIU) en la organización de conciertos de música cubana.

Así, viajero incansable, Emilio Cueto ha construido una extensa obra de objetos valiosos, de naturaleza intelectual y de relaciones personales realmente extraordinaria. Ha sido un merecido reconocimiento a un investigador, autor, historiador, coleccionista y cubano excepcional.

Palabras de Emilio Cueto al recibir la Distinción por la Cultura Nacional otorgada por el Ministerio de Cultura

“La cultura cubana es un gran árbol, con profundas raíces, que por motivos históricos, demográficos y geográficos creció al lado de una cerca. Inevitablemente, al crecer el árbol muchas ramas, muchas flores y sus frutos cayeron de la otra parte, pero son parte de ese tronco y de ese único árbol, no hay otro, que es la cultura cubana… Me siento muy honrado de pertenecer a esa larga lista de gente tan extraordinaria que no han dejado de pensar en Cuba nunca. Y por eso estoy tan contento de estar aquí hoy celebrando a todos esos, más todos lo de acá, porque el árbol hay que celebrarlo completo. Completo porque es un ajiaco y no se le puede quitar ningún ingrediente, para no disgustar al Maestro Don Fernando Ortiz, y tiene que estar todo mezclado para seguir lo que nos anunció Guillen, para terminar con Martí: con todos y para el bien de todos, para que ese árbol, al que no le falte nadie, siga deslumbrando”.

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