Sara Gómez dijo una vez hablando de los hombres, mujeres y niños del pueblo: “… Por ellos y para ellos habrá que hacer un cine sin concesiones, que toque la raíz de sus intereses, un cine capaz de expresarlo en sus contradicciones y que tenga como objetivo ayudar a hacer de todos nosotros, hombres capaces de plantearse la vida como eterno conflicto con el medio en el que sólo el hombre deba vencer. ¿Será demasiado ambicioso? ¿Podemos lograrlo? Ese debe ser el propósito”.

Pienso que en sus propias palabras radica la importancia fundamental y la fuerza de su obra, que es precisamente el interés de la misma en la contemporaneidad, en incidir en las tensiones del presente, en ser reflejo vivo y actuante de la dinámica y desarrollo de las transformaciones que, en la sociedad y en la conciencia del pueblo la Revolución en su camino hacia el Socialismo, ha dado lugar.

Documental Iré a Santiago, 1964. Imagen: Tomada de cinetecamadrid

Es decir, Sara Gómez siempre centró su atención como cineasta comprometida, en Cuba, en el hombre cubano inmerso en el proceso revolucionario y como protagonista del mismo, y esto la llevó a plasmar a este hombre en toda su dimensión humana, histórica, ideológica, económica y cultural dentro del marco de la nueva sociedad que se construye; por eso encontramos que sus documentales tratan problemáticas tales como: la mecanización agrícola y las ventajas de esta para la producción y la sociedad en general (Excursión a Vueltabajo); la atención médica a la madre embarazada y al niño, y la cultura que en la población hay que crear al respecto (Atención prenatal y año uno); los planes de reeducación en Isla de Pinos y las transformaciones que debido a estos se dan en el orden humano, económico, ideológico, cultural, etc., en dicho lugar (En la otra isla y Una isla para Miguel); las nuevas vías para la dirección política e ideológica que requiere la sociedad que se construye (Poder Local-Poder Popular); cómo el pueblo en general contribuye con su esfuerzo diario a crear las bases económicas para garantizar el desarrollo social y todo en aras del mejoramiento humano (Sobre horas extras y trabajo voluntario); hasta llegar al largometraje donde se acerca al mundo marginal, abordando el conflicto de los hombres y mujeres que forman parte de este sector social.

Documental Sobre horas extras y trabajo voluntario, 1973. Imagen: Tomada de cinetecamadrid

Es por todo lo anterior que su obra deviene en un cine de lo actual, la lucidez intelectual y la crítica dan muestras del talento y la personalidad de alguien que dejó una profunda huella en nuestro cine, constituyendo el conjunto de su quehacer cinematográfico un inapreciable testimonio para las generaciones futuras. También la obra de Sara se caracteriza por la pasión hacia nuestra cultura popular y un interés marcado en mostrar y rescatar identidad nacional.

Sara estableció un vínculo permanente, humano con la realidad revolucionaria, y esto le permitió abordar los problemas desde dentro y no con una visión artística externa, es allí donde radica la autenticidad y honestidad de su arte.

Documental Isla del Tesoro, 1969. Imagen: Tomada de cinetecamadrid

Cine parcializado, que sin hacer concesiones y a partir de críticas muy certeras, despide un amor por los seres sociales o por los aspectos de la realidad que critica y analiza, y por tanto podemos afirmar que sus filmes, desde posiciones partidistas, no dan cabida a ambigüedades ni vacíos.

Temática recurrente en su obra y que la distingue, es el abordar el desarrollo individual del ser humano dentro de la construcción del Socialismo a partir de las propias contradicciones que surgen en el pueblo, nacidas de su participación social.

*Texto incluido en el número 127 de la revista Cine Cubano.

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